viernes, 3 de octubre de 2014

El cheque



A veces, el correo nos trae sorpresas agradables… aunque sean pequeñitas…

Ayer, me llegó un sobre un tanto misterioso, sin nombre en el remite, pero sí se veía que procedía del Reino Unido. Y al abrirlo, contenía una especie de factura o nota remisoria y un cheque, de 4,24 euros, con el membrete de Amazon…

Por supuesto, deduje inmediatamente que se debía al abono de la venta de un ejemplar de mi libro Marina y Floro, que ya se estaba vendiendo en las librerías, en formato impreso, desde hace dos años y va por la segunda edición. Pero en el mundo ya no se usan prácticamente cheques, porque todo se hace por ingreso o cobro directo en la cuenta correspondiente, así que el hecho de ver un cheque producto del trabajo propio, siempre es emocionante, por más que la cantidad sea tan mínima que, si se quiere ingresar en una cuenta, las comisiones valdrán más que el mismo cheque.

Habrá que enmarcarlo, como esos comerciantes que pegan en el mostrador la primera moneda que consiguen en la venta…

Y unos datos curiosos: La venta parece que se hizo en abril, luego se factura el 12 de septiembre y llega en octubre… Pobre el autor que esté esperando sus ingresos para comprar mercado… Claro que a los autores a los que les lleguen cheques con muchos ceros a la derecha… vale, pero en este, lo que pone es que todo con ceros a la izquierda de la pírrica cantidad… Cientos de miles, Zero. Decenas de miles, Zero… etc.

Me viene a la mente el cuento de aquel escritor novel que, cuando vio su libro por primera vez en un escaparate de la librería, pasaba todos los días a preguntar si se había vendido alguno, siempre son respuestas negativas… hasta que un día, le dieron la gran noticia de que se había vendido… ¡Un ejemplar!

A los pocos días, se encontró en la calle con un amigo, que le dijo: - He leído tu libro.

Y el autor le contestó: ¡Ah! ¿Fuiste tú?...