lunes, 7 de diciembre de 2009

Chantaje en Vigo

En esta España desmadrada del descerebrado ZP., se obliga a haclar mal, hasta con amenazas judiciales. No ya en las "nacionalidades" que quiere que todo el mundo hable la lengua "vernácula" a la fuerza, sino que, hasta lo que hablamos castellano, debemos hacerlo como dictan las "miembras" del gobierno...

 

Edjunto un artículo de Pérez-Reverte, publicado hoy en la revista XL Semanal, que no tiene desperdicio...

 

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CHANTAJE EN VIGO

 

Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte. XL Semanal, 6 de diciembre de 2009

Vigo. O sea, Galicia. España. Estado moderno –dicho sea lo de Estado con las cautelas oportunas–. Democracia constitucional con supuestos derechos y libertades de cada cual. En mi casa mando yo, resumiendo. Y mi amigo Manolo, que es un ingenuo y se lo cree, necesita cubrir un puesto de auditor. Es una oferta seria y bien remunerada. Así que publica un anuncio en la prensa local: «Se necesita auditor para empresa solvente». Y empieza el circo.

La cosa se encarna en inspectora de Trabajo y Asuntos Sociales, con todas sus letras. Hola, buenas, dice la pava. ¿Cómo es que solicitan ustedes un auditor, y no un auditor o una auditora? Mi amigo, que es hombre culto, conoce las normas de la Real Academia en particular y de la lengua española en general, y no trinca de la corrección política ni de la gilipollez pública, como otros, argumenta que auditor es masculino genérico, y que su uso con carácter neutro engloba el masculino y el femenino desde Cervantes a Vargas Llosa, más o menos. No añade, porque es chico educado y tampoco quiere broncas, que no es asunto suyo, ni de su empresa, que una pandilla de feminazis oportunistas, crecidas por el silencio de los borregos, la ignorancia nacional y la complicidad de una clase política prevaricadora y analfabeta, necesite justificar su negocio de subvenciones e influencias elevando la estupidez a la categoría de norma, y violentando a su conveniencia la lógica natural de un idioma que, aparte de ellas, hablan cuatrocientos millones de personas en todo el mundo. Olvidando, de paso, que la norma no se impone por decreto, sino que son el uso y la sabiduría de la propia lengua hablada y escrita los que crean esa norma; y que las academias, diccionarios, gramáticas y ortografías se limitan a registrar el hecho lingüístico, a fijarlo y a limpiarlo para su común conocimiento y mayor eficacia. Porque no es que, como afirman algunos tontos, las academias sean lentas y vayan detrás de la lengua de la calle. Es que su misión es precisamente ésa: ir detrás, recogiendo la ropa tirada por el suelo, haciendo inventario de ésta y ordenando los armarios.

Pero volvamos a Vigo. A los pocos días de la visita de la inspectora mentada, Manolo recibe un oficio, o diligencia, donde «se requiere a la empresa la subsanación de las ofertas vigentes y la realización de las futuras o bien en términos neutros, o bien referida simultáneamente a trabajadores de ambos sexos». Dicho en corto –aparte la ausencia de coma tras futuras y la falta de concordancia de referida–: o en el futuro pide auditor o auditora, con tres palabras en vez de una, en anuncios que se cobran precisamente por palabras, o deberá atenerse a las consecuencias. Y a mi amigo, claro, se lo llevan los diablos. «O es un chantaje feminista más –se lamenta–, o mi anuncio despista de verdad, y algunas mujeres ignorantes o estúpidas creen que no pueden optar a ese puesto de trabajo. Lo que sería aún más grave. Si lo que tanta idiotez de género ha conseguido es que, al final, una mujer crea que ofrecer un trabajo de auditor es sólo para hombres y no para ella, todo esto es una puñetera mierda.» Etcétera.

El caso es que, resuelto a defender su derecho de anunciarse en correcto castellano, Manolo se pone en contacto con los servicios jurídicos del Ministerio de Igualdad, donde una abogada razonable, competente y muy amable –lo hago constar para los efectos oportunos–, le dice que, con la ley de Igualdad en la mano, la inspectora de Vigo «puede haber creído detectar» discriminación en el anuncio, y que la empresa se expone a una sanción futura si no rectifica. «¿Entonces, la legalidad o ilegalidad de mi anuncio depende de la opinión particular de cualquier funcionario que lo lea, por encima de la Real Academia Española?», pregunta Manolo. «Más o menos», responde la abogada. «¿Y qué pasaría si yo recurriese legalmente, respaldado por informes periciales de lingüistas o académicos?», insiste mi amigo. «Pasaría –es la respuesta– que tal vez ganase usted. Pero eso dependería del juez.»

Es inútil añadir que, ante la perspectiva de un procedimiento judicial de incierto resultado, que iba a costarle más que las dos palabras suplementarias del anuncio, Manolo ha cedido al chantaje, y lo de auditor a secas se lo ha comido con patatas. «Auditor, auditora y auditoro con miembros y miembras», creo que pone ahora. Con mayúsculas. Tampoco está el patio para defensas numantinas. Esto es España, líder de Europa y pasmo de Occidente: el continuo disparate donde la razón vive indefensa y cualquier imbecilidad tiene su asiento. Como dice el pobre Manolo, «lo mismo voy a juicio, colega, me toca una juez feminista y encima me jode vivo». Intento consolarlo diciéndole que peor habría sido, en vez de auditor, necesitar otra cosa. Un albañil, por ejemplo. O albañila.

 

domingo, 6 de diciembre de 2009

Un gobierno insostenible

Dos artículos de la prensa de hoy domingo 6 de diciembre

 

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El naufragio del Gobierno

GERMÁN YANKE - ABC.es - Opinión - Firmas – Domingo 6 diciembre 2009

 

Zapatero ha perdido la capacidad, indudable en su primera legislatura, de colocarse sobre la ola o incluso delante y sortear con habilidad las dificultades. Incluso negando la crisis económica en contra de toda evidencia salió bien parado hasta que se fue viniendo abajo el castillo de naipes sin que se pudieran sostener en pie ni las cartas de menos importancia.

Si antes, para distraer a la opinión pública, hacía de prestidigitador y colocaba el debate en otro lugar, ahora los remedios se le convierten en problemas, incluso mal planteados, como el acuerdo parlamentario para suprimir los crucifijos de los centros escolares que el propio presidente tiene que decir después que no está en su agenda. Si a lo largo de años ha sabido granjearse el apoyo de sectores influyentes para compensar la pérdida de aliento en otros más amplios, ahora se vuelven estas operaciones en su contra: lo que tenía que ser un empeño por proteger la propiedad intelectual se convierte, lamentablemente planteado por la ministra de Cultura, en una rebelión de usuarios de internet. El presidente, entre agotado y desconcertado, tiene que volver a hacer de bombero prometiendo vagamente aclarar lo que haya que aclarar.

Los fuegos artificiales son ya causa de incendios colaterales. La debilidad del Gobierno se nota asimismo en la frecuencia con que deja de lado el papel del lehendakari López en el País Vasco, tan esforzado como importante, por mantener acuerdos con los que ganar un poco de tiempo. El fondo de las desgracias es la economía pero no puede olvidarse el funcionamiento de las instituciones, cuestión en la que es especialmente grave el Tribunal Constitucional y las posibles reacciones políticas a su sentencia sobre el Estatuto de Cataluña por parte de algunos de los socios del Gobierno, incluidos los socialistas catalanes. Frente a la crisis, ni se contiene la sangría del desempleo ni se vislumbra un cambio de tendencia -mucho menos una modificación del sistema productivo porque lo diga el BOE- para cuando, por fin, como si fuese un consuelo, se toque fondo. La vicepresidenta económica, contagiada del optimismo antropológico o de la retórica imperante, dice confiar en que los efectos de la Ley de Economía Sostenible reduzcan el nivel de crecimiento necesario para crear empleo. Suena a explicación tan forzada que, más que tranquilizar, aumenta el pavor.

El desastre y sus riesgos consecuentes pueden verse desde la oposición de dos maneras. Una de ellas, que responde a intereses electorales estratégicos, parece hacerse un lugar en algunos dirigentes del PP como si observaran el descalabro con una sonrisa. Un Gobierno a la deriva y un PSOE incapaz de crítica constructiva o apoyo sólido ante la opinión pública hace que, por primera vez en mucho tiempo, el PP esté no sólo por delante en los sondeos, sino como estimación directa de voto y como preferencia de los votantes más jóvenes. Se diría que basta con ponerse de perfil, subrayar los fallos, y esperar las próximas elecciones para conseguir lo que hace tan poco parecía imposible. Pero hay otra perspectiva, que es la de los ciudadanos, según la cual la gravedad de lo que ocurre exige soluciones alternativas o negociadas que las encuestas no satisfacen. El PP, además, no es sólo una parte de la oposición, una opción minoritaria. Es la única alternancia posible y su responsabilidad incluso, a la postre, la verdadera causa de su éxito electoral es ofrecer soluciones concretas y planes alternativos que generen certidumbre.

 

 

 

 

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Un Gobierno insostenible

JOSÉ MARÍA CARRASCAL - Domingo , 06-12-09 - ABC.es - Opinión - Firmas

 

EL último número de la ministra de Cultura, el presidente y la vicepresidenta primera bate todos los records de descoordinación, improvisación, frivolidad, incapacidad, inestabilidad, cobardía y cinismo, los siete pecados capitales de un Gobierno que ni siquiera acierta ya cuando se equivoca. Que la ministra diga por la mañana que se cerrarán todas las webs que se dedican a descargas ilegales de internet, que por la tarde el presidente, ante la algarabía de los internautas, asegure que no se cerrará ninguna web, y que al día siguiente la vicepresidenta afirme que el presidente no ha desautorizado a la ministra, merece ir al Guinness de desgobierno. ¿A quién le daba razón doña María Teresa, a José Luis o a Ángeles? ¿O se la quitaba a los dos? Vaya usted a saber, como cuando lo del «Alakrana». Cuanta más impresión de coordinación quieren dar, más desbarajuste muestran; cuanta más firmeza aparentan, más clara es su debilidad; cuanto más presumen de eficacia, más meten la pata. Hace un año, el PP estaba solo en el Congreso. Hoy, quien está solo es el Gobierno, con todos los grupos criticándole, aunque alguno le venda sus votos a buen precio para no ser derrotado. Lo que deja aún más evidente su debilidad. Tenemos un Gobierno chantajeable, desde dentro y desde fuera. Ahora sabemos por qué lo primero que hizo la vicepresidenta fue hacer posar a las ministras para Vogue: todo iba a ser apariencia, nada, sustancia.

Nos queda el consuelo de que, esta vez, el gatillazo no se ha quedado en nuevo ridículo, sino que ha tenido una consecuencia positiva: dejar en evidencia esa Ley de Economía Sostenible, que no es economía ni es sostenible, sino decorado, ni siquiera de cartón, sino de papel, que se rompe al primer envite, como acabamos de ver.

¿Qué hacen las descargas de internet en esa nueva ley? Pues lo que el resto de sus componentes: bulto y humo para llenar el globo. El entero mandato de Zapatero ha sido un continuo lanzamiento de globos de colores, que acaban por desinflarse y caen a tierra, con daños más o menos graves: la negociación con ETA, el estatuto catalán, la crisis económica, los secuestros de los piratas, por no hablar de la Alianza de Civilizaciones, que no es un globo, es un dirigible a la deriva. Y cuantos más globos se le vienen abajo, más arrecia su sectarismo. Ya que no puede hacer una política verdaderamente social, demostrar al menos que a progresista no le gana nadie: matrimonios homosexuales, aborto, crucifijos, ¿será el puente de la Inmaculada Constitución el próximo en caer, por incluir a la Virgen? No creo, pues con las fiestas, como con los internautas, no se juega. Los parados pueden esperar, el progresismo, no. Lo malo es que el progresismo no da de comer. Yo diría que el verdadero progresismo es el que quita el hambre. Pero es que yo soy un reaccionario.

 

 

jueves, 3 de diciembre de 2009

Nuestra Gran Timonel forofo

Es posible que, las generaciones futuras, puedan resumir los conceptos de: Ignorante, mal educado, irresponsable, etc. en una sola sigla: ZP.

Adjunto el artículo publicado hoy en la sección de Opinión de ABC, por Hermann Tertsch, con el vergonzoso episodio de un descerebrado haciendo quedar mal a toda España internacionalmente y ganándose a pulso el cabreo del Rey...

 

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Nuestro gran timonel forofo

HERMANN TERTSCH - Jueves, 03-12-09 - ABC.es - Opinión - Firmas

 

YA saben todos Ustedes que una de las herencias pesadas que les dejamos nosotros los españoles a los latinoamericanos es nuestra puñetera manía de la impuntualidad. Ni Carlos I de España y V de Alemania, ni su hijo Felipe II, con todo su rigor extremo en tantas cosas, lograron generar cierto respeto por el horario establecido y pactado previamente entre nosotros. Esta especie de relajación ya no es exclusivamente española y latina. Conozco a nietos de Junckers prusianos, aquellos hidalgos de las tierras más orientales de la antigua Alemania que llegan a las citas con media hora de retraso y sin el menor remordimiento. Sus abuelos quizás no los hubieran fusilado por ello, pero les habrían retirado la palabra durante décadas y quizás también la herencia. Pero les voy a hablar de un caso muy peculiar que nos afecta a todos. Porque todos hicimos alarde de grosería, zafiedad y mal comportamiento el pasado domingo, por delegación en ese presidente del Gobierno que una mayoría de todos Ustedes votó de nuevo para el cargo el año pasado a pesar de ser hoy probablemente el mayor fiasco de liderazgo en Europa y sin duda el dirigente que más daño en menos tiempo ha hecho en tiempos de paz en este continente desde que la memoria nos responde. El pasado domingo, el comienzo del acto inaugural de la Cumbre Iberoamericana en Estoril estaba previsto a las ocho de la tarde. Lo dicho, ya sabemos que algunos de nuestros hermanos latinoamericanos tienen nuestros genes de impuntualidad. Varios llegaron diez minutos tarde. Alguno incluso alcanzó a abusar de ese cuarto de hora que se dice de cortesía por cuestiones de tráfico, que no tiene ninguna excusa cuando los que han de moverse son personas con escoltas, policía de tráfico abriendo paso y muchas veces calles cerradas para evitar contratiempos. La cosa es que a las ocho y cuarto estaba toda la Cumbre Iberoamericana reunida y sólo faltaba una delegación. Esa delegación era la española. El Rey estaba perfectamente preparado y esperando a la delegación una hora antes. Y fue cogiendo un muy considerable cabreo cuando comprobó que el tiempo se echaba encima y que no había noticia de la delegación gubernamental que preside, como no puede ser de otra manera, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Éste no es nieto de un Juncker prusiano, sino de un abuelo franquista y otro que, por haber participado en la represión de la revolución de Asturias, se equivocó de lado a la hora de decidirse con quién estar en los primeros días del levantamiento franquista. Se entregó al bando de Franco en León cuando podía haberse ido libre y directamente a las filas republicanas. Pensaba que estaba más seguro con los alzados en armas. No fue así y lo ejecutaron. Lo que no quiere decir en absoluto que no hubiera corrido la misma suerte en el otro bando. En todo caso, ni su abuelo franquista, del que nunca habla y que era quien le compraba las chuches de pequeño, ni el capitán Lozano, el abuelo del que presume y nunca conoció, le pudieron enseñar puntualidad y respeto a su propio cargo y a las instituciones democráticas. Ni siquiera al Rey. Porque el Rey no puede llegar a un acto antes que su primer ministro. Y por eso, cuando todos los puntuales e impuntuales latinoamericanos y los anfitriones portugueses estaban hartos de esperar y el Rey de España con un enfado monumental, se supo cuál era la razón de tan dolorosa espera. El señor Rodríguez Zapatero había dicho a su corte que él no se movía hacia la inauguración de la cumbre hasta que se pitara el final del partido entre el Barcelona Club de Fútbol y el Real Madrid que se estaba retransmitiendo en esos momentos. El Rey le estuvo esperando tres cuartos de hora y los otros participantes un poco más. Nadie sospecha que si hubieran estado presentes el dictador de Cuba o el caudillo de Venezuela, ambos ausentes, hubiera llegado antes Zapatero. Fue sencillamente la gesta de un culé.