miércoles, 1 de noviembre de 2017

Mano firme, corazón grande





Mano firme, corazón grande
Mano firme, corazón grande, es una frase del ex presidente de Colombia, como método para luchar contra los narcoterroristas de aquel país. Primero, combatirlos con mano firme, y una vez derrotados, tener corazón grande, para delimitar las responsabilidades de los dirigentes, porque, obviamente, la mayoría de los guerrilleros, no son culpables de esa guerra, e incluso muchos han sido reclutados a la fuerza.
Creo que, es una situación similar, salvadas las enormes diferencias, aplicable al problema que han creado en Cataluña, una banda de facinerosos de mentalidad fascista. Basados en historias inventadas y supuestos agravios que, han convencido a miles de catalanes ingenuos, pero no con razones, sino con fábulas, imposiciones y órdenes terminantes.
Lo que no se dice en esos grupos dictatoriales, pero que la inmensa mayoría de los catalanes, ha deducido por propio sentido común, son algunas cosas como estas:
Es perfectamente natural, sentir cariño o amor, por el lugar en que uno ha nacido. Donde ha transcurrido su infancia y donde están enterrados sus ascendientes. Lo que no es natural es: Pensar que uno es superior a otro cualquiera, por el simple hecho, muchas veces circunstancial o casual, de haber nacido aquí, y no en otro cualquiera de los lugares del mundo. Ese es el nacionalismo. Siempre nocivo y equivocado. Sin ninguna razón objetiva. Y mucho peor, como ya se ha hecho, el denigrar de determinados habitantes de otros territorios, englobándolos a todos en una palabra: Andaluces, extremeños, madrileños, o lo que sea. Como si los humanos fuéramos entes uniformes, cortados todos por el mismo rasero, como pensaban los de la ideología nazi. O sea que, además de nacionalistas, racistas. Parece imposible ser más irracionales e ignorantes.
El tener la suerte de disfrutar de un idioma propio, aquel en que oímos las primeras y amorosas palabras de nuestra madre, es digno y afortunado. El querer imponer ese idioma a otros, a la fuerza, es indigno e inútil. Los idiomas son para comunicarse, no para crear enfrentamientos y barreras.  
El querer que la región donde uno ha nacido, o simplemente vive en ella, se separe del país a que pertenece, no parece sensato, ya que la historia va en dirección exactamente contraria, para hacer entidades políticas más grandes y más competitivas en el mundo actual, pero pensar así es lícito, y no está prohibido ni contraviene ninguna ley o tratado. El problema es: ¿Cómo se hace eso? Y en este tema, todos los casos son diferentes y tienen sus condiciones expresas para realizarlo. El intentar hacerlo, contra el sentir de la mayoría de los ciudadanos y contra todas las leyes existentes, es simplemente una locura.
En Cataluña, la mayoría de sus ciudadanos, quieren vivir tranquilos y prosperar en sus ocupaciones, pero se han visto maltratados, discriminados y amedrentados, por una minoría vociferante y soberbia que, quizá no sabía bien ni lo que quería, ni lo que es más grave, qué querían los que los empujaron a esa aventura, o que intereses ocultos les movían.
Pero esa mayoría silenciosa, ha estado durante años constreñida en sus legítimas aspiraciones de progreso y tranquilidad, hasta que se ha rebosado el vaso y ha hablado, pacífica pero enérgicamente. Y mediante esa “mano firme”, se ha derrotado el aventurerismo de los facinerosos y se vislumbra ya la luz al final de túnel.

Ahora, viene lo más difícil: Aplicar la segunda parte de la frase: Corazón grande. Tenemos por delante, el largo y tortuoso camino de, restaurar la convivencia, entre familias, amigos y compañeros de trabajo, que rompieron los ilusos dementes, con sus torcidas aspiraciones, de ser los mandamases indiscutibles de un pequeño país, donde sus órdenes, consignas y hasta los pensamientos, tuvieran que ser acatados sin posibilidad de discusión ni razonamiento alguno.
Muchos de los ciudadanos, oyeron esos cantos de sirena y los siguieron de buena fe, convencidos de que eran verdad, las fábulas inventadas por los interesados en romper la convivencia. Y esos sentimientos y enfrentamientos, dejan unas huellas profundas, difíciles de restaurar. Para lo que se necesitarán grandes dosis de tolerancia, comprensión y buena voluntad. Y esperemos que se haga ese esfuerzo por ambas partes.
Naturalmente que, los responsables de esta loca aventura, habrán de responder de sus actos ante la Justicia, pero eso no debe afectar a los ciudadanos que les siguieron de buena fe, que no deben sentirse acusados ellos mismos, que no fueron responsables, ni pretender inmolarse con el pretendido líder, como las mujeres hindúes, que se quemaban en la hoguera, con el cadáver de su marido.
Y, por supuesto, los que estuvieron sufriendo la opresión y oprobio durante todos estos años, habrán de reprimir su deseo de venganza. Porque si es lógico que los responsables sean juzgados, no es lógico que se mantenga esa división y encono de unos contra otros, que ellos sembraron. Por lo que será necesario hacer un gran esfuerzo de tolerancia y olvido, para restaurar la vida civil, en los términos de paz y convivencia, que nunca debieron perderse, y que además son absolutamente connaturales al espíritu catalán.
Así pues, si ahora, aquellos que enarbolaban banderas inventadas y vociferaban envalentonados por la masa, manejada entre bambalinas por los dirigentes ilusos, ahora están callados. No es recomendable ni beneficioso para nadie que, los que han estado sufriendo sus insultos hasta ahora, respondan con las mismas actitudes agresivas de ellos, lo que los colocaría a su mismo nivel de horda, o masa manejada como manada de ovejas. Lo que sería lógico es que, se tenga una actitud de tolerancia y olvido, para restaurar la convivencia rota.
Es fundamental, tener en cuenta que la PAZ, es una vía de doble sentido. Sólo hay paz, si todas las partes creen en ella y la practican, sin restricciones.
Y si después de restaurada la convivencia y la vida normal, hay personas que quieren la independencia, bien está. El tener ideas diferentes y aspirar a lo que a uno le apetezca, es el fundamento de la democracia. Simplemente, hay que respetar las leyes y seguir los procedimientos adecuados que estas leyes prevén, para conseguir los objetos que cada uno apetezca.
Si los representantes de estas ideas, las exponen en el Parlamento de España, que está hecho precisamente para “parlar”, y convencen a una mayoría de los representantes del pueblo, para que se establezca un Plebiscito, en que se vote… lo que se quiera: La independencia, la república, adoptar el sistema de Venezuela, o Corea del Norte, o cualquier otro sistema, y una vez acordado ese plebiscito, la mayoría del pueblo español, vota que se haga eso que se ha propuesto… Se hará. Y todos tan contentos, con haber ejercido su derecho de ser los verdaderos conductores de sus propias vidas.
La Constitución española, tiene previstos los medios para modificar, todo lo que se quiera modificar, pero con los trámites y condiciones expresas.
Si cualquier iluminado, viene mañana con otras propuestas, las que sean, y quiere imponerlas a la brava, a base de gritos, manifestaciones y golpes de estado, estaremos los ciudadanos enfrente, para impedirlo… Otra vez.
Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid, 31 octubre 2017 

miércoles, 18 de octubre de 2017

Máximo Calvo, director de "María"

Máximo Calvo, director de "María"



Máximo Calvo Olmedo, cinematografista español, nacido en 1886 en la provincia de León, que realizó toda su labor en América, a donde se trasladó a sus 17 años. Primero en Panamá como fotógrafo y camarógrafo de cine, y desde 1922 en que realizó la primera película de largo metraje, en blanco y negro e insonora, “María”, basada en la novela de Jorge Isaac, y realizada principalmente en la hacienda El Paraíso, en Buga, Colombia. A partir de ahí, se trasladó definitivamente a Cali, donde falleció en 1976, a los 89 años. 

Tuve el privilegio de conocer a este hombre excepcional, cuando llegué a Cali en 1964, y como miembro del Ateneo de Santiago de Cali, organizaba foros cinematográficos, con películas conseguidas principalmente en las embajadas de diversos países, entre las que presentamos “El Acorazado Potemkin” de Sergei Eisenstein, o “Lo que los ojos no ven”, un documental inglés, realizado con cámaras de alta velocidad, y muchas otras.

En esas sesiones, invitaba siempre a Máximo, y lo presentaba como el invitado de honor, sugiriéndole que participara en los diálogos y nos diera su opinión, sobre las películas. Aunque nunca lo vi entusiasmado ni proclive a hablar mucho, como si estuviera desilusionado del cine, o quizá de todo en la vida. Lo cierto es que, hablé con él en muchas ocasiones, fuera ya de la reunión pública, y la sensación que me dio es que, sus conocimientos técnicos habían quedado muy atrás, y no comprendía muy bien que, una cámara de cine pudiera filmar cientos o miles de imágenes por segundo, cuando la cámara que él usaba, se movía con manivela, a 16 ips. Como tampoco apreciaba muy bien, las innovaciones al lenguaje cinematográfico que aportó Eisenstein, con sus primerísimos planos y la agilidad del montaje, que es lo que verdaderamente tiene de interesante y valioso “El Acorazado”, fuera del mensaje político que la mayoría quiere darle.

Pero de esas conversaciones, saqué una gran admiración por el personaje, por su visión del cine como mensaje y por su iniciativa e inventiva para resolver los problemas técnicos de la época en que realizo “María”, en un país que, si bien había hecho ya muy buenos documentales en Bogotá, no contaba con los medios técnicos que, se irían implantando muy progresivamente, pero inexistentes en 1922 en Cali.

Me contó cómo llegó a revelar la película a mano, sin siquiera unos bastidores para extenderla, y cómo llegó a lavarla en acequias, como las que corren a los lados de la casa del El Paraíso, pero quizá lo más importante y admirable, era cómo se le ocurrió explotar la película, en una país en que la distribución de cine y locales adecuados era escasa, y donde siempre ha estado monopolizada por las distribuidoras de USA.

Desafortunadamente, ni yo, ni nadie que conozca, ha visto la película completa, ya que se ha perdido y sólo existen unos fragmentos de unos pocos segundos, pero es de suponer que, se desarrollaba toda en planos generales, como era lo normal en la época, y toda la imagen, se basaba en la actuación y movimiento de los actores, que en esos tiempos solían ser exageradamente teatrales, y en el atractivo de los paisajes naturales del Valle y de Colombia en general.  

Una vez terminada la película, se le planteaba el dilema de explotarla y difundirla, cosa que al final le desencantó y le amargó sus últimos años, cuando creía que, dado el éxito económico que había conseguido con María, podría crear una productora con permanencia, pero se encontró con la indiferencia de las empresas colombianas y la oposición feroz de las norteamericanas.
Haciendo "El Paraíso", casa de la familia del autor Joge Isaac, donde se desarrolla la novela y se filmó la película de Máximo Calvo.

Para la difusión de María, consiguió un proyector portátil, y empezó a viajar por muchos pueblos, donde ni siquiera había cine, ni sus habitantes habían visto lo que era aquello. Buscaba un local grande, bar, sala de baile o similar y lo alquilaba por una tarde, haciendo publicidad por el pueblo. Me contó que los espectadores veían la película de pie, o les advertían de que llevaran sus sillas. Y con ese sistema, recaudó dinero como para construir una casa doble, en un lugar que era extraño en aquellos tiempos en Cali, de manera que, los otros españoles del lugar, comentaban entre ellos: Ese loco de Máximo, está enterrando un mundo de plata “al otro lado del río”, que era como si en la edad media, hubieran dicho “fuera de las murallas”. Porque el Río Cali, era la frontera natural de la ciudad, que sólo tenía el Puente Ortiz para cruzarlo, y al otro lado, eran tierras de labranza.

Después, esos mismos españoles, con Máximo incluido, aportaron el dinero para construir el Puente España que, curiosamente, cuando hoy se cruza, lo primero que se encuentra es, el monumento a Jorge Isaac, autor de la novela “María”, y en su tiempo, hijo del dueño de la hacienda El Paraíso, donde se desarrolla la novela, que dicen ser autobiográfica, y donde se filmó la película. Y también curiosamente, esa zona que él “colonizó” se convirtió en la zona residencial más exclusiva de la ciudad de Cali, en aquellos años 60-70.

Un dato curioso, que quizá algún estadístico pueda confirmar algún día, es que la película María, filmada en mudo y con algunos letreros, recaudó proporcionalmente a su costo, la mayor cantidad de dinero de toda las historia del cine colombiano, a pesar de las muchísimas películas que se han hecho a lo largo de todos estos años, de magnífica calidad, de color y sonido.

Con un dato a tener en cuenta, muy interesante: Esa película se presentó ante miles de personas, entre las que había un porcentaje importante de analfabetos, que al serlo, no habían podido leer la novela, ni los pocos subtítulos explicativos que tenía la película. De donde podemos deducir que, las imágenes por sí solas, eran tan atractivas que justificaban el que se corriera la voz, de pueblo en pueblo, para la asistencia masiva que se consiguió, gracias a esa especie de don divino, imaginación, constancia y trabajo del que parecía estar revestido ese personaje excepcional, que fue Máximo Calvo Olmedo.

Enrique Gutiérrez y Simón

Madrid, septiembre de 2017


sábado, 20 de mayo de 2017

La Sanidad española, octava del mundo



LA SANIDAD ESPAÑOLA DESPUNTA ENTRE LAS DIEZ MEJORES DEL MUNDO

Luis Ventoso/ Josefina Stegmann - Londres/Madrid – ABC - 20 may. 2017
La revista «The Lancet» y la Fundación Gates la sitúan en octavo puesto, por delante de Francia (15º), Alemania (20º), Reino Unido (30º) o EE.UU (35º). Sus bazas son, según los expertos, la innovación, equidad, universalidad e inversión
España saca la máxima puntuación en el tratamiento de la difteria o el tétanos, así como en enfermedades respiratorias y atención maternal
Apesar de las críticas que recibe, muchas veces incluso por parte de sus propios profesionales, la sanidad pública española es la octava mejor del mundo, según destaca un amplio y riguroso informe de la revista médica británica «The Lancet» y la Fundación Bill y Melinda Gates. El sistema de salud español supera incluso a los de Alemania, Italia, Francia y el Reino Unido, también, y de largo, al Estados Unidos, que ocupa el puesto 35 del ranking mundial.

El estudio se llevó a cabo en 195 países, entre 1990 y 2015. Es decir, contempla los años posteriores a la crisis de 2008, etapa en que la izquierda española expandió el lugar común de que la sanidad pública estaba siendo «desmantelada». El informe, titulado «Calidad y acceso a la atención sanitaria», lo desmiente de plano.
El escalafón lo encabezan dos países minúsculos: Andorra, con 95 puntos, seguida de Islandia con 94. El tercer puesto es para Suiza, con 92, seguida por Suecia, con 90, los mismos que reciben Noruega, Austria y Finlandia, que aparecen a continuación. España, en el octavo lugar, cuenta en realidad con los mismos puntos que Suecia y el grupo de países escandinavos. El valor del estudio radical en el aval del prestigio de sus autores. «The Lancet», fundada en 1823, es una de las revistas médicas más antiguas y respetadas.
La Fundación Bill y Melinda Gates fue creada en 2000, tras la donación de 28.000 millones por parte del fundador de Microsoft. Sus principales patronos son el matrimonio Gates y otro de los mayores filántropos del planeta, el multimillonario Warren Buffett. La Fundación se ha distinguido por sus programas de lucha contra el sida, la malaria o la tuberculosis y en 2006 recibió el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
Tétanos, difteria y sarampión
El informe es en cierto modo una llamada al optimismo, que viene a desmentir las visiones apocalípticas sobre cómo marcha el mundo: de 1990 a 2015 casi todos los países estudiados mejoraron su atención sanitaria, destacando especialmente los progresos de Corea del Sur, Turquía, Perú, China y Maldivas. Aun así, el coloso chino suma solo 74 puntos, frente a los 90 de España. Estados Unidos, la primera potencia, ocupa el puesto 35 con 81. Rusia solo tiene 72.
Entre los grandes países europeos sorprende la diferencia entre la estima que tienen los británicos por su sistema sanitario, el NHS, y la valoración del mismo que hace el estudio, que lo sitúa 22 puestos por debajo del español, con 85 puntos. La sanidad británica está empatada con la de Portugal. España lo hace también mejor que Francia, siete puntos por detrás, y que un rezagado Marruecos, con solo 61 puntos sobre cien, cifra casi idéntica a la del maltrecho Irak, que tiene 60.
El estudio recoge un mapa del mundo que colorea en verde los países que superan los 69,7 puntos sobre cien en calidad de su atención sanitaria. El gráfico es revelador, porque se ve que la sanidad de máxima calidad en el mundo es todavía un oasis reducido a Norteamérica, Australia y Europa Occidental (descontado Portugal). Tampoco sale bien parada Sudamérica, por ejemplo Argentina obtiene 68 puntos, 22 menos que España.
El rigor del informe se percibe en que analiza la respuesta de cada país ante una treintena de enfermedades. La sanidad española obtiene la puntuación máxima en el tratamiento el tétanos, la difteria y el sarampión. Pero además recibe 99 en las enfermedades respiratorias y la atención maternal y 98 en la tosferina y la diabetes. En el cáncer cervical y uterino la nota es 83 y 92; y 82 en el testicular.
La peor puntuación para España (64) es ante el linfoma de Hodking, la leucemia (66), las enfermedades biliares (74) y el cáncer de piel sin melanoma (74). En las frecuentes enfermedades cardiovasculares la nota es 86.
Los profesionales, el pilar
La posición de España en este ranking mundial ha sido recibida con mucho optimismo por parte del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Según declaró a ABC, la ministra del ramo, Dolors Montserrat, el informe demuestra que somos un gran país.
«El avance del Sistema Nacional de Salud se debe a la suma de esfuerzos de toda la sociedad. Especialmente de sus profesionales, que día a día son los que hacen de nuestro sistema un referente internacional y nos permiten estar en tan excelente posición en relación a otros países. También de los pacientes, que reflejan cada año su alto grado de satisfacción con la atención recibida, según nuestro Barómetro Sanitario anual. Seguiremos trabajando junto las Comunidades Autónomas para presevar nuestro gran Sistema Nacional de Salud», señaló la ministra.
Por su parte, Serafín Romero, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC) señaló que la buena posición de nuestro país se debe a que «hemos hecho las cosas bien». A su juicio, «nos hemos dotado de un sistema que ha servido de modelo para otros países y que se basa en la solidaridad». «El sistema —añadió— es universal y equitativo y se sigue manteniendo una cartera de servicios básicas para todos aunque en los últimos años hayamos ido un poco al contrario en función de las comunidades».
Además, asegura Romero, contamos con un sistema accesible, ya que cualquier ciudadano puede recibir la atención médica que necesita al contar con un centro de salud cercano y así como un hospital de referencia.
Seguir apostando
Por otro lado, el presidente de la OMC destacó la innovación de nuestra sanidad. «Aparte de que es un motivo de orgullo, hay que recordar que somos referencia en el Sistema Nacional de Trasplantes». Y «fuimos pioneros, recuerda, en preparar a los médicos con formación especializada dotándolos de gran potencia investigadora, lo que hace que seamos reconocidos y valorados en todo el mundo».
Por último, Romero destaca que «España ha sido capaz de desarrollar un ámbito de atención primaria con una importante inversión».
En opinión del presidente de la Organización Médica Colegial, que estemos en una posición tan buena no significa que aún no queden deberes por hacer. «Estamos en un buen momento para hacer una apuesta por el personal sanitario. Actualmente, hay algunos problemas en cuanto a la tasas de reposición del personal que se jubila o agilizar las listas de espera. Aún así, se ha hecho un esfuerzo muy importante por mantener la calidad y por eso, se tiene que seguir apostando».