Fanny Guzmán
Minúsculo homenaje a una gran mujer
No tengo ni puñetera idea
de cómo acabará este experimento de escribir algo en grupo. Pero sí estoy
seguro de que ese grupo está compuesto de personas excepcionales. Algunas con
gran trayectoria profesional y editorial, que trabajan en silencio por el
grupo. Y hasta ahora se portan de forma totalmente discreta y moderada.
Pero entre todas ellas,
destaca Fanny por su personalidad exuberante y, como dice ella misma,
hiperactiva. No es nada excepcional, profesional o literariamente hablando, ni
ella lo pretende, pero tiene una vitalidad y una actividad explosiva que,
tendremos que tener cuidado de que no sea contagiosa. No vaya a ser que nos
volvamos como ella… Aunque a lo mejor sería una suerte para nosotros.
A veces, leo alguno de sus
correos y la veo en las fotos, y me daría ganas de abrazarla… Luego sale mi
angelito custodio y me dice al oído: ¡Cuidado con lo que dices, que tú eres un
vejestorio y ella una respetable señora! ¡A ver si de pronto surgen interpretaciones
torcidas y empiezan las habladurías! ¡Menos mal que, dadas las circunstancias,
lo normal es que no la conozcas personalmente jamás!
Y lo curioso es, que si
estuviera al lado de ella, lo más probable es que saliera corriendo, porque si
habla como escribe, es posible que no le deje a su interlocutor meter una
palabra ni de canto. Me recuerda a una compañera del Grupo en Madrid, gallega y
pequeñita que, cuando le hablamos en las reuniones de Junta Directiva, empieza
a contestar, antes de que su interlocutor termine la frase que le está
diciendo. Por eso le repito cada dos por tres: Es mentira, esa frase de que:
“Hablando se entiende la gente”. La gente se entiende “Escuchando”… Pero bueno,
esa es otra historia.
Supongo que Fanny, como
buena vendedora habrá aprendido a escuchar a sus clientes, e incluso, a
decirles lo que ellos quieren oír, para que le compren lo que en ese momento
esté vendiendo. Porque parece que, además de escribir, hacer fotos, arreglos
florales, cuidar de su hija y conducir su coche por esa interminables carreteras
de USA, vende libros, o más cosas además de flores…
El que Fanny escriba bien
y fluido, salvo algunos pequeños detallitos o errores, que quizá no son ni de
gramática, sino de “dedo”, en realidad no me llama la atención, porque en
Colombia se le da mucha importancia al idioma y a la expresión verbal, así que
es presumible deducir que eso lo aprendió allí, desde pequeña. Muchas veces me
da alipori, o vergüenza ajena, cuando veo a un envarado político español
hablando en televisión y haciendo miles de pausas o muletillas de: Eh… bueno…
eh… En cambio, más de una vez le he hecho notar a mis amigos de Madrid, la
fluidez con que hablan, no ya los políticos, sino una humilde mujer del pueblo,
que sacan en la televisión porque ha habido cualquier catástrofe en Colombia y
la mujer, con un traje raído y delante de una chabola de madera, explica lo que
le preguntan con una facilidad expresiva que ya quisieran muchos “doctores”… Que
es como nos llaman en Colombia, a cualquier chisgarabís que tengamos un título
universitario. (Estaba “podrido” que dicen los argentinos, de la palabrita
“doctor”, cando vivía allí).
Otra de las cosas
admirables de Fanny es, que cuando se pone a escribir mensajes, lo hace con una
naturalidad impresionante. Hilvanando unas ideas con otras, en textos largos
pero que se leen con placer. Me he puesto a convertir a Word algunos de sus
mensajes y pasan de 1.000 palabras. Uno de los últimos tenía más de 1.300 y
otro anterior, más de 1.800. Lo que quiere decir que, el problema para escribir
su capítulo de la novela, sólo le representará sentarse un par de ratos que le
queden más o menos libres de sus múltiples ocupaciones y… ¡Ya! En un pis pas,
que dicen en su tierra natal.
Y hablando de su tierra
natal. Me dijo que es de Manizales, pero por lo que yo conozco, no se parece en
nada a la gente de allí, quizá por los muchos avatares que le ha tocado sufrir
y los años que ha pasado fuera. La gente que yo conocí de Manizales, en sus
capas altas, suelen ser gente un tanto estirada y como con mucha tradición
española, pero que quieren mantener un poco como en el siglo XIX. Hacen una
Feria anual, donde hay importantes corridas de toros y algunas mujeres se
visten (o vestían), con mantilla y peineta como en las grandes fiestas tradicionales
de España. En esa región se hace también una Romería del Rocío, como la que se
celebra en Huelva, precisamente en estas fechas de mayo. Tienen mucha
influencia “paisa” que es como se llaman los antioqueños, que es el
departamento vecino, pero todo el tema de la vestimenta y demás, ayuda porque
la ciudad está encaramada en la cordillera central de los Andes colombianos
que, como se sabe, en Colombia se abren en tres cordilleras, por lo tanto el
clima es más bien frio, y ayuda a vestirse con ropa más “formal” que en otros
sitios. Tiene cerca de la ciudad el Nevado del Ruiz, que es un volcán
normalmente inactivo y cubierto de nieve perpetua, pero cuando entró en
actividad, se fundió la nieve, que se convirtió en lodo y arrasó el pueblo de
Armero, donde todos vimos a aquella niña atrapada en el agua, que nadie fue
capaz de salvar en varios días… Como un aviso de lo insignificantes que somos
ante la Naturaleza.
Por todo eso, cuando leo
los escritos de Fanny, no me la figuro como una de esas estiradas señoras
manizaleñas, que se creen “hijas de mejor mama”, que dicen allí. Sino más bien
como si fuera caleña, rumbera, alegre, abierta y cosmopolita, como suele ser la
gente de “tierra caliente”.
Cali, donde viví tantos
años, es la capital del Valle del Cauca, que es efectivamente un valle de 50
Km. de ancho por 200 de largo, entre las cordilleras central y occidental, con
un clima templado… (Muy caliente para mi gusto), donde parece que la finalidad
de la vida fuera bailar y beber. Ahora hasta hacen un festival de “salsa” que
no es, ni mucho menos, una música colombiana, pero que allí se está imponiendo
como si fuera autóctona. Hacen también la Feria de la Caña en diciembre, con
corridas de toros importantes y… bailan, bailan y bailan.
No sé por qué razón, cuando
leo los escritos de Fanny o veo sus fotos, instintivamente la sitúo en Cali,
pero… Sea como sea, ojalá los dioses en que ella crea, sean los que sean, la
conserven así, con esa vitalidad y esa forma de ser tan especial, por muchos,
muchos años.
Enrique Gutiérrez
y Simón
3 de
mayo de 2014