¡Gracias!
Ante todo: ¡Gracias!. Gracias por la asombrosa cantidad de
felicitaciones de cumpleaños que me han llegado, por teléfono, por E-mail por
Facebook y cualquier otro medio de comunicación de los que usamos
habitualmente.
Todos los días, envío una serie de mensajes a una larga lista
de mis amigos, por lo que es normal que me lleguen mensajes de muchos de ellos,
Pero es que además me llegan también de otros que no reciben habitualmente mis
mensajes y me llaman por teléfono otros tantos, lo que de verdad me abruma y me
avergüenza, por no poder contestar individualmente a cada uno de vosotros, como
sería lo correcto.
Como digo en mi libro “Marina y Floro”, nunca he padecido
“Carencia Afectiva”, ni nada que se le parezca, pero esto, la verdad es que me
abruma y no alcanzo a corresponder como se merece, teniendo en cuenta además,
que el 24 de julio no es mi cumpleaños real, aunque sí sea la fecha que figura
en todos mis documentos y referencias en las redes sociales…
Como si fuera una tarjeta de agradecimiento a todas vuestras
felicitaciones, acabo de escribir una pequeña historieta en tercera persona,
atribuida a un personaje ficticio llamado Eduardo, que os envío con mi más
sincera expresión de afecto y amistad… Ya quisiera yo, saber expresar una
pequeña parte de ese cariño que me expresáis vosotros…
El
Bi-Cumpleaños
Esta es la pequeña historia de Eduardo, que tuvo dos
cumpleaños anuales durante toda su vida, sin haber hecho nada especial para
ello…
El padre de Eduardo era un hombre bronco, curtido en trabajos
duros y militante político de tendencias y acciones revolucionarias. Viudo y
padre de dos hijos, chica y chico, que ya habían cumplido los 8 y 6 años
respectivamente, en el momento de nuestra historieta.
Vuelto a casar, un 18 de julio nació su tercer hijo, Eduardo,
que el padre recibió con unas muestras de alegría y cariño, muy poco acordes
con lo que a primera vista se esperaría de él, tanto por tener ya los dos hijos
anteriores, como por su carácter un tanto hosco y poco dado a las expresiones
cariñosas, normales en otro tipo de personas.
En ese país y en esa época, la gente nacía en sus casas, con comadronas
y todo el entramado de vecinas, trayendo y llevando cosas a la habitación de la
parturienta, todas apartando al padre como un estorbo inútil, hasta que se oía
el llanto del recién nacido. Entonces, alguna de las asistentes salía y le
decía al padre que “ha sido niño” y después de lavado y envuelto en miles de
trapos, al fin, dejaban que dicho padre entrara en la habitación y viera a su
hijo.
En este caso concreto, el padre hizo una cosa que no parecía
muy coherente: Puso en la pequeñísima mano del recién nacido unos billetes de
banco, que lógicamente el niño apretó de forma automática y le dijo: Para que
vayas a buscar chicas guapas…
Inmediatamente, llamó a sus amigos y compañeros de trabajo, que
estaban con él esperando el acontecimiento y después de que cada uno hiciera
las acostumbradas exclamaciones de lo guapo que era el niño y lo parecido al
padre, salieron todos a celebrarlo en la taberna más próxima, sin que se le
volviera a ver por la casa en muchas horas.
Al salir del trabajo al día siguiente, llegó a la casa con
algunos compañeros de los que habían estado el día anterior y algunos otros que
todavía no habían visto a “su hijo” y, después de las exclamaciones
acostumbradas, saleron a celebrarlo todos juntos en la taberna…
Esta llegada en grupo, y la correspondiente salida “a
celebrarlo”, ocurrió al día siguiente… y al siguiente… y al siguiente. Hasta
que alguno de los asistentes, entre trago y trago de tinto, hizo una pregunta
inocente, pero de graves consecuencias: -¿Has registrado el niño en el Registro
Civil?
-No…
-Pues ya sabes que tienes 48 horas para hacerlo a partir del
nacimiento, y si te retrasas, tienes una multa…
En vista de que ya era tarde para hacerlo en ese momento,
convinieron varios de los asistentes en ir en grupo al día siguiente.
Presentados en el Registro, pregunta el funcionario al padre: -¿Cómo se va a
llamar el Niño?
-Eduardo.
-¿Cuándo nació?
-Ayer…
Y todos los conmilitones firmaron como testigos de la
veracidad de esas afirmaciones… Pero ese día era ya 25 de julio. O sea, que
había pasado una semana completa de juerga…
A partir de ese momento, toda la familia celebró el cumpleaños
de Eduardo el 18 de julio, pero en todos los documentos figuró siempre el 24
como el día de su nacimiento, por lo que las personas menos cercanas le
felicitaban siempre el 24.
Eduardo, tenía, como ya dijimos, dos hermanos mayores, que en
los años que van desde la niñez a la adolescencia, eran “mucho mayores”, por lo
que lo estuvieron protegiendo toda su vida como si formaran parte de una
guardia pretoriana. Y él, muy puesto en la especial predilección que le
demostró su padre desde el mismo momento de nacer y todo el resto de su vida,
mas esa especie de paraguas protector que le tenían sus hermanos, aprovechaba
la circunstancia de su bi-cumpleaños, para recibir con alegría los regalos que
le hacían el 18 de julio, y luego exigir regalos el 24, diciendo que era su
cumpleaños, como podía demostrar fehacientemente con todos sus documentos…
Al cabo de los años, en ese País se declaró Fiesta Nacional el
día 18 de julio, que Eduardo aprovechaba para decirles a sus amigos juveniles
que era por celebrar el que él había nacido ese día, y aunque pasados unos
interminables 40 años se quitó esa fiesta, todavía hace bromas con la paga
extraordinaria que se les daba a todos los trabajadores por esas fechas, y que
se conserva.
Aunque Eduardo reflexiona y se mira hacia adentro, sin
encontrar el motivo real por el que tiene tantas personas que le demuestran
aprecio, el hecho incuestionables es, que nunca en la vida ha padecido de
carencia afectiva, que sí ve que padecen algunos amigos cuando se han hecho
mayores, así que sigue recibiendo infinidad de felicitaciones de cumpleaños por
diversos medios de comunicación y ya, ni puede contestar a todos, ni mucho
menos se molesta en aclarar el equívoco de que su cumpleaños real no es el 24
sino el 18 de julio…
Tanto el teléfono, las diversas redes sociales o el correo
electrónico, se colapsan el día 24 con felicitaciones, que Eduardo agradece
sinceramente a todos, aunque no pueda materialmente contestar a todas
individualmente. Pero el hecho, le deja una cara de estúpido pasmado
impresionante…
Enrique
Gutiérrez y Simón
julio de
2012