sábado, 10 de octubre de 2015

Hispanidad en octubre



Matar a un gendarme
Recogiendo la idea de, llenar de hispanidad estos días de octubre, se me ha ocurrido rememorar alguna anécdota del libro de Santiago Blanco: “El inmenso placer de matar un gendarme”.
Conocí a Blanco en Caracas donde vivía, hace ya muchos años. Me regaló su libro y me contó de viva voz, muchas cosas de su amargo periplo, desde su puesto de Gobernador de Asturias; su huida a Francia, cuando Franco llegó allí con sus tropas africanas y el inhumano maltrato con que los franceses, desde su gobierno, hasta los habitantes de a pie, (con las naturales excepciones), trataron a los españoles huidos, recluyéndolos en campos o playas, sin ningún tipo de instalación, ni ropa o protección de ninguna clase, con hambre y todo tipo de privaciones, absolutamente salvajes.
Curiosamente, para esos españoles, la invasión de Francia por las tropas de Hitler, fue una mezcla de miedo, ya que todos eran clasificados como “rojos”, pero resultó también una cierta liberación, porque a muchos les dieron trabajo, en las construcciones militares, con lo que tuvieron un mejor trato, alimentación y una semi libertad.
El fragmento que he tomado del libro mencionado, y que recomiendo leer a todo el que tenga curiosidad por esta época, nos dice en su pág. 428:
“…nos metimos en un restaurante y pedimos una comida modesta.
Al llegar el momento de pagar, nos ofrecimos para hacer el trabajo que fuese -lavar platos, limpiar la cocina o lo que fuese- para pagar. El patrón, su esposa y un par de camareros, nos formaron un dos de mayo. Entonces prometimos que al llegar a Brest, les enviaríamos el dinero de la comida. Pero no creyeron en nuestra palabra y aquello se convirtió en una serie de insultos contra nosotros. En medio de la escandalera entraron cuatro alemanes, todos oficiales. Ya te imaginarás nuestro terror. Éramos rojos españoles sometidos a la disciplina de la Todt. Y nuestro permiso de veinticuatro horas ya había terminado. Los alemanes interrogaron al dueño del restaurante, quien les explicó que aquellos salvajes españoles habían comido y no querían pagar. El que parecía jefe del grupo de oficiales se dirigió a mí:
-De modo que tú eres español.
-Bueno, señor, republicano.
-Pero tú peleaste contra Franco, ¿verdad?
Yo estaba muerto de miedo
-Pues sí, señor, un poco... pero ahora trabajo en la Todt.
-Y no quieres pagar la comida.
-Es que se nos acabó el dinero. Pero nosotros se lo enviaremos. ¡Palabra!
-¿Palabra de ?
No supe qué contestar, pero el oficial alemán me hablaba en tono extrañamente amistoso. Y me decidí:
-¡Palabra de español!
Entonces el alemán me agarró por la barbilla y me dijo:
>
. .
Lentamente se dirigió al patrón del restaurante. Lo miró un momento y le dio un golpe en el cogote:
-Y tú -le dijo-, agacha esa cabeza. Tú no peleaste. Esos españoles defendieron lo suyo. Vosotros no.
-Y vosotros –agregó- ya les pagasteis a los franceses. Podéis marcharos.
……..
No nos había gustado el incidente, y  decidimos enviarle el dinero de nuestra comida al patrón del restaurante. Se lo enviamos unos días después.”

viernes, 9 de octubre de 2015

Apuntes para Facebook



Apuntes para Facebook
Soy un novato ignorante en esto de las redes sociales… y en muchas otras cosas, y en esto de Facebook, hay algunos detalles que me asombran, y se me ocurren algunos apuntes que, quizá puedan servirle a alguien:
Tema 1.- Vídeos y fotos:
Al filmar un vídeo con el teléfono móvil o celular, no tiene sentido ponerlo en vertical, como hace muchísima gente, y luego ir moviéndolo de un lado para otro, para captar toda la escena.
Si ponemos el teléfono horizontalmente, la imagen que captamos será panorámica, y no tendremos que marear al espectador con inútiles movimientos hacia los lados. Captaremos más parte de la imagen y luego se verá mucho más natural, en lugar de tener dos espacios negros, a ambos lados.
Lo mismo vale para las fotos. Es normal que hagamos una toma vertical si lo que queremos es hacernos una selfie personal, pero si lo que queremos es hacer un grupo, lo normal es poner el teléfono en horizontal. Con otra observación: Si nuestro teléfono tiene flash, hay que procurar que este quede por encima del objetivo, para que la luz llegue desde arriba de la imagen, que es como la consideramos normal. Una cara iluminada desde abajo, queda como teatral o incluso monstruosa…
Cuando hacemos una filmación, debemos pensar que nuestro teléfono o cámara no son como una manguera de jardín, que movemos a los lados y arriba y abajo. Sino como una manguera de bombero, que debe estar sujetada por dos o tres hombres, para que se mantenga fija en un punto, o moverse muy suavemente de un lado para otro. Cuando movemos mucho la cámara, al espectador le resulta molesto e incluso mareante.
Si nuestra cámara de filmación es muy liviana, como suelen ser los teléfonos, podemos hacer que se mantenga más firme o se mueva más suavemente, haciendo que “pese”, lo que se consigue si le enganchamos algo que cuelgue, como por ejemplo un bolso de mujer, que suelen pesar varios kilos. Al teléfono, le podemos enganchar cualquier bolso sin problemas, ya que, con que dejemos libre el objetivo, toda la otra superficie del mismo, está libre.
Otra forma de conseguir firmeza en la cámara o teléfono es, atarle un cordón, cinta o correa, que cuelgue hasta el suelo y, pisando el extremo del suelo con el pie, tensionarlo suavemente hacia arriba, para que se mantenga firme y los movimientos sean suaves.
Naturalmente que, en todos los casos, podremos ayudarnos en esta tarea, si podemos apoyar el cuerpo contra una pared, árbol o columna, y siempre, mantener las piernas abiertas como una “A”, con uno de los pies más adelantado que el otro.
Es fundamental fijarnos en la parte más importante de la escena, y no andar moviendo la cámara de un lado para otro, y volver otra vez a la posición anterior. Si se puede mantener la cámara absolutamente inmóvil, mejor. Y si queremos mostrar un salón amplio o paisaje, que no entra totalmente “en campo”, es decir, que no se puede ver completo de una vez, podemos mover la cámara de un lado al otro, pero empezando con una toma quieta y luego moviendo suavemente la cámara hasta el otro lado, donde terminará en otra toma quieta, de unos segundos. Sin volver atrás.
Hay que recordar que, todas las cámaras y teléfonos modernos, graban sonido al mismo tiempo que imagen, por lo que podemos hacer comentarios o explicar la toma, al mismo tiempo que grabamos, con lo que nuestro vídeo quedará más completo.
Tema 2.- Sucesos:
Se ven en estas redes, infinidad de noticias o acontecimientos tomados de periódicos o noticieros de TV. Pero nadie se molesta en explicar de qué país o ciudad son las noticias. Sería muy interesante si en el título se dijera por ejemplo: El Universal, Caracas…
Hay que tener en cuenta que, muchísimas cabeceras de periódico y cadenas de TV se llaman igual en muy diferentes países. Así que, con poner por ejemplo: “El País”, “La Nación”, “El Universal”, “Hoy”, “La Razón”, etc. No estamos diciendo nada…
Lo mismo ocurre con el nombre de personajes: Un “famoso” del deporte o los programas de televisión, que es conocidísimo en una zona de esta aldea global, puede ser un ilustre desconocido en el resto del mundo, así que, con poner su nombre y luego contarnos sus avatares sexuales o problemas policiales en detalle, no estamos diciendo nada… Lo lógico sería empezar por aclarar a qué país nos estamos refiriendo y cuál es la especialidad de su fama…
En fin. Espero que estas inquietudes de un intruso en estas redes, puedan serle de alguna utilidad a alguien…
Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid, octubre de 2015

martes, 22 de septiembre de 2015

Inflación



 Inflación

Una amigo, tiene como fetiche o talismán, una moneda de oro colombiana de 1924, de cinco pesos. En una de sus visitas a Madrid, estuvimos admirándola y nos picó la curiosidad de saber cuánto valdría hoy, así que buscamos un numismático, quien la pesó y le ofreció a mi amigo comprársela por 205 euros, contantes y sonantes… No contentos en esta opinión, le preguntamos por su valor numismático y nos dijo que no era apreciable, pero que esa evaluación, era simplemente por el oro que contenía.
Esto equivale a unos 700.000 Pesos colombianos actuales. Lo que representa una inflación impresionante, por los ceros que siguen a la cifra porcentual, en los 90 años que han transcurrido, desde que circulaba libremente. Aunque supongo que en aquella época, habría pocas cosas en Colombia que costaran cinco pesos, ya que, treinta años después, todavía una gaseosa o un pasaje en autobús, costaban 15 centavos…
Pero la realidad es, que en aquellos tiempos en Colombia y otros países, las monedas valían lo que decían. Esto es: Esa moneda de cinco pesos, contenía oro por valor de cinco pesos. Daba igual usarla como moneda o fundirla y vender el oro, porque le darían a su dueño, cinco pesos. Luego, las cosas fueron cambiando y hoy, nos dan unas monedas que “representan” un valor, pero su contenido no tiene nada que ver. Incluso, hay monedas que cuesta fabricarlas, más de lo que luego representan. Y los billetes no digamos. Son “recibos”, cuyo valor real puede cambiar en minutos… Por eso se dice que: Algún día, nos daremos cuenta de que “El dinero no se puede comer”…
Todo esto, nos hizo pensar en el problema de la inflación, que parece ser algo permanente y que afecta a todos los países, hasta los más ricos, aunque hay diferencias abismales entre unos y otros.
Venezuela, es hoy uno de los países donde su moneda va perdiendo valor por minutos, y Argentina ha cambiado de moneda, quitándole tres ceros cada vez, e incluso cambiándole de nombre, porque su inflación es aterradora. Pero quizá el caso más impresionante, haya sido el de Alemania en la República de Weimar, que, curiosamente, transcurría en la misma época en que la moneda colombiana que nos ocupa, circulaba libremente por la calle.
En ese mismo año 1924, en Alemania se modificaba el valor de los billetes sobreimprimiéndoles otra cifra encima, pero hasta extremos verdaderamente asombrosos: Un billete de 1.000 Marcos, se le imprimía un texto por el que se aumentaba su valor en un millardo, (Mil millones), con lo que cambiaba a valer “Un billón de marcos”. (En América, suelen llamar “billón” a mil millones, pero en Europa, un billón son un millón de millones).
He entresacado de Internet unas cifras de esa época, que lo dejan a uno pasmado de ver que, esas cosas ocurrían y siguen ocurriendo en algunos lugares, aunque no tan extremos como, el tener que contratar el precio de una comida antes de empezar, porque éste cambiaba mientras comían…
En enero de 1923, una barra de pan costaba 250 Marcos. Nueve meses después, el precio de la misma se había disparado a 200.000 millones. Algunas anécdotas ilustran la situación por la que tuvieron que pasar los ya castigados alemanes durante ese periodo.
Un periódico que costaba 1 Marco en mayo de 1922, se ponía a la venta en noviembre de 1923 por 70 millones de Marcos.
Era más barato quemar billetes en la estufa que usarlos para comprar carbón o madera.
En un restaurante, lo normal era negociar un precio fijo antes de comer, pues los precios podían subir durante la comida. 
En lugar de contar todos los billetes necesarios para comprar un producto, los comerciantes los pesaban.
A los trabajadores se les pagaba dos veces al día y se les daba una pausa para que pudiesen ir a comprar bienes antes de que el dinero perdiera aún más valor, en muchos casos, bienes que no necesitaban, pero que podían intercambiar posteriormente.
Muchos cobraban sus emolumentos en maletas; un trabajador descuidó la suya, y encontró al volver que habían robado la maleta, pero no el dinero.
Y sin embargo…
Alemania había perdido la I Guerra Mundial, y mucha parte de este desastre económico, se debió al Tratado de Versalles, que imponía unas reparaciones de guerra imposibles. Pero salió de este atolladero, aunque para caer en otro peor, con la llegada de Hitler… Empezó una febril industrialización, quizá orientada sólo a la guerra, que parece que estaba prevista desde antes. Pero al perder la II Guerra Mundial, con millones de soldados jóvenes muertos, y una ingente cantidad de hombres, mujeres y niños de edades variadas, sus ciudades destruidas y su industria desmantelada, por la guerra y por el saqueo de los vencedores… volvió a rehacerse.
Mientras tanto, Colombia vivía en una placidez idílica, disfrutando de un inmenso país, con una impresionante riqueza en recursos naturales y una población inteligente y emprendedora, con una vida sólo entorpecida por una violencia que empezaron los políticos de uno y otro partido, pero que, como toda violencia, se sabe cómo empieza, pero nunca cómo acaba. Y de hecho, esa violencia ni ha acabado ni se vislumbra un final real, por mucho que se hable de “Pazzz” todos los días. Y esa inflación que cambia de una moneda de 5 pesos a 700.000, parece que tampoco tenga un remedio factible por el momento.
Alemania, tiene un territorio que es como la cuarta parte de Colombia, sin acercarse ni por asomo a sus riquezas naturales, y con unas personas que no se puede afirmar que sean mejores ni peores que los colombianos. Ha creado una Unión Europea, con una moneda que es referencia mundial. Tiene una Gobernante que, les habla de tú a tú a los dirigentes de los grandes países del mundo: Obama, Putin, etc. y sin necesidad de traductores, mientras les dice a los otros países de Europa, lo que pueden o no pueden hacer. (En España, tendremos que ponernos a aprender alemán, para entender las instrucciones)...
Ni que decir tiene que, si cualquier persona que conozca un poco, quiere comprarse un automóvil, una cámara fotográfica o cualquier otro electrodoméstico, intenta que sea alemán… siempre que pueda pagarlo.
Todo esto, me inquieta y me pone a pensar: ¿Por qué?
He entresacado unos datos de Wikipedia, donde se ve que el territorio es como la cuarta parte y los habitantes algo menos del doble en Alemania que en Colombia, pero el PIB es nueve veces mayor en Alemania y el PIB per cápita, es “sólo” cinco veces mayor, porque en Colombia, al haber menos personas para repartir, tocan a más, porcentualmente…


La verdad es que, no tengo ni puñetera idea del por qué, pero es indudable que algo debe de pasar. Así que, dejo la inquietud para los que puedan resolver el enigma…                                        
         Enrique Gutiérrez y Simón 
 Madrid, sept. de 2015

lunes, 7 de septiembre de 2015

Boletín Patrimonio Fílmico

Enlace al Boletín de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, en que han publicado mi artículo sobre Máximo Calvo, incluyendo fotografías del personaje y de diversos aspectos de la haciendo El Paraíso y personajes de la época.
http://www.patrimoniofilmico.org.co/index.php/documentos-y-publicaciones/boletines/202-boletin-numero-62-de-la-fpfc

jueves, 18 de junio de 2015



Máximo Calvo

Es posible que, cuando las personas que conocen el tema, se refieren a Máximo Calvo como “un genio”, estén en lo cierto, pero en mi concepto, este calificativo, lo merece por muchas más razones de las obvias: Fue el productor y director de fotografía, de la película de más éxito de taquilla de su tiempo, que además, era una de las primeras de largo metraje… (Larguísimo metraje, más bien), argumental y en 35 mm. de toda la historia del cine colombiano.
Basada en la obra “María” de Jorge Isaac y desafortunadamente perdida, ya que su yerno, confiesa haber quemado en la terraza de su casa, todo el material fílmico de su suegro, “porque les estorbaba”. Esperemos que algún día, aparezcan los rollos de la película completa en cualquier pueblo de Bolivia, por ejemplo… Ya que según dice su hija, la película se envió a varios países de Iberoamérica, pero nunca se supo del dinero producido ni de la película en sí. De donde se deduce que no tuvo el éxito alcanzado en Colombia… o que algunos “vivos” de la época, se hicieron los sordos, aprovechando las muy deficientes comunicaciones existentes.
Cuando la vida me llevó a vivir en Cali, en 1964, conocí “El Paraíso”, de la mano de mi amigo y poeta Oscar Echeverri, la novela, la “tumba de María” y luego el monumento correspondiente en la plaza de La EE. MM. de Cali. Lo que me llevó como no podía ser de otra manera, a conocer a su autor e invitarlo como personaje de honor, a las presentaciones de cine que empecé a hacer en el Ateneo de Santiago de Cali, fundado por el español Juan Manuel Ruiz de Torres.
Por aquella época, Máximo era ya un hombre muy mayor, que hablaba poco y al que probablemente, el cine de que hablábamos nosotros, a veces de tipo científico, con cámaras de alta velocidad, de miles de imágenes por segundo, no le interesaba, como tampoco noté ningún interés en los temas, por parte de su hija y yerno, que se dedicaban a la restauración de figuras de porcelana…
Quizá uno de los aspectos más importantes de la película María, haya sido la otra faceta de la genialidad de Máximo, basada en su explotación comercial, porque aparte las presentaciones en los cines ya existentes en las grandes ciudades, y según me contó él, viajaba por los pueblos de Colombia con la película y un proyector portátil. Al llegar a un pueblo, buscaba el local más grande que existiera y negociaba con su dueño el alquiler, poniendo como telón una simple sábana y anunciando la película por los medios a su alcance. Muchas veces se decía a los asistentes que trajeran las silla, o simplemente veían la película de pie.
Todo esto, hizo que esta película produjera dinero como para edificar dos casas, que existen todavía en lo que llegó a ser uno de los barrios exclusivos de Cali, en el norte, pero que en los años 20, los viejos del lugar comentaban: Ese español loco, está enterrando un montón de plata… “al otro lado del río”. Probablemente, por la dificultad de cruzar “al otro lado del río”, porque sólo existiría el puente Ortiz, los españoles de la época, con Máximo incluido, aportaron el dinero para construir el puente España, que da acceso a la plaza del CAM.
Otro de los aspectos geniales de Máximo es, el que se las arreglara para revelar la película en forma artesanal, que supongo en sistema reversible, como hacían los Hnos. Domenico con su noticiero en Bogotá, porque el sistema negativo-positivo, no se me ocurre cómo podría hacerse, fuera de un laboratorio profesional. Estuve trabajando un tiempo en los Laboratorios Madrid Film, 30 años después del estreno de “María”, y no creo que se pudiera hacer una máquina copiadora en forma artesanal, por mucho ingenio que se tenga. Supongo que Máximo, se fabricó un tambor gigante para revelar la película, que es el sistema que se usaba al principio, pero lo de lavarla en las dos acequias que corren a los lados del Paraíso, ya se me hace una fábula muy romántica, pero irreal. Hay que tener en cuenta que, los datos que se tienen son de tres horas de duración en la proyección, a 16 imágenes por segundo, lo que daría una longitud total de la película de unos 3.600 metros… Si se hubiera realizado a 24 imágenes por segundo, el largo total superaría los cuatro kilómetros y medio, así que la recreación que se ha hecho en el documental “En busca de María”, con un personaje lavando un pedacito de película en un arroyo, queda muy bien, pero… ese pedazo de película, apenas duraría unos segundos en la proyección.
Otra faceta que me parece importantísima de la genialidad de Máximo es, que ya buscaba encuadres de cámara diferentes a lo que era la mayoría de lo que se hacía en esa época, con la cámara a nivel del suelo y los actores delante, como si de un escenario de teatro se tratara. En los tres fragmentos que se conservan de la película, tenemos un picado, un contrapicado y una escena a nivel en el río. Y en las recreaciones del documental “En busca de María”, se muestran también cámaras situadas en lugares diferentes a lo habitual. Sobre la famosa roca de El Paraíso, etc.
Por algunas referencias, hubo críticos de la época que consideraban la película, demasiado fiel a la novela. Y supongo que esto hay que analizarlo teniendo en cuenta el contexto: La película se hizo en los alegres años 20’, donde el mundo bailaba y vivía despreocupadamente, dirigiéndose como un tren sin frenos a la gran depresión de 1929, pero la novela se había escrito hacía casi 80 años, en pleno auge del romanticismo trágico y hasta funerario de Larra, Becquer y demás…
Probablemente, este sea otro aspecto de la genialidad de Máximo. El haberse ceñido al original sin reinterpretaciones personales que, podrían haber hecho una película memorable, o haber estropeado la idea definitivamente. Esperemos que la fortuna nos permita algún día encontrar una copia de la película, para que cada uno pueda opinar con conocimiento de causa.

Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid, junio de 2015