Máximo Calvo, director de "María"
Máximo Calvo Olmedo, cinematografista español, nacido en 1886
en la provincia de León, que realizó toda su labor en América, a donde se
trasladó a sus 17 años. Primero en Panamá como fotógrafo y camarógrafo de cine,
y desde 1922 en que realizó la primera película de largo metraje, en blanco y
negro e insonora, “María”, basada en la novela de Jorge Isaac, y realizada
principalmente en la hacienda El Paraíso, en Buga, Colombia. A partir de ahí,
se trasladó definitivamente a Cali, donde falleció en 1976, a los 89 años.
Tuve el privilegio de conocer a este hombre excepcional,
cuando llegué a Cali en 1964, y como miembro del Ateneo de Santiago de Cali,
organizaba foros cinematográficos, con películas conseguidas principalmente en
las embajadas de diversos países, entre las que presentamos “El Acorazado
Potemkin” de Sergei Eisenstein, o “Lo que los ojos no ven”, un documental
inglés, realizado con cámaras de alta velocidad, y muchas otras.
En esas sesiones, invitaba siempre a Máximo, y lo presentaba
como el invitado de honor, sugiriéndole que participara en los diálogos y nos
diera su opinión, sobre las películas. Aunque nunca lo vi entusiasmado ni
proclive a hablar mucho, como si estuviera desilusionado del cine, o quizá de
todo en la vida. Lo cierto es que, hablé con él en muchas ocasiones, fuera ya
de la reunión pública, y la sensación que me dio es que, sus conocimientos
técnicos habían quedado muy atrás, y no comprendía muy bien que, una cámara de
cine pudiera filmar cientos o miles de imágenes por segundo, cuando la cámara
que él usaba, se movía con manivela, a 16 ips. Como tampoco apreciaba muy bien,
las innovaciones al lenguaje cinematográfico que aportó Eisenstein, con sus
primerísimos planos y la agilidad del montaje, que es lo que verdaderamente
tiene de interesante y valioso “El Acorazado”, fuera del mensaje político que
la mayoría quiere darle.
Pero de esas conversaciones, saqué una gran admiración por el
personaje, por su visión del cine como mensaje y por su iniciativa e inventiva
para resolver los problemas técnicos de la época en que realizo “María”, en un
país que, si bien había hecho ya muy buenos documentales en Bogotá, no contaba
con los medios técnicos que, se irían implantando muy progresivamente, pero
inexistentes en 1922 en Cali.
Me contó cómo llegó a revelar la película a mano, sin
siquiera unos bastidores para extenderla, y cómo llegó a lavarla en acequias,
como las que corren a los lados de la casa del El Paraíso, pero quizá lo más
importante y admirable, era cómo se le ocurrió explotar la película, en una
país en que la distribución de cine y locales adecuados era escasa, y donde
siempre ha estado monopolizada por las distribuidoras de USA.
Desafortunadamente, ni yo, ni nadie que conozca, ha visto la
película completa, ya que se ha perdido y sólo existen unos fragmentos de unos
pocos segundos, pero es de suponer que, se desarrollaba toda en planos
generales, como era lo normal en la época, y toda la imagen, se basaba en la
actuación y movimiento de los actores, que en esos tiempos solían ser
exageradamente teatrales, y en el atractivo de los paisajes naturales del Valle
y de Colombia en general.
Una vez terminada la película, se le planteaba el dilema de
explotarla y difundirla, cosa que al final le desencantó y le amargó sus
últimos años, cuando creía que, dado el éxito económico que había conseguido
con María, podría crear una productora con permanencia, pero se encontró con la
indiferencia de las empresas colombianas y la oposición feroz de las
norteamericanas.
Haciendo "El Paraíso", casa de la familia del autor Joge Isaac, donde se desarrolla la novela y se filmó la película de Máximo Calvo. |
Para la difusión de María, consiguió un proyector portátil, y
empezó a viajar por muchos pueblos, donde ni siquiera había cine, ni sus
habitantes habían visto lo que era aquello. Buscaba un local grande, bar, sala
de baile o similar y lo alquilaba por una tarde, haciendo publicidad por el
pueblo. Me contó que los espectadores veían la película de pie, o les advertían
de que llevaran sus sillas. Y con ese sistema, recaudó dinero como para
construir una casa doble, en un lugar que era extraño en aquellos tiempos en
Cali, de manera que, los otros españoles del lugar, comentaban entre ellos: Ese
loco de Máximo, está enterrando un mundo de plata “al otro lado del río”, que
era como si en la edad media, hubieran dicho “fuera de las murallas”. Porque el
Río Cali, era la frontera natural de la ciudad, que sólo tenía el Puente Ortiz
para cruzarlo, y al otro lado, eran tierras de labranza.
Después, esos mismos españoles, con Máximo incluido, aportaron
el dinero para construir el Puente España que, curiosamente, cuando hoy se
cruza, lo primero que se encuentra es, el monumento a Jorge Isaac, autor de la
novela “María”, y en su tiempo, hijo del dueño de la hacienda El Paraíso, donde
se desarrolla la novela, que dicen ser autobiográfica, y donde se filmó la
película. Y también curiosamente, esa zona que él “colonizó” se convirtió en la
zona residencial más exclusiva de la ciudad de Cali, en aquellos años 60-70.
Un dato curioso, que quizá algún estadístico pueda confirmar
algún día, es que la película María, filmada en mudo y con algunos letreros, recaudó
proporcionalmente a su costo, la mayor cantidad de dinero de toda las historia
del cine colombiano, a pesar de las muchísimas películas que se han hecho a lo
largo de todos estos años, de magnífica calidad, de color y sonido.
Con un dato a tener en cuenta, muy interesante: Esa película
se presentó ante miles de personas, entre las que había un porcentaje
importante de analfabetos, que al serlo, no habían podido leer la novela, ni
los pocos subtítulos explicativos que tenía la película. De donde podemos
deducir que, las imágenes por sí solas, eran tan atractivas que justificaban el
que se corriera la voz, de pueblo en pueblo, para la asistencia masiva que se
consiguió, gracias a esa especie de don divino, imaginación, constancia y
trabajo del que parecía estar revestido ese personaje excepcional, que fue
Máximo Calvo Olmedo.
Enrique
Gutiérrez y Simón
Madrid,
septiembre de 2017