Inflación
Una amigo, tiene como fetiche o talismán, una moneda de oro
colombiana de 1924, de cinco pesos. En una de sus visitas a Madrid, estuvimos
admirándola y nos picó la curiosidad de saber cuánto valdría hoy, así que
buscamos un numismático, quien la pesó y le ofreció a mi amigo comprársela por
205 euros, contantes y sonantes… No contentos en esta opinión, le preguntamos
por su valor numismático y nos dijo que no era apreciable, pero que esa
evaluación, era simplemente por el oro que contenía.
Esto equivale a
unos 700.000 Pesos colombianos actuales. Lo que representa una inflación
impresionante, por los ceros que siguen a la cifra porcentual, en los 90 años
que han transcurrido, desde que circulaba libremente. Aunque supongo que en
aquella época, habría pocas cosas en Colombia que costaran cinco pesos, ya que,
treinta años después, todavía una gaseosa o un pasaje en autobús, costaban 15
centavos…
Pero la realidad es, que en aquellos tiempos en Colombia y
otros países, las monedas valían lo que decían. Esto es: Esa moneda de cinco
pesos, contenía oro por valor de cinco pesos. Daba igual usarla como moneda o
fundirla y vender el oro, porque le darían a su dueño, cinco pesos. Luego, las
cosas fueron cambiando y hoy, nos dan unas monedas que “representan” un valor,
pero su contenido no tiene nada que ver. Incluso, hay monedas que cuesta
fabricarlas, más de lo que luego representan. Y los billetes no digamos. Son
“recibos”, cuyo valor real puede cambiar en minutos… Por eso se dice que: Algún
día, nos daremos cuenta de que “El dinero no se puede comer”…
Todo esto, nos hizo pensar en el problema de la inflación,
que parece ser algo permanente y que afecta a todos los países, hasta los más
ricos, aunque hay diferencias abismales entre unos y otros.
Venezuela, es hoy uno de los países donde su moneda va
perdiendo valor por minutos, y Argentina ha cambiado de moneda, quitándole tres
ceros cada vez, e incluso cambiándole de nombre, porque su inflación es
aterradora. Pero quizá el caso más impresionante, haya sido el de Alemania en
la República de Weimar, que, curiosamente, transcurría en la misma época en que
la moneda colombiana que nos ocupa, circulaba libremente por la calle.
En ese mismo año 1924,
en Alemania se modificaba el valor de los billetes sobreimprimiéndoles otra
cifra encima, pero hasta extremos verdaderamente asombrosos: Un billete de
1.000 Marcos, se le imprimía un texto por el que se aumentaba su valor en un millardo,
(Mil millones), con lo que cambiaba a valer “Un billón de marcos”. (En América,
suelen llamar “billón” a mil millones, pero en Europa, un billón son un millón
de millones).
He entresacado de Internet unas cifras de esa época, que lo
dejan a uno pasmado de ver que, esas cosas ocurrían y siguen ocurriendo en
algunos lugares, aunque no tan extremos como, el tener que contratar el precio
de una comida antes de empezar, porque éste cambiaba mientras comían…
En enero de 1923, una barra de pan costaba 250 Marcos. Nueve
meses después, el precio de la misma se había disparado a 200.000 millones.
Algunas anécdotas ilustran la situación por la que tuvieron que pasar los ya
castigados alemanes durante ese periodo.
Un periódico que costaba 1 Marco en mayo de 1922, se ponía a
la venta en noviembre de 1923 por 70 millones de Marcos.
Era más barato quemar billetes en la estufa que usarlos para
comprar carbón o madera.
En
un restaurante, lo normal era negociar un precio fijo antes de comer, pues los
precios podían subir durante la comida.
En lugar de contar todos los billetes necesarios para comprar
un producto, los comerciantes los pesaban.
A los trabajadores se les pagaba dos veces al día y se les
daba una pausa para que pudiesen ir a comprar bienes antes de que el dinero
perdiera aún más valor, en muchos casos, bienes que no necesitaban, pero que
podían intercambiar posteriormente.
Muchos cobraban sus emolumentos en maletas; un trabajador
descuidó la suya, y encontró al volver que habían robado la maleta, pero no el
dinero.
Y sin embargo…
Alemania había perdido la I Guerra Mundial, y mucha parte de
este desastre económico, se debió al Tratado de Versalles, que imponía unas
reparaciones de guerra imposibles. Pero salió de este atolladero, aunque para
caer en otro peor, con la llegada de Hitler… Empezó una febril
industrialización, quizá orientada sólo a la guerra, que parece que estaba
prevista desde antes. Pero al perder la II Guerra Mundial, con millones de
soldados jóvenes muertos, y una ingente cantidad de hombres, mujeres y niños de
edades variadas, sus ciudades destruidas y su industria desmantelada, por la
guerra y por el saqueo de los vencedores… volvió a rehacerse.
Mientras tanto, Colombia vivía en una placidez idílica,
disfrutando de un inmenso país, con una impresionante riqueza en recursos
naturales y una población inteligente y emprendedora, con una vida sólo
entorpecida por una violencia que empezaron los políticos de uno y otro
partido, pero que, como toda violencia, se sabe cómo empieza, pero nunca cómo
acaba. Y de hecho, esa violencia ni ha acabado ni se vislumbra un final real,
por mucho que se hable de “Pazzz” todos los días. Y esa inflación que cambia de
una moneda de 5 pesos a 700.000, parece que tampoco tenga un remedio factible
por el momento.
Alemania, tiene un territorio que es como la cuarta parte de
Colombia, sin acercarse ni por asomo a sus riquezas naturales, y con unas
personas que no se puede afirmar que sean mejores ni peores que los
colombianos. Ha creado una Unión Europea, con una moneda que es referencia
mundial. Tiene una Gobernante que, les habla de tú a tú a los dirigentes de los
grandes países del mundo: Obama, Putin, etc. y sin necesidad de traductores,
mientras les dice a los otros países de Europa, lo que pueden o no pueden
hacer. (En España, tendremos que ponernos a aprender alemán, para entender las
instrucciones)...
Ni que decir tiene que, si cualquier persona que conozca un
poco, quiere comprarse un automóvil, una cámara fotográfica o cualquier otro
electrodoméstico, intenta que sea alemán… siempre que pueda pagarlo.
Todo esto, me inquieta y me pone a pensar: ¿Por qué?
He entresacado unos datos de Wikipedia, donde se ve que el
territorio es como la cuarta parte y los habitantes algo menos del doble en
Alemania que en Colombia, pero el PIB es nueve veces mayor en Alemania y el PIB
per cápita, es “sólo” cinco veces mayor, porque en Colombia, al haber menos
personas para repartir, tocan a más, porcentualmente…
La verdad es que, no tengo ni puñetera idea del por qué, pero
es indudable que algo debe de pasar. Así que, dejo la inquietud para los que puedan
resolver el enigma…
Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid, sept. de 2015