martes, 22 de septiembre de 2015

Inflación



 Inflación

Una amigo, tiene como fetiche o talismán, una moneda de oro colombiana de 1924, de cinco pesos. En una de sus visitas a Madrid, estuvimos admirándola y nos picó la curiosidad de saber cuánto valdría hoy, así que buscamos un numismático, quien la pesó y le ofreció a mi amigo comprársela por 205 euros, contantes y sonantes… No contentos en esta opinión, le preguntamos por su valor numismático y nos dijo que no era apreciable, pero que esa evaluación, era simplemente por el oro que contenía.
Esto equivale a unos 700.000 Pesos colombianos actuales. Lo que representa una inflación impresionante, por los ceros que siguen a la cifra porcentual, en los 90 años que han transcurrido, desde que circulaba libremente. Aunque supongo que en aquella época, habría pocas cosas en Colombia que costaran cinco pesos, ya que, treinta años después, todavía una gaseosa o un pasaje en autobús, costaban 15 centavos…
Pero la realidad es, que en aquellos tiempos en Colombia y otros países, las monedas valían lo que decían. Esto es: Esa moneda de cinco pesos, contenía oro por valor de cinco pesos. Daba igual usarla como moneda o fundirla y vender el oro, porque le darían a su dueño, cinco pesos. Luego, las cosas fueron cambiando y hoy, nos dan unas monedas que “representan” un valor, pero su contenido no tiene nada que ver. Incluso, hay monedas que cuesta fabricarlas, más de lo que luego representan. Y los billetes no digamos. Son “recibos”, cuyo valor real puede cambiar en minutos… Por eso se dice que: Algún día, nos daremos cuenta de que “El dinero no se puede comer”…
Todo esto, nos hizo pensar en el problema de la inflación, que parece ser algo permanente y que afecta a todos los países, hasta los más ricos, aunque hay diferencias abismales entre unos y otros.
Venezuela, es hoy uno de los países donde su moneda va perdiendo valor por minutos, y Argentina ha cambiado de moneda, quitándole tres ceros cada vez, e incluso cambiándole de nombre, porque su inflación es aterradora. Pero quizá el caso más impresionante, haya sido el de Alemania en la República de Weimar, que, curiosamente, transcurría en la misma época en que la moneda colombiana que nos ocupa, circulaba libremente por la calle.
En ese mismo año 1924, en Alemania se modificaba el valor de los billetes sobreimprimiéndoles otra cifra encima, pero hasta extremos verdaderamente asombrosos: Un billete de 1.000 Marcos, se le imprimía un texto por el que se aumentaba su valor en un millardo, (Mil millones), con lo que cambiaba a valer “Un billón de marcos”. (En América, suelen llamar “billón” a mil millones, pero en Europa, un billón son un millón de millones).
He entresacado de Internet unas cifras de esa época, que lo dejan a uno pasmado de ver que, esas cosas ocurrían y siguen ocurriendo en algunos lugares, aunque no tan extremos como, el tener que contratar el precio de una comida antes de empezar, porque éste cambiaba mientras comían…
En enero de 1923, una barra de pan costaba 250 Marcos. Nueve meses después, el precio de la misma se había disparado a 200.000 millones. Algunas anécdotas ilustran la situación por la que tuvieron que pasar los ya castigados alemanes durante ese periodo.
Un periódico que costaba 1 Marco en mayo de 1922, se ponía a la venta en noviembre de 1923 por 70 millones de Marcos.
Era más barato quemar billetes en la estufa que usarlos para comprar carbón o madera.
En un restaurante, lo normal era negociar un precio fijo antes de comer, pues los precios podían subir durante la comida. 
En lugar de contar todos los billetes necesarios para comprar un producto, los comerciantes los pesaban.
A los trabajadores se les pagaba dos veces al día y se les daba una pausa para que pudiesen ir a comprar bienes antes de que el dinero perdiera aún más valor, en muchos casos, bienes que no necesitaban, pero que podían intercambiar posteriormente.
Muchos cobraban sus emolumentos en maletas; un trabajador descuidó la suya, y encontró al volver que habían robado la maleta, pero no el dinero.
Y sin embargo…
Alemania había perdido la I Guerra Mundial, y mucha parte de este desastre económico, se debió al Tratado de Versalles, que imponía unas reparaciones de guerra imposibles. Pero salió de este atolladero, aunque para caer en otro peor, con la llegada de Hitler… Empezó una febril industrialización, quizá orientada sólo a la guerra, que parece que estaba prevista desde antes. Pero al perder la II Guerra Mundial, con millones de soldados jóvenes muertos, y una ingente cantidad de hombres, mujeres y niños de edades variadas, sus ciudades destruidas y su industria desmantelada, por la guerra y por el saqueo de los vencedores… volvió a rehacerse.
Mientras tanto, Colombia vivía en una placidez idílica, disfrutando de un inmenso país, con una impresionante riqueza en recursos naturales y una población inteligente y emprendedora, con una vida sólo entorpecida por una violencia que empezaron los políticos de uno y otro partido, pero que, como toda violencia, se sabe cómo empieza, pero nunca cómo acaba. Y de hecho, esa violencia ni ha acabado ni se vislumbra un final real, por mucho que se hable de “Pazzz” todos los días. Y esa inflación que cambia de una moneda de 5 pesos a 700.000, parece que tampoco tenga un remedio factible por el momento.
Alemania, tiene un territorio que es como la cuarta parte de Colombia, sin acercarse ni por asomo a sus riquezas naturales, y con unas personas que no se puede afirmar que sean mejores ni peores que los colombianos. Ha creado una Unión Europea, con una moneda que es referencia mundial. Tiene una Gobernante que, les habla de tú a tú a los dirigentes de los grandes países del mundo: Obama, Putin, etc. y sin necesidad de traductores, mientras les dice a los otros países de Europa, lo que pueden o no pueden hacer. (En España, tendremos que ponernos a aprender alemán, para entender las instrucciones)...
Ni que decir tiene que, si cualquier persona que conozca un poco, quiere comprarse un automóvil, una cámara fotográfica o cualquier otro electrodoméstico, intenta que sea alemán… siempre que pueda pagarlo.
Todo esto, me inquieta y me pone a pensar: ¿Por qué?
He entresacado unos datos de Wikipedia, donde se ve que el territorio es como la cuarta parte y los habitantes algo menos del doble en Alemania que en Colombia, pero el PIB es nueve veces mayor en Alemania y el PIB per cápita, es “sólo” cinco veces mayor, porque en Colombia, al haber menos personas para repartir, tocan a más, porcentualmente…


La verdad es que, no tengo ni puñetera idea del por qué, pero es indudable que algo debe de pasar. Así que, dejo la inquietud para los que puedan resolver el enigma…                                        
         Enrique Gutiérrez y Simón 
 Madrid, sept. de 2015

lunes, 7 de septiembre de 2015

Boletín Patrimonio Fílmico

Enlace al Boletín de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, en que han publicado mi artículo sobre Máximo Calvo, incluyendo fotografías del personaje y de diversos aspectos de la haciendo El Paraíso y personajes de la época.
http://www.patrimoniofilmico.org.co/index.php/documentos-y-publicaciones/boletines/202-boletin-numero-62-de-la-fpfc