lunes, 22 de noviembre de 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Bicicleta sin cadena y sin radios

Queridos amigos:

 

No sé si funcionará o esto es lo que en España llamamos "Un invento del TBO", pero… ¿A que se ve bonita?

 

Un fuerte abrazo

Que paséis un buen día

Have a nice day

Enrique Gutiérrez y Simón

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 Bicicleta sin cadena y sin radios

  Los engranajes están en los discos de los pedales y en las llantas

 

 

A

 

domingo, 12 de septiembre de 2010

Obama, el tonto ilustrado

Queridos amigos:

 

A propósito del aniversario de atentado contra las Torres Gemelas, os envío unas pequeñas reflexiones de actualidad…

 

Un fuerte abrazo

Que paséis un buen día

Have a nice day

Enrique Gutiérrez y Simón

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Obama, el tonto ilustrado

Me opongo rotundamente a reenviar todos esos mensajes que me han llegado estos días, con profusión de fotos del atentado terrorista de las Torres Gemelas de Nueva York, porque considero que es hacerles una campaña de publicidad gratuita a esos terroristas, y que ellos celebrarán alborozados su éxito, y nuestra colaboración inconsciente.

Pero he leído una frase del Presidente Obama que, copio íntegra, para no desvirtuar una sola parte sacada de contexto: «No fue una religión la que nos atacó aquel día de septiembre. Y de la misma forma en que condenamos la intolerancia y el extremismo en el extranjero, nos mantendremos fieles a nuestras tradiciones aquí como una nación de diversidad y tolerancia»,

Pues sí señor Obama, yo comprendo que usted ha de intentar aplacar los ánimos y no encrespar a sus ciudadanos, para que cometan tropelías como la del desvirolado o “vivo publicista” que habló de quemar el Corán, pero también, por los estudios que se dice que ha tenido y por el cargo que ocupa, ha de cuidarse de decir tonterías como esa…

En mis ya lejanísimos estudios de sociología se decía que: Hay normas MORALES, como la religión o creencias políticas o de cualquier orden que, son de ámbito personal y por tanto privadas, en las que nadie ajeno deme inmiscuirse.

Hay normas SOCIALES, como la forma de vestir, de comer, de hablar, etc. en las que el entorno que nos rodea, nos condiciona y sin que sean obligatorias, nos vemos “presionados” por el “qué dirán”.

Y hay normas INSTITUCIONALES, que son de obligatorio cumplimiento y cuya infracción, tiene el castigo correspondiente, bien económico, físico o lo que ordene cada norma, en cada momento y entorno en el que rige.

El problema está, en que algunas personas, a lo largo de toda la historia y a lo ancho de todo el planeta, se han arrogado el derecho a interpretar unas y otras y las mezclan a su antojo, para su propio beneficio o el de su clan. Y esto, ocurre con la Biblia, el Corán, la Tora y todos los códigos civiles, desde el de Hammurabi hasta nuestros días, por eso se creó la hermenéutica, para que los que más saben, los interpreten y aclaren, pero como estos que “más saben”, cambian con el tiempo y el lugar en que viven, acabamos por aplicar nuestro propio sentido común, o nos quedamos en la inopia, al menos en las normas de ámbito personal, porque las institucionales, nos las hacen cumplir a la fuerza, en cada momento y ocasión.

Cuando el jefe o mandamás de una religión, adquiere poder temporal o económico, como les ocurría a los papas de la antigüedad, mezclaban a su antojo todas las normas y las hacían aplicar según su capricho, como demuestran las Cruzadas, la Inquisición, y muchos episodios como “la noche de San Bartolomé”, “en el nombre de Cristo”, que el pobre, ni tuvo arte ni parte en todo esto, ni enseñó nada que se pareciera a ese cúmulo de desaguisados…

El cristianismo ya pasó su sarampión juvenil, aunque le costara siglos el superarlo, pero el Islam, está ahora en aquella tenebrosa Edad Media cristiana, en una especie de infección puerperal, con la diferencia de que no tiene un Papa, que dirija o interprete su libro sagrado, por lo que cualquier mindundi, más o menos desquiciado se autoproclama intérprete del Corán y nos dice lo que se le ocurre: Que el Corán es un libro de Paz, que ordena eliminar físicamente a todos los infieles, o cualquier otra cosa, según el humor con que se haya levantado esa mañana.

Todos sabemos, porque además nos lo dicen todos los días, que hay países muy ricos y poderosos, gobernados por personas que mezclan todas esas normas, morales, sociales e institucionales, según su capricho y, que en esos países, “su religión”, gobierna todos los actos de sus siervos, en cada minuto del día, hagan lo que hagan. Que por esa religión se han hecho todos los atentados, que no son sólo los de las Torres Gemelas, sino los de Madrid, Londres y un largo etcétera. Luego: ¡Sí, señor Obama, fue una religión la que nos atacó a todos y nos sigue atacando y proclamando a voz en grito que, debemos ser eliminados todos! Porque esa mal llamada “religión”, se ha extendido a todos los ámbitos de la vida de millones de personas y gobierna hasta la forma de respirar.

Si la mitad del dinero que se destina a “introducir” en esos países islámicos la Coca Cola o las hamburguesas, se dedicara a educar a esas personas, en el sentido de que la religión es una cuestión personal, a la que tienen todo el derecho de practicar como les pete, pero que no puede ni debe imponerse a otros, ni tiene por qué, inmiscuirse en si una mujer se acuesta con quien quiera y por tanto hay que lapidarla, o hacerles la ablación a la fuerza o controlar con vigilantes armados, cómo se visten, cómo llevan el pelo, si se maquillan o no y si pueden salir a la calle solas, conducir automóviles, estudiar en una universidad y muchísimas más cosas que, en otros países consideramos normales. O que un hombre se quiera afeitar o tomarse un vaso de vino en público… En privado, parece que lo hacen y a veces en exceso, lo que explicaría muchas cosas…

En fin, insisto, mientras esa mal llamada religión, intervenga en la vida de todas esas personas y quiera imponérsenos al resto del mundo, es eso lo que hay que vigilar y combatir con todas nuestras fuerzas. ¡Nos va la vida en ello!

Es posible que algunos, del reducido grupo de mis amigos al que van dirigidas estas reflexiones, no esté de acuerdo con lo aquí escrito, pero he de aclarar que, yo, como ciudadano común y corriente, tengo el derecho de decir lo que me de “la real gana”. En cambio, el Sr. Obama, (a quien todos recibimos como un nuevo mesías), por el cargo que ocupa, libremente elegido por él. ¡NO!. 

 

martes, 31 de agosto de 2010

Punto de vista político

Queridos amigos:

 

Hablando de política colombiana, le escribía yo ayer a una buena amiga de Bogotá, y como veo que ahora la moda es hablar mal del Ex Presidente Uribe, me parece oportuno enviar a algunos amigos colombianos, apartes de la carta que le enviaba a ella.

 

Estas consideraciones, son absolutamente personales y discutibles, pero es mi punto de vista y no lo envío con ánimo de polémica, porque respeto absolutamente las opiniones contrarias… Simplemente es, para fijar mi posición.

 

En estos momentos, está en las noticias el hecho de que unos españoles han sido brutalmente apaleados por miembros de la policía marroquí, porque se manifestaban a favor de los derechos del pueblo saharaui, quienes tenían la ciudadanía española, hasta que Marruecos se tomó el territorio a la fuerza, hace ya años, y masacra a sus habitantes permanentemente. Pues bien, el personajillo que tenemos dirigiendo la política española, que se hace llamar ZP, inmediatamente le ha dado la razón a Marruecos y ha dejado abandonados a los españoles, a quienes, supuestamente debe defender, diciendo que sus afirmaciones no tienen credibilidad…

 

Esa es una de las razones, para que los que vivimos en España, añoremos a dirigentes de verdad, como Uribe, y por extensión a Zarcosí, Merkel y otros similares, que hacen frente a las agresiones extranjeras sin paños calientes…

 

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En cuanto a la política, me puse a buscar en Internet la palabreja "conversatorio", que me tiene con dolor de cabeza, y encontré unas peliculitas en Youtube, de un "Conversatorio" realizado con Uribe hace siete meses, que dura más de dos horas, pero me quedé pegado, porque hablan una serie de personas importantes que, desafortunadamente empiezan con la manía tan colombiana de echarse "jabón" unos a otros y a decir que van a ser breves para ahorrar tiempo, y el primero, tardó más de cinco minutos "la peliculita va midiendo el tiempo abajo", antes de empezar a decir lo que quería. Luego hablaron otras personas y especialmente dos mujeres que, como siempre fueron las más agresivas y casi violentas, contra Uribe... Él, se levanta y saluda de mano a cada uno de los que han intervenido y cuando le toca, va replicando, punto por punto, con notas que ha ido tomando en un block, con una suavidad, parsimonia pero firmeza, que me confirmó que, es sin duda el mejor presidente que yo haya conocido en Colombia y a muchos "años luz", de personajillos como Zapatero... Nada de contestar a acusaciones diciendo: "Ud. es... tal o cual, o su partido ha hecho...". No. contesta directa y claramente a cada cosa que le han dicho. Por ejemplo: Uno de los intervinientes, le acusó de que el jefe del DAS había entregado una lista de sindicalistas críticos al gobierno a esbirros para que los mataran y que Uribe, no sólo lo defendió, sino que luego le nombro cónsul en Europa... Y él, sin salirse por las ramas contestó: Primero: Ni el fiscal ni nadie, acuso a ese señor de nada, mientras era director del DAS y cuando renunció al cargo, le nombró cónsul en Europa, porque su vida corría peligro. Segundo: Meses después de dejar el cargo, empezaron a aparecer esas acusaciones, que el acusado negó siempre y dijo que parecía que había sido otro miembro del DAS...

En todo caso, en las explicaciones de Uribe, se trasluce que el famoso DAS, heredero del antiguo y siniestro SIC, se ha intentado reformar, porque parece que no es trigo limpio... Me llamó la atención que citara concretamente al ICETEX, que dice que, antes para conseguir una beca, había que tener una recomendación política, y que ahora se tramita a través de la misma universidad o por Internet...

 

O que, ya hay miles de funcionarios y maestros, nombrados por lo que él llama “meritocracia”, y no por recomendación o presiones políticas, aunque, afirma, este es un camino largo, del que todavía falta mucho por recorrer…

Hablaron, incluso con estadísticas, de que los narcos y los paramilitares están "dentro del Congreso y de la política colombiana", pero todos reconocen que no es de ahora. Lo que dicen algunos es, que ahora están más. Y parece que ya está generalmente reconocido que el "bojote" Samper, fue elegido gracias a los narcos...

Resumiendo: Quién pudiera tener un Presidente que, enfrenta un debate en forma serena y clara, sin eludir preguntas ni acusaciones y "dialogando", ese sí, de verdad, no como hace ZP, que ni siquiera sabe lo que significa la palabra... Esperemos que Santos esté a una altura, siquiera la mitad que él...

Si vas a dedicarle algún tiempo a la política, abre esas peliculitas que te menciono, donde acusan a Uribe de todo lo imaginable, pero delante de él, y con razonamientos. Incluso, le interrumpen cuando él habla, y él no se cabrea ni contesta con chorradas, como hace ZP, sino que calmadamente, les dice a los otros, que le dejen terminar, como él los dejó. Vamos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos que, todo el mundo parece encantado con Santos... ¿Te acuerdas de los primeros días de Obama?...

A mí, me parece muy bien que el presidente de un país, (el que sea), procure "regularizar" las relaciones con sus países vecinos... y con todos los demás. ¡Es su obligación!, pero si esa "regularización" significa ceder a las amenazas, chantajes y ataques a la dignidad nacional o cesiones de territorio, o entregar dinero a manos llenas, para llevarse bien... (Caso ZP, con Marruecos, Gibraltar, ETA y un largo etc.) No, no, y mil veces no. El defender los intereses de su país sin cesiones ni humillaciones.. ¡También es su obligación!... Así que: ¡Ojo con lo que hace Santos con Chávez y Correa!.

La primera traición que se hace, por parte de los periodistas analfabestias y que algunas personas bienintencionadas y descuidadas repiten sin pensar, es llamar a los terroristas, "alzados en armas"... Los verdaderos guerrilleros, como hubo en Francia durante la ocupación alemana, o en Yugoeslavia con el mariscal Tito, y en tantos otros sitios, (Creo que empezaron en España, en la guerra contra Napoleón), Son pequeños grupos armados, que combaten contra un ejército invasor, a base de sabotajes y acciones guerreras pequeñas, porque no pueden enfrentarse abiertamente a un ejército organizado y poderoso. El invadir un pueblo y destruirlo, tirar bombonas de gas explosivas "a donde caigan", asesinar civiles, poner coches bomba, sembrar el campo de minas, o ya, rizando el rizo, emplazar cañones para disparar a una plaza llega de gente normal y corriente, aunque ahí estén también políticos y militares, es TERRORISMO, y los que lo hacen no son otra cosa que terroristas, y así hay que llamarlos SIEMPRE, una y otra vez, cada vez que se les menciona. Y lo peor es, que en Colombia, con el correr de los tiempos, además de terroristas, se han vuelto narcotraficantes. Por eso USA ayuda a combatirlos y por eso Chávez y demás terroristas se cabrean tanto contra el "imperio"... Así que ahora son: Narcoterroristas y este es su nombre SIEMPRE, y cada vez que se les mencione... Sean estos de las FARC, ELN, paramilitares o miembros de una ONG, siempre que hagan lo mismo, son lo mismo. ¡Las palabras son MUY  importantes!...

 

Con esto, ocurre como con la dictaduras: Hay quienes se horrorizan hablando de Hitler, pero Stalin era “el padrecito”, o despotrican contra Franco, o Pinochet o Videla, pero a Fidel, “que no me lo toquen”… Y sobre Chávez, dicen que ganó unas elecciones “democráticamente, pero ignoran que Hitler también… Los dictadores son dictadores, sin importar la tendencia política que digan seguir ni cómo llegaron al poder. Lo que importa son los hechos: Impedir la oposición por todos los medios, suprimir libertades, de expresión de reunión de circulación y un largo etc… Y con estos hechos, todos los mencionados, son dictadores por igual, y así hay que llamarlos. SIEMPRE…

 

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Un fuerte abrazo

Que paséis un buen día

Have a nice day

Enrique Gutiérrez y Simón

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miércoles, 3 de febrero de 2010

Seis años de estupidez

Este artículo es, desgraciadamente, una descarnada radiografía de la España actual, a donde nos ha llevado el nefasto gobierno que padecemos.

 

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Seis años de estupidez

GABRIEL ALBIAC - Miércoles, 03-02-10 - ABC.es - Opinión - Firmas

 

NADIE va a devolvernos los años perdidos. Van para seis. Y esto no tiene pinta de haber más que comenzado. La estupidez, en política, es rentable. Y ni en la más disparatada de las ficciones pudo ocurrírsele a nadie que una necedad tan alta pudiera tomar el poder. Pero, una vez asentada, la estabilidad de lo necio es temible. En parte, porque consuela mucho en tiempos duros constatar que no existe un solo miembro del gobierno al cual no podamos mirar por encima del hombro. En parte, porque consuela mucho saber que ese que ejerce aquí el mando no daría para bedel en una empresa seria.

Son ya oficialmente más de cuatro millones de españoles arrojados al vertedero del paro. Y no pasa nada. Eso es lo de verdad aterrador: no pasa nada. Y eso es lo que no hay manera de explicar racionalmente: el cúmulo de disparates no deja un solo respiro; en ninguno de los espacios de intervención que definen a un Estado. Y la fiesta sigue.

Política internacional: devastada. Fue lo primero aquella huida grotesca de la fuerzas españolas, sin siquiera respetar los plazos, de la misión que cubrían en un Irak sobre el cual se jugaba el equilibrio mundial; me pregunto qué sensación pudo quedarles a los militares que pecharon con la vergüenza de aquel ridículo. Vino enseguida la humillación ante el Sultán de Marruecos, que fue, al cabo, el primer beneficiario del golpe que se llevó por delante, el 11-M de 2004, a los irreverentes gobernantes españoles que habían osado oponerse a la voluntad del heredero de Mahoma en Perejil; la pronta pleitesía de Zapatero tranquilizó al Sultán: todo volvía a donde siempre. Afganistán fue aún peor: porque enviar tropas al frente de guerra más peligroso del mundo y negarles potestad para el combate, es condenarlas a muerte; al modo exacto que proclamara el primero de los ministros zapateriles del ejército: «mejor morir que matar»; es lo que ha venido sucediendo desde entonces; es lo que sucederá; un ejército no puede negar su condición de ejército y seguir vivo; para funciones benévolas existen otras instituciones; el servicio del soldado es el de las armas; si la actual ministra -como el ministro de antes- juzga poco honorable que las armas -las adecuadas, blindados incluidos- se usen, es mejor que disuelva el ejército; que no lo envíe, en todo caso, a un lugar sobre el cual se libra hoy la guerra más despiadada.

Política nacional: suicida. Fue personalmente Zapatero quien hizo aprobar un estatuto catalán cuyo dislate tiene paralizado al Tribunal Constitucional desde hace ya cuatro años, y cuyo desenlace no puede ser otro que la independencia. Que, tal y como están las cosas, a muchos empieza a parecernos la salida menos mala. Independencia. Con todos sus costes. Y que podamos, de una maldita vez, dedicarnos todos a las cosas serias y no a chorradas. Y que quien quiera pagarse doblajes a una lengua sin mercado, que se los pague. Y que el que tenga tantas ganas de arruinarse, que se arruine. Pero que no debamos pagar su despilfarro todos.

¿Política económica? ¿Qué es eso? Ni está, ni se la espera: de Solbes a Salgado, todo es una obscena burla. Más de cuatro millones de parados. Es lo que imponen las cifras oficiales: no una crisis, un desastre. Esto era, hace seis años, un país que parecía moderno: moderno y aburrido; lo menos malo. Bastó el golpe del 11-M para salir del sueño. Manos en alto. Para que lo peor -lo peor- se plantara en el proscenio. Y la ruina se nos llevara a todos por delante. Seis años de nuestras vidas ya perdidos; nadie va a devolvérnoslos. Y la horrible sospecha de que esto va para largo. La estupidez es rentable.

 

domingo, 24 de enero de 2010

Ayuda al desarrollo o a uno mismo

El subdesarrollo de algunos países, parece que no sólo no se arregla, sino que se empeora, a pesar que la "bondad" de los "países ricos"...

 

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¿Ayuda al desarrollo o a uno mismo?

JOSÉ MARÍA CARRASCAL - Sábado, 23-01-10 - ABC.es - Opinión - La Tercera

El primero que puso en duda la «ayuda al desarrollo» fue Freimut Duve, hace ya cuarenta años, en su libro «Entre el hambre y el miedo». Sebastián Haffner la descuartizó en su ensayo «Escepticismo ante la ayuda a los países en desarrollo», publicado poco después, en la revista «Konkret». Lo que no ha impedido que tal ayuda se haya multiplicado hasta el punto de que, a estas alturas, forma ya parte de la escena mundial, con todo tipo de canales, nacionales e internacionales, gubernamentales y privados, conocidos por el nombre genérico de Organizaciones No Gubernamentales u ONG. Con un resultado tan poco efectivo como el de una gota de agua en una plancha al rojo. La pobreza en el Tercer Mundo ha aumentado de tal manera que ha habido que inventar un Cuarto Mundo, para designar el infierno donde viven aquellos a los que falta no sólo lo más elemental, ropa, agua, comida, medicinas, techo, sino también la seguridad básica que garantiza que, en cualquier momento, no llega un individuo que te asesine, para quitarte las cuatro cosas que tienes o, simplemente, por pertenecer a otra tribu.

Si nos ponemos a evaluar fríamente, la ayuda al desarrollo ha sido el mayor fracaso colectivo de los últimos tiempos, al no haber alcanzado no ya su objetivo final -elevar el nivel de los pueblos a que va destinada-, sino su objetivo mínimo: lograr que sus habitantes se queden en sus países y no inunden los nuestros como una inmensa marea. Hoy, siguen llegando, sin importarles las barreras que se les ponen ni los riesgos que corren en el viaje. Pues siempre será preferible vivir al raso en la Plaza de España de Madrid o bajo un puente del Sena que en Conakry o Accra. Es la mejor prueba del fracaso de la ayuda a los países en desarrollo.

Sin embargo, dicha ayuda continúa. Incluso con más intensidad que nunca, en parte, en un esfuerzo inútil para contener esa avalancha, en parte, en un intento ya más logrado de acallar nuestras conciencias. Y aquí debo aclarar dos cosas importantes. La primera: que hay ONG y ONG. Mientras algunas cumplen una labor admirable -pondría a la cabeza Médicos sin Fronteras, junto a las monjas que de antiguo vienen ayudando a pobres sin discriminación alguna-, hay otras que, más que ayudar a otros, ayudan a sus patronos, y digo esto por conocer a algunos de ellos que han hecho de su ONG un medio de vida muy confortable. En cualquier caso, las ONG no resuelven el problema de la miseria en el mundo, aunque puedan resolver algunos casos particulares. Es incluso posible que sean analgésicos que calman el dolor de esos pueblos, pero no curan su enfermedad, condenándolos para siempre a ella. El segundo punto que deseo aclarar es que la ONU tampoco es una solución para este problema. Ni para ninguno. Veinticuatro años como corresponsal en ella me han enseñado que la ONU sólo sabe enterrar muertos y poner de acuerdo a los que ya lo están. Si una de las partes en conflicto rechaza el compromiso, el conflicto sigue abierto. Tan simple como esto. O sea que creer que la ONU puede acabar con la pobreza es tan iluso como creer que puede traer la paz al Oriente Medio o impedir la nuclearización de Irán. La ONU es nuestra coartada para convencernos de que hacemos algo sin hacerlo, y cuanto más apelemos a ella, más ingenuidad o hipocresía destilaremos. Apelar a la ONU, en fin, es como apelar al Rey en una democracia parlamentaria para que resuelva nuestros problemas. En una democracia parlamentaria, el Rey no tiene poderes ejecutivos. Los tienen los partidos, los tribunales, las Cámaras. Como tampoco los tiene la ONU, donde quienes mandan son los Estados miembros. Y los Estados miembros van cada uno a lo suyo. En resumen, que esperar de la ONU que resuelva la miseria del mundo es aún más ilusorio que esperar que la resuelvan las ONG.

Aclarados estos dos puntos, podemos entrar ya en el meollo de nuestro asunto. ¿Cómo es posible que pese al aumento constante de la ayuda y cooperación internacional, los países ricos sean cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres? ¿Cómo se explica que el foso entre ellos se haga cada vez mayor? Freimut Duve lo apuntó acertadamente ya hace casi medio siglo en el libro citado: la causa es que, mientras el precio de las materias primas bajan, el precio de las manufacturas se multiplica. Lo que reciben por su café, su cacao, su azúcar, su mineral de hierro, de cobre, etc., etc., los países subdesarrollados no cubre ni de lejos lo que les cuestan los productos que compran en los industrializados. Y la ayuda que reciben de éstos, advierte Duve, no es más que una parte ínfima de esa diferencia abismal entre sus balanzas comerciales, algo así como una propina. Si a ello se añade que muchas materias primas, desde la lana a la madera, han sido sustituidas por productos sintéticos, como la fibra y los plásticos, y que tanto la agricultura como la ganadería han evolucionado de tal forma que el Primer Mundo no necesita importar tales productos del Tercero, tendremos una situación desastrosa para éste, agravándose, además, cada año que pasa. Esto es así por pertenecer a la misma naturaleza de las cosas, incluida la naturaleza humana, y no hay forma de cambiarlo.

La única forma de superarlo no es con «más ayuda para el desarrollo» tal como venimos practicándola, que en el fondo no se diferencia mucho de aquellas benditas organizaciones caritativas de señoras pudientes, que intentaban aliviar la miseria de los pobres de su ciudad con tómbolas benéficas y partidas de canasta, antes de existir una red social por parte del Estado. Aquellas organizaciones caritativas se llaman hoy ONG, sin mucho más éxito en resolver el problema de la pobreza en el mundo.

La única solución es que esos Estados que meramente subsisten, y a veces ni siquiera eso, se industrialicen y puedan competir con los ya industrializados en un plano de mayor igualdad. Pero la industrialización es un proceso largo, lento, complejo, aparte de «cruel, inhumano incluso,» según Haffner, ya que obliga a transformar una sociedad campesina en otra completamente distinta. Centroeuropa lo hizo en el siglo XIX, y las novelas de Dickens y Zola nos dan cuenta de los sufrimientos experimentados por buena parte de la sociedad inglesa y francesa hasta alcanzar ese nivel de desarrollo, montado en el capitalismo más salvaje. Que no se diferenciaba mucho del capitalismo del Estado o comunismo, cuyo proceso de industrialización en la Unión Soviética, China y Cuba tampoco le anduvo a la zaga en cuanto a sufrimiento de la población. Lo que difieren son los resultados. En Rusia, mediocres. En China, mejores. En Cuba, desembocando en un callejón sin salida.

Aunque también nosotros que nos encontramos en ese callejón. La «ayuda al desarrollo», tan como venimos practicándola, es ayuda, pero no desarrollo, y Haití es el mejor ejemplo de ello. Ahora bien, el «capitalismo del Estado» tampoco garantiza el éxito, manteniendo en cambio la miseria. Tal vez una solución sería un «colonialismo a la inversa», esto es, poner a los países subdesarrollados bajo la tutela de sus viejas potencias coloniales, pero no para que éstas se beneficien de sus riquezas, como hicieron, sino al revés, para que se encarguen de su desarrollo, estableciendo allí los sistemas educativo, legal, sanitario, administrativo, industrial, que les permitan empezar a funcionar como Estados hechos y derechos, que hoy no son, ni lo serán nunca de continuar por el camino que van. Se trataría, en fin, de llevar a la práctica el proverbio chino «Si das a un pobre un pez, comerá hoy. Si le das una caña y le enseñas a pescar, comerá toda su vida.»

Pero ¿quién regala una caña y enseña a pescar en los jorobados tiempos que corren?

 

sábado, 16 de enero de 2010

Regreso al pasado

Lo normal es, que cuando uno vive en un país cualquiera, se habitúe al entorno y no perciba muchas cosas que, para  otro que llega de fuera, sobre todo si es nativo de ese país y ha estado ausente un cierto tiempo, le saltan a la vista como luces destelleantes.

Es el caso del periodista José María Carrascal, que ha sido corresponsal en varios países y sigue viajando frecuentemente, a veces con ausencias de meses, lo que le hace ver la situación de su país, España, de una forma que los que estamos aquí, no apreciamos, y que quizá suene un poco descarnada, pero no está de más prestarle atención, para no seguir recibiendo sorpresas desagradables...

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Regreso al pasado

JOSÉ MARÍA CARRASCAL - ABC.es - Opinión (viernes 15 de enero de 2010

 

PUEDE ser el efecto óptico de una meteorología inclemente, pero creo que hay algo más profundo detrás: regresar a España tras casi cuatro meses de ausencia le produce a uno la impresión de regresar al país de su infancia, a los años duros de la posguerra, al frío, al viento, la nieve, las luces mortecinas, las incomodidades, la desidia administrativa, los establecimientos cerrados, los letreros de «Se alquila», los aeropuertos convertidos en aquellas estaciones donde los viajeros dormían en los bancos, las miradas duras en los ojos de cuantos nos cruzábamos y la palabra «Imperio» sustituida por «Presidencia europea» en los «partes».

Si a ello se añaden unos españoles separados no sólo por la vieja frontera de izquierdas y derechas, sino también por las nuevas de los nacionalismos y localismos, el viajero se lleva un susto. Lo usual era encontrar una España más próspera, más optimista, más jovial. Esta vez es justo lo contrario, como si sus viejos fantasmas hubieran vuelto de repente.

Y en cierto modo, es así. ¿Qué ha pasado para que tanto cambiase en tan poco tiempo? Pues ha pasado que vivíamos en las nubes y hemos caído de ellas sin paracaídas. No queríamos ver lo que realmente somos, como nuestro presidente no quería ver la crisis, pero la crisis nos ha dado de bruces con la realidad. Nos creíamos ricos, y no lo éramos. Presumíamos de haber sobrepasado a Italia, de estar en el grupo de cabeza, y estamos en el de cola. Debemos nuestro bienestar a la generosa ayuda europea, a unas medidas acertadas tomadas por algunos Gobiernos hace ya muchos años y a una coyuntura internacional que nos era casualmente favorable. Pero en vez de aprovecharla para corregir nuestras deficiencias, para trabajar como es debido, para prepararnos para el mundo que se avecinaba, dejamos que siguieran siendo los otros quien inventaran, que los trabajos más duros los hicieran los inmigrantes, mientras nosotros nos dedicábamos a gozar de nuestra recién adquirida modernidad y democracia, sin pensar nadie que ésta significa tanto responsabilidad como libertad.

El resto lo hicieron unos políticos más interesados en la ideología que en la economía, en enriquecerse ellos que en enriquecer el país, en sus partidos que en la nación, en ajustar viejas cuentas que en saldarlas definitivamente, en abrir diferencias (y fosas) que en cerrarlas, y tendrán esa España gélida, inhóspita, gris y amenazadora que aguarda al viajero tras un largo periodo de ausencia.