lunes, 22 de agosto de 2011

Un catolicismo alegre


UN CATOLICISMO ALEGRE
POSTALES - JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – Opinión _ 21 agosto 2011
Los miles de jóvenes que se han dado cita en Madrid nos muestran que el catolicismo puede ser divertido, aparte de solidario
AYER me encontré en una situación insólita, aunque seguro que similar a la de más de un madrileño los últimos días: entré en un Metro ocupado por una mu­chachada asiática, hasta el punto de ser el único europeo en el vagón. Vietnamitas por lo que pude deducir de la inscripción en sus mochilas. Refu­giado en un rincón, me dediqué a observarles. El aire era festivo. Se gastaban bromas coreadas por risas y los cambios de lugar eran frecuentes. Como atuendo, predominaban entre ellos los «bermudas» y entre ellas, esos minipantalones que han hecho furor este verano, mientras las ca­misetas amarillas de la JMJ eran la prenda supe­rior para todos, así como las sandalias como cal­zado. En resumen, podían ser los jóvenes de cual­quier país europeo o americano que iban a un campamento o a un concierto veraniego. Y como si me estuvieran leyendo el pensamiento, alguien se puso a cantar al fondo del vagón. Nada de músi­ca litúrgica, sino una mezcla de rock y country, con ese acento gutural asiático, que algunos co­rearon. Al final, risas y aplausos. Fue cuando me di cuenta de que soy un hombre de otra época.
Además, había llegado a mi estación, por lo que salí.
En mi época, los jóvenes católicos practicantes se distinguían por su recato, su modestia, su com­postura y, generalmente, sus buenas notas. Ellas, por todo eso, reforzado por llevar la falda un poco más larga que las demás chicas. Los minipantalo­nes de las vietnamitas en el Metro madrileño eran tan inimaginables en ellas como una blasfemia en sus labios, aunque tampoco las de la Sección Feme­nina, bastante más vanguardistas, se hubieran atrevido ni se los hubieran permitido.
Pero la mayor diferencia estaba en el ambiente. En el vagón de metro reinaba una atmósfera de agradable tensión, de controlado júbilo, de sana alegría, distinta, si no opuesta, a la reinante en los viacrucis, las procesiones, los ejercicios espiritua­les o los rosarios de la aurora («¡perdona a tu pue­blo Señor, no estés eternamente enojado, perdóna­le Señor!») de antaño. Aquel catolicismo era lúgu­bre, taciturno, sombrío, con énfasis en la otra vida más que en ésta, reducida a un «valle de lágrimas» a recorrer obligatoriamente hasta alcanzar la ver­dadera vida, la eterna, donde un Dios lejano y justi­ciero, nos esperaba para exigirnos cuentas, pese a que Santa Teresa había dicho que andaba también entre los pucheros. Quiero decir que la religión era severa y aburrida. Nada de extraño que bastantes de nosotros nos fuéramos alejando hacia el arte, la ciencia, la ética kantiana y el bullicio del mundo.
Los cientos de miles de jóvenes de todas las pro­cedencias que se han dado cita esta semana en Ma­drid para reunirse con el Papa nos muestran que el catolicismo puede ser también divertido, alegre, jovial, como la vida misma. Aparte de cálido, soli­dario y fraterno, cualidades que echamos cada vez más en falta en nuestros días. Es, posiblemente, lo que más ha molestado a la «progresía» de ellos. La izquierda radical venía acaparando la exclusiva de la diversión y el esparcimiento, sobre todo en­tre los jóvenes. Los que llenan plazas y calles de Madrid nos demuestran lo bien que puede pasarse sin el botellón. Además, limpios, amables, optimis­tas. Toda una sorpresa. Nada de extraño que los in­dignados estén más indignados que nunca.

Sobre imbéciles y malvados


Sobre imbéciles y malvados

Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte – XL Semanal – 21 agosto 2011

No quiero, señor presidente, que se quite de en medio sin dedicarle un recuerdo con marca de la casa. En esta España desmemoriada e infeliz estamos acostumbrados a que la gente se vaya de rositas después del estropicio. No es su caso, pues llevan tiempo diciéndole de todo menos guapo. Hasta sus más conspicuos sicarios a sueldo o por la cara, esos golfos oportunistas -gentuza vomitada por la política que ejerce ahora de tertuliana o periodista sin haberse duchado- que babeaban haciéndole succiones entusiastas, dicen si te he visto no me acuerdo mientras acuden, como suelen, en auxilio del vencedor, sea quien sea. Esto de hoy también toca esa tecla, aunque ningún lector habitual lo tomará por lanzada a moro muerto. Si me permite cierta chulería retrospectiva, señor presidente, lo mío es de mucho antes. Ya le llamé imbécil en esta misma página el 23 de diciembre de 2007, en un artículo que terminaba: «Más miedo me da un imbécil que un malvado». Pero tampoco hacía falta ser profeta, oiga. Bastaba con observarle la sonrisa, sabiendo que, con dedicación y ejercicio, un imbécil puede convertirse en el peor de los malvados. Precisamente por imbécil.
Agradezco muchos de sus esfuerzos. Casi todas las intenciones y algunos logros me hicieron creer que algo sacaríamos en limpio. Pienso en la ampliación de los derechos sociales, el freno a la mafia conservadora y trincona en materia de educación escolar, los esfuerzos por dignificar el papel social de la mujer y su defensa frente a la violencia machista, la reivindicación de los derechos de los homosexuales o el reconocimiento de la memoria debida a las víctimas de la Guerra Civil. Incluso su campaña para acabar con el terrorismo vasco, señor presidente, merece más elogios de los que dejan oír las protestas de la derecha radical. El problema es que buena parte del trabajo a realizar, que por lo delicado habría correspondido a personas de talla intelectual y solvencia política, lo puso usted, con la ligereza formal que caracterizó sus siete años de gobierno, en manos de una pandilla de irresponsables de ambos sexos: demagogos cantamañanas y frívolas tontas del culo que, como usted mismo, no leyeron un libro jamás. Eso, cuando no en sinvergüenzas que, pese a que su competencia los hacía conscientes de lo real y lo justo, secundaron, sumisos, auténticos disparates. Y así, rodeado de esa corte de esbirros, cobardes y analfabetos, vivió usted su Disneylandia durante dos legislaturas en las que corrompió muchas causas nobles, hizo imposibles otras, y con la soberbia del rey desnudo llegó a creer que la mayor parte de los españoles -y españolas, que añadirían sus Bibianas y sus Leires- somos tan gilipollas como usted. Lo que no le recrimino del todo; pues en las últimas elecciones, con toda España sabiendo lo que ocurría y lo que iba a ocurrir, usted fue reelegido presidente. Por la mitad, supongo, de cada diez de los que hoy hacen cola en las oficinas del paro.
Pero no sólo eso, señor presidente. El paso de imbécil a malvado lo dio usted en otros aspectos que en su partido conocen de sobra, aunque hasta hace poco silbaran mirando a otro lado. Sin el menor respeto por la verdad ni la lealtad, usted mintió y traicionó a todos. Empecinado en sus errores, terco en ignorar la realidad, trituró a los críticos y a los sensatos, destrozando un partido imprescindible para España. Y ahora, cuando se va usted a hacer puñetas, deja un Estado desmantelado, indigente, y tal vez en manos de la derecha conservadora para un par de legislaturas. Con monseñor Rouco y la España negra de mantilla, peineta y agua bendita, que tanto nos había costado meter a empujones en el convento, retirando las bolitas de naftalina, radiante, mientras se frota las manos.
Ojalá la peña se lo recuerde durante el resto de su vida, si tiene los santos huevos de entrar en un bar a tomar ese café que, estoy seguro, sigue sin tener ni puta idea de lo que vale. Usted, señor presidente, ha convertido la mentira en deber patriótico, comprado a los sindicatos, sobornado con claudicaciones infames al nacionalismo más desvergonzado, envilecido la Justicia, penalizado como delito el uso correcto de la lengua española, envenenado la convivencia al utilizar, a falta de ideología propia, viejos rencores históricos como factor de coherencia interna y propaganda pública. Ha sido un gobernante patético, de asombrosa indigencia cultural, incompetente, traidor y embustero hasta el último minuto; pues hasta en lo de irse o no irse mintió también, como en todo. Ha sido el payaso de Europa y la vergüenza del telediario, haciéndonos sonrojar cada vez que aparecía junto a Sarkozy, Merkel y hasta Berlusconi, que ya es el colmo. Con intérprete de por medio, naturalmente. Ni inglés ha sido capaz de aprender, maldita sea su estampa, en estos siete años.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Las frases míticas de Zapatero


Las frases míticas de Zapatero
Durante sus ocho años de Gobierno, el todavía presidente Rodríguez Zapatero ha acumulado algunas frases memorables que han dejado en evidencia su Gobierno y su forma de dirigir España. Sus palabras de alabanza sobre terroristas, sus presagios económicos, sus concesiones a los nacionalistas o su nulo conocimiento del inglés le han retratado en estas dos legislaturas.
Estas son algunas de sus frases:
  • "La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento". (17 de diciembre de 2009, Copenhague)
  • "El cambio climático causa más muertes que el terrorismo internacional"
  • "Hoy estamos mejor que ayer y mañana estaremos mejor" (29 de diciembre de 2006, un día antes del atentado de la T-4).
  • "Lo de que hay crisis es opinable" (29 de junio de 2008).
  • "Estamos en la Champions League de la economía" (11 de septiembre de 2007).
  • "Somos la octava potencia mundial, la envidia de Europa y pronto superaremos a Francia como ya hemos hecho con Italia"
  • "Estoy muy de acuerdo" (preguntado sobre multar a los establecimientos que no rotulasen en catalán", 7 de marzo de 2008).
  • "Otegi es un hombre de paz" (16 de febrero de 2007).
  • "Son accidentes" (sobre los atentados terroristas, 30 de diciembre de 2006).
  • "La próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España" (3 de julio de 2007).
  • "La crisis es una falacia, puro catastrofismo" (14 de enero de 2008).
  • "La cuestión no es qué puede hacer Obama por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por Obama" (30 de julio de 2009, en una entrevista a NY Times).
  • "España ha vuelto al corazón de Europa" (15 de julio de 2011)
  • "La próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España. No lo quiero con carácter coyuntural, lo quiero definitivo" (3 de julio de 2007).
  • "Vamos a adelantar muy pronto a Francia, aunque se enfade Sarkozy"
  • "Every day, bonsais", en Moncloa, hablando con Schroeder (octubre de 2006)
  • "My english is very bad. Only spanish", ante una pregunta en inglés en Reino Unido (2 de mayo de 2004).
  • "España es un poderoso transatlántico...", el día del centenario del hundimiento del Titanic (14 de abril de 2011).
  • "En esta crisis, como ustedes quieren que diga, hay gente que no va a pasar ninguna dificultad" (8 de julio de 2008)
  • "La recuperación del empleo y la economía será patente para el próximo mes"
  • "Los 130.000 no son parados, sino que son personas que se han apuntado al paro" (febrero de 2008, justificando los nuevos datos del paro).
  • "España está totalmente a salvo de la crisis financiera", dicho en agosto de 2007.
  • "Miente como un bellaco quien diga que hemos hecho recortes" (11 de mayo de 2011, en un mitin electoral previo a las autonómicas).
  • "La nación española es un concepto discutido y discutible" (18 de diciembre de 2004).
  • "Lo que pasa es que nos conviene que haya tensión" (13 de febrero de 2008, tras una entrevista con Gabilondo previa a las elecciones en las que fue reelegido).