lunes, 31 de enero de 2011

El gobierno totalitario de España

Recomendaciones del gobierno sobre cómo debemos hablar y “Ecofeminismo”

Guía de la gilipollez socialista

http://www.youtube.com/watch?v=RuuVEEAtZzI

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¿NUESTRAS PENSIONES ESTÁN ASEGURADAS CON "GESTORAS" ASÍ?

No os enfadéis pero esta buena señora es imagen del nivel de la clase política, con gente como ésta saldremos de la crisis. Costará mucho trabajo. Evidentemente esta señora ha progresado: desde el analfabetismo a donde quiera que esté cobrando del nuestros presupuestos. He aquí una "experta· en pacto de Toledo.

http://www.youtube.com/watch?v=0U-rWT8scSE&feature=related

Este video resume la penúltima comparecencia de Isabel López i Chamosa, representante del PSOE en las reuniones de revisión del Pacto de Toledo, explicando los "avances" registrados en la materia.
Es, sin ninguna duda, una digna representante de la casta política que "tanto bien" está trayendo a este país.
Menos mal que nos queda Leire (que tanto da) para aportar vuelo intelectual a nuestra vida pública.

sábado, 8 de enero de 2011

Españoles pasotas

Españoles pasotas

Como por mis venas corre sangre revolucionaria por ambas ramas paternas, a veces me desespero de ver a los españoles pasotas, es decir que pasan de todo y pareciera que el mundo se les viene encima sin que ellos reaccionen, probablemente por el porcentaje de sangre árabe que todos llevamos y que nos induce al fatalismo absoluto.

En la guerra civil española, el uniforme de los soldados incluía un ancho cinturón de cuero con una enorme hebilla dorada con el emblema del Ejército. Cuando las tropas “nacionales” hacían un ataque hacia las trincheras del Ejército de la República, estos soldados aprovechaban el brillo de esa hebilla para apuntar al enemigo y los soldados nacionales se agachaban para ofrecer menos blanco, pero los moros atacaban de pié corriendo y cuando les aconsejaban que se agacharan contestaban: Si Alá quiere que yo muera hoy, nada puedo hacer para evitarlo, y si no quiere Alá, ninguna bala podrá hacerme nada…

Este fatalismo quizá está basado en una bonita leyenda que me contaron en Marruecos:

En la antigüedad, un señor feudal árabe encargó a su criado que fuera al mercado a comprar provisiones, pero el criado volvió inmediatamente, demacrado y sin ninguna compra.

Cuando el señor le preguntó el motivo explicó: -En el mercado he visto a la muerte y me ha mirado fijamente.

El señor le dijo: -Bien, si eso te hace sentirte mejor, toma el caballo más veloz de las cuadras y vete inmediatamente a Casablanca.

Pero el señor no se quedó conforme y fue él mismo al mercado, donde efectivamente se encontró a la muerte y dirigiéndose a ella le preguntó: -¿Por qué te que quedaste mirando a mi criado?

Y ésta le contestó: -Porque me extrañó mucho verlo aquí, ya que tengo una cita con él esta noche en Casablanca…

Pero algunos españoles, todavía piensan y reaccionan ante la prepotencia de las ministras analfabestias de que se ha rodeado el ex simio presidente.

Ante la férrea prohibición de fumar y la incitación a los ciudadanos para que denuncien a los otros ciudadanos, exactamente como hacían los nazis, un amigo con quien me encontré esta mañana y que es fumador, me comentaba sus proyectos:

-En la casa de mis abuelos en el pueblo, voy a construirme una chocita o especie de iglú con materiales de desecho, que tenga una pequeña puerta y ninguna ventana ni otro orificio por donde pueda salir el humo. Después voy a invitar a todos los fumadores del pueblo a que nos reunamos allí a fumar como locos, hasta que el humo no nos deje vernos los unos a los otros… Y añadía: -No existe mayor placer.

No sé si el placer viene de fumar, del humo o de contradecir al gobierno, que al fin y al cabo es el motivo último de todo revolucionario…

 

lunes, 3 de enero de 2011

Todos, excepto el ex simio presidente del gobierno de España, sabemos que el gorila venezolano está acabando a conciencia con ese país antes próspero, con esa frase de reyezuelo de opereta de “exprópiese”, sin beneficio para nadie y destruyendo propiedades privadas en perjuicio de su propio pueblo. Al menos los piratas roban para su propio beneficio, pero destruir por destruir…

 

Carlos Herrera nos pinta uno de los casos, entre otros muchos de los desaguisados que se cometen allí.

 

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El asombroso caso de Serafín García

 

Arenas Movedizas, por Carlos Herrera – 2 enero 2011

Serafín García, a sus espléndidos setenta años, sabe silbar con todos los dedos. Y hablar con todos ellos. Es de La Gomera, claro. Cuidando las ovejas y las cabras de la familia aprendió a comunicarse a grandes distancias mediante el silbo gomero, lenguaje silbado que permite mantener una conversación de caserío en caserío y de una montaña a otra, incluso a algunos kilómetros de distancia. Sólo son variaciones de frecuencia de un mismo tono, pero bastan -si las manos son habilidosas- para reproducir mensajes y frases. La suya fue una infancia descalza, en la que las sandalias se utilizaban exclusivamente para ir a la escuela, y todo lo solitaria que supone pastorear bestias. Hasta que un día su padre emigró primero a Cuba y después, como tantos canarios, a Venezuela. No se lo pensó dos veces y junto con sus hermanos surcó el mar hacia la tierra de promisión, en la que empezó a ganar el equivalente a unos dólares sirviendo gasolina en un surtidor del que prácticamente no salía en las veinticuatro horas de un día. Hasta que un tipo le propuso ganar trescientos y trabajar para él en el negocio de la fruta. Allí mismo dejó la manguera con la que estaba sirviendo y entró en un universo en el que ha acabado siendo el rey de la alimentación venezolana, controlando prácticamente el setenta por ciento de la importación de peras, manzanas y uvas. Invirtió y diversificó hasta crear una red, con los años, de negocios florecientes en la banca, en la venta de automóviles y en el negocio frigorífico.

En la Venezuela de los sesenta era posible crecer y, no sin esfuerzo, enriquecerse. Así lo hicieron muchos españoles, singularmente canarios y gallegos, como Serafín, que se instaló en Puerto Ordaz-Ciudad Guayana, donde se unen el Caroní y el Orinoco, aguas que Uslar Pietri matrimonió como «un río de acero negro pulido». Esos empresarios desafiaron el sino al que ha estado condenada Venezuela por culpa de su dichoso petróleo, ese que ha impedido desarrollar otro músculo industrial que pusiera a salvo la economía del país de las consecuencias del alza de los precios de todo lo que debía importar precisamente como causa del alza de su propio oro negro.

A muchos de esos empresarios -que conservan a buen recaudo, como García, su nacionalidad española- son a los que el animal de Hugo Chávez y su régimen corrupto e inoperante ha expropiado -«¡Exprópiese!»- sin darles absolutamente nada a cambio. De ocho mil fincas agrarias contabilizadas en Venezuela, unas dos mil están en manos de emigrantes españoles, a varios de los cuales les han ocupado las fincas las huestes chavistas sin respaldo legal alguno y sin que la seguridad jurídica inexistente pudiera hacer nada por ellos. Ni siquiera mediar un precio por la expropiación. Ni que decir tiene que a Serafín García le tenían ganas y le levantaron su empresa importadora. Por supuesto, lo que era un floreciente negocio se convirtió en pocas semanas en un desastre organizativo que tan sólo consiguió hacer pudrirse la fruta importada y desabastecer mercados normalmente bien atendidos. Cuando el inoperante ministro Moratinos visitó Venezuela, reunió, junto con el embajador Viturro, a un buen puñado de españoles que le transmitieron su desesperación por el robo manifiesto al que estaban siendo sometidos. El gomero fue la voz cantante, pero abandonó la recepción cuando, por toda contestación, Moratinos sólo acertó a decir que «Hugo Chávez es el dirigente más votado de América».

Y allí sigue, aunque desde hace unos años se instalara en Miami con su esposa, Irene Sáez, la célebre y bellísima Miss Universo 1981 que fuera en su día alcaldesa de un municipio de Caracas y candidata a la Presidencia del país. Viaja cada semana a la peligrosísima capital venezolana y atiende algunos ámbitos de su negocio que aún no han sido intervenidos. Parece que, a la vista del desastre de los mangantes e inútiles comisarios políticos del chavismo, quieren que la empresa vuelva a manos de Serafín García y sus hermanos al fin de evitar el páramo en que se ha convertido el abastecimiento de fruta. Posiblemente así vaya a ser y, asombrosamente, se dé un caso inusitado: que socialistas y comunistas devuelvan lo robado. Lo habrá conseguido un gomero endiabladamente listo y trabajador que no hace tantos años andaba silbando por los montes de su isla.

 

Hace años desperté de la utopía de las revoluciones de todo signo y tiempo, convencido de que éstas siempre devoran a su hijos y nadie puede saber cómo acabarán, pero la historia nos dice que, siempre el más noble, el más sincero y entregado, será depurado, asesinado como Trosky, o muerto en “accidente” como el General Mola, Camilo Cienfuegos o tantos y tantos otros, y que el más “vivo”, hábil o desalmado se alzará con el poder, para desgracia de la humanidad, como Franco, Castro y una larguísima lista que confirma esta teoría. De la Revolución Francesa, mejor no hablar por vergüenza…

 

La imagen romántica del revolucionario honesto y sinceramente entregado a cambiar el mundo es preciosa, pero suele acabar mal.

 

Vengo de una familia paterna y materna de esos revolucionarios y he vivido en carne propia sus consecuencias, pero como no sé escribir, os envío el artículo de Pérez-Reverte de esta semana, que lo expresa mejor…

 

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TRES HOMBRES PELIGROSOS

Patente de Corso, por Arturo Pérez-Reverte – 2 enero 2011

Tengo en casa una foto grande, recortada de un viejo libro de fotografía cuyo título no recuerdo. También olvidé el nombre del autor, si llegué a saberlo. La imagen pertenece a una serie sobre los movimientos revolucionarios en los años 20 del siglo pasado, y en ella aparecen tres hombres relativamente jóvenes, aunque el aspecto y la época los hagan parecer mayores. Dos llevan barbas poco espesas, todos usan gafas redondas con montura de acero, y visten con modestas y raídas ropas burguesas. No sé dónde se hizo la foto, ni la nacionalidad de los tres individuos, aunque recuerdo que el texto los identificaba como socialistas, o bolcheviques. Puede tratarse de una escena tomada en el patio de una cárcel, o tal vez un recuerdo de camaradas. Hay en sus protagonistas algo clandestino. Están sentados muy juntos, fraternalmente agrupados ante la cámara del fotógrafo, que el del centro observa con una singular expresión de recelo y desafío: una mirada sombría, fanática. Es evidente que se trata de individuos convencidos de algo. Una causa común, una idea. Sin la menor duda son hombres peligrosos.

Seguramente los mataron pronto. Si algo aprendí dando tumbos por el mundo, mochila al hombro, es a identificar a los que no sobreviven, o al menos llevan en el bolsillo las papeletas de la rifa. Esos tres las llevaban todas. Es probable que a poco de hacerse, o hacerles, aquella foto, alguien les diera matarile: quienes los fotografiaron en el patio de la cárcel, si es que estaban en una, o la policía de alguno de los países de Europa Central por los que se movían secretamente entre fronteras, trenes y falsos pasaportes. Fueron liquidados, tal vez, en una pensión de mala muerte, en un sucio callejón, en una comisaría tras pasar un rato incómodo diciendo sí y no en la sala de interrogatorios. Quizá se arrojaron por una ventana, o los arrojaron. Solía ocurrir. Gaseados por Hitler, fusilados por Stalin. Puede que alguno se pegara un tiro para no caer vivo en manos de alguien, aunque también el tiro pudieron pegárselo sus propios camaradas. Porque ésa es otra. Sus caras son de manual: duros, convencidos, en la edad justa. Aventureros de la utopía. Ni muy jóvenes, ni pasados de vueltas. Aún no veo rastro de fatiga. Por ello son peligrosos, como dije antes. De los imprescindibles en vísperas de una revolución, y que luego estorban. Aquéllos que, tras hacer posible la toma del palacio de Invierno, acabaron picando piedra en Siberia, o en el sótano de la Lubianka con un tiro en la nuca. Aunque lo mismo, todo puede ser, fue uno de ellos quien despachó a los otros dos: el que antes despertó de la quimera. Tal vez se denunciaron y mataron entre sí al cabo del tiempo, cuando rozaban el poder y cuajaba el sueño. Autocrítica pública antes del paredón. Quién sabe. Son las vueltas y revueltas de su tiempo. De la vida.

Los veo mirarme con sus ojos jacobinos y miopes, encogidos uno junto a otro como si tuvieran frío, y pienso en lo que hicieron. Sobre todo, en lo que estuvieron a punto de hacer. Calculo el incendio magnífico que quisieron provocar. La hoguera terrible, necesaria y fallida con las astillas de tronos y confesonarios. Considero el sueño tenaz al que dedicaron sus vidas, el modo de perseguirlo, de inmolarse en él. Imagino la inteligencia, el coraje, el rencor, la desesperación con que esos tres hombres, y cuanto simbolizan, pusieron el viejo mundo patas arriba, abriendo las puertas a otro. Y pienso también cómo lo mejor del sueño se pudrió en contacto con la puerca condición humana, y cómo la aventura de la esperanza acabó en bufonadas grotescas, traiciones infames y estériles carnicerías sangrientas; en la mentira y el cinismo de gánsters convertidos en dictadores sin escrúpulos, en la estupidez suicida de las masas incultas, en el callejón sin salida donde los canallas oportunistas y demagogos, todavía un siglo después, en nuestras barbas, siguen destruyendo lo más noble, osado y libre que late en el ser humano.

Quizá por eso, mirar la foto me produce una extraña ternura. Al poseer una información de la que sus protagonistas carecen, yo sé cuál es su destino. Puedo leer el futuro que ya fue, pintado en esos rostros hoscos hasta la inocencia, en las miradas fanáticas y peligrosas. En esa voluntad ingenua que tanto me conmueve adivinar, y que me reconcilia con muchas cosas de las que blasfemo a diario. Objetivamente, acaben como acaben, sé que esas tres pobres vidas anónimas no valdrán para nada. Su fotografía es el documento de un fracaso: la derrota irreparable del ser humano justo, valiente y libre. Pero sé también que, sin esa foto y cuanto simboliza, la fe en lo grande y temible que encierra el corazón del hombre no existiría. Ése es mi orgullo melancólico. Nuestro consuelo.

 

 

Queridos amigos:

 

 

 

 

Un fuerte abrazo

Que paséis un buen día

Have a nice day

Enrique Gutiérrez y Simón

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