Mano firme, corazón
grande
Mano
firme, corazón grande, es una frase del ex presidente de Colombia, como método
para luchar contra los narcoterroristas de aquel país. Primero, combatirlos con
mano firme, y una vez derrotados, tener corazón grande, para delimitar las
responsabilidades de los dirigentes, porque, obviamente, la mayoría de los
guerrilleros, no son culpables de esa guerra, e incluso muchos han sido
reclutados a la fuerza.
Creo
que, es una situación similar, salvadas las enormes diferencias, aplicable al
problema que han creado en Cataluña, una banda de facinerosos de mentalidad
fascista. Basados en historias inventadas y supuestos agravios que, han
convencido a miles de catalanes ingenuos, pero no con razones, sino con
fábulas, imposiciones y órdenes terminantes.
Lo
que no se dice en esos grupos dictatoriales, pero que la inmensa mayoría de los
catalanes, ha deducido por propio sentido común, son algunas cosas como estas:
Es
perfectamente natural, sentir cariño o amor, por el lugar en que uno ha nacido.
Donde ha transcurrido su infancia y donde están enterrados sus ascendientes. Lo
que no es natural es: Pensar que uno es superior a otro cualquiera, por el
simple hecho, muchas veces circunstancial o casual, de haber nacido aquí, y no
en otro cualquiera de los lugares del mundo. Ese es el nacionalismo. Siempre
nocivo y equivocado. Sin ninguna razón objetiva. Y mucho peor, como ya se ha
hecho, el denigrar de determinados habitantes de otros territorios,
englobándolos a todos en una palabra: Andaluces, extremeños, madrileños, o lo
que sea. Como si los humanos fuéramos entes uniformes, cortados todos por el
mismo rasero, como pensaban los de la ideología nazi. O sea que, además de
nacionalistas, racistas. Parece imposible ser más irracionales e ignorantes.
El
tener la suerte de disfrutar de un idioma propio, aquel en que oímos las
primeras y amorosas palabras de nuestra madre, es digno y afortunado. El querer
imponer ese idioma a otros, a la fuerza, es indigno e inútil. Los idiomas son
para comunicarse, no para crear enfrentamientos y barreras.
El
querer que la región donde uno ha nacido, o simplemente vive en ella, se separe
del país a que pertenece, no parece sensato, ya que la historia va en dirección
exactamente contraria, para hacer entidades políticas más grandes y más
competitivas en el mundo actual, pero pensar así es lícito, y no está prohibido
ni contraviene ninguna ley o tratado. El problema es: ¿Cómo se hace eso? Y en
este tema, todos los casos son diferentes y tienen sus condiciones expresas
para realizarlo. El intentar hacerlo, contra el sentir de la mayoría de los
ciudadanos y contra todas las leyes existentes, es simplemente una locura.
En
Cataluña, la mayoría de sus ciudadanos, quieren vivir tranquilos y prosperar en
sus ocupaciones, pero se han visto maltratados, discriminados y amedrentados,
por una minoría vociferante y soberbia que, quizá no sabía bien ni lo que
quería, ni lo que es más grave, qué querían los que los empujaron a esa
aventura, o que intereses ocultos les movían.
Pero
esa mayoría silenciosa, ha estado durante años constreñida en sus legítimas
aspiraciones de progreso y tranquilidad, hasta que se ha rebosado el vaso y ha
hablado, pacífica pero enérgicamente. Y mediante esa “mano firme”, se ha
derrotado el aventurerismo de los facinerosos y se vislumbra ya la luz al final
de túnel.
Ahora,
viene lo más difícil: Aplicar la segunda parte de la frase: Corazón grande. Tenemos
por delante, el largo y tortuoso camino de, restaurar la convivencia, entre
familias, amigos y compañeros de trabajo, que rompieron los ilusos dementes,
con sus torcidas aspiraciones, de ser los mandamases indiscutibles de un
pequeño país, donde sus órdenes, consignas y hasta los pensamientos, tuvieran
que ser acatados sin posibilidad de discusión ni razonamiento alguno.
Muchos
de los ciudadanos, oyeron esos cantos de sirena y los siguieron de buena fe,
convencidos de que eran verdad, las fábulas inventadas por los interesados en
romper la convivencia. Y esos sentimientos y enfrentamientos, dejan unas huellas
profundas, difíciles de restaurar. Para lo que se necesitarán grandes dosis de
tolerancia, comprensión y buena voluntad. Y esperemos que se haga ese esfuerzo
por ambas partes.
Naturalmente
que, los responsables de esta loca aventura, habrán de responder de sus actos
ante la Justicia, pero eso no debe afectar a los ciudadanos que les siguieron
de buena fe, que no deben sentirse acusados ellos mismos, que no fueron
responsables, ni pretender inmolarse con el pretendido líder, como las mujeres
hindúes, que se quemaban en la hoguera, con el cadáver de su marido.
Y,
por supuesto, los que estuvieron sufriendo la opresión y oprobio durante todos
estos años, habrán de reprimir su deseo de venganza. Porque si es lógico que
los responsables sean juzgados, no es lógico que se mantenga esa división y
encono de unos contra otros, que ellos sembraron. Por lo que será necesario
hacer un gran esfuerzo de tolerancia y olvido, para restaurar la vida civil, en
los términos de paz y convivencia, que nunca debieron perderse, y que además
son absolutamente connaturales al espíritu catalán.
Así
pues, si ahora, aquellos que enarbolaban banderas inventadas y vociferaban
envalentonados por la masa, manejada entre bambalinas por los dirigentes
ilusos, ahora están callados. No es recomendable ni beneficioso para nadie que,
los que han estado sufriendo sus insultos hasta ahora, respondan con las mismas
actitudes agresivas de ellos, lo que los colocaría a su mismo nivel de horda, o
masa manejada como manada de ovejas. Lo que sería lógico es que, se tenga una
actitud de tolerancia y olvido, para restaurar la convivencia rota.
Es
fundamental, tener en cuenta que la PAZ, es una vía de doble sentido. Sólo hay
paz, si todas las partes creen en ella y la practican, sin restricciones.
Y si
después de restaurada la convivencia y la vida normal, hay personas que quieren
la independencia, bien está. El tener ideas diferentes y aspirar a lo que a uno
le apetezca, es el fundamento de la democracia. Simplemente, hay que respetar
las leyes y seguir los procedimientos adecuados que estas leyes prevén, para
conseguir los objetos que cada uno apetezca.
Si
los representantes de estas ideas, las exponen en el Parlamento de España, que
está hecho precisamente para “parlar”, y convencen a una mayoría de los representantes
del pueblo, para que se establezca un Plebiscito, en que se vote… lo que se
quiera: La independencia, la república, adoptar el sistema de Venezuela, o
Corea del Norte, o cualquier otro sistema, y una vez acordado ese plebiscito,
la mayoría del pueblo español, vota que se haga eso que se ha propuesto… Se
hará. Y todos tan contentos, con haber ejercido su derecho de ser los
verdaderos conductores de sus propias vidas.
La
Constitución española, tiene previstos los medios para modificar, todo lo que
se quiera modificar, pero con los trámites y condiciones expresas.
Si
cualquier iluminado, viene mañana con otras propuestas, las que sean, y quiere
imponerlas a la brava, a base de gritos, manifestaciones y golpes de estado,
estaremos los ciudadanos enfrente, para impedirlo… Otra vez.
Enrique
Gutiérrez y Simón
Madrid, 31 octubre 2017