La fotografía y el Yo
¡Qué guapa estás! ¡Qué niño tan rico! ¡Precioso paisaje!
¡Imponente la cascada! ¡Qué animalito tan tierno! Y así sucesivamente, se lee a
cada momento en las páginas de fotografía que se publican en Facebook.
¿Y de la guayaba qué?... ¡Perdón, se me ha ido la olla a una
frase que se usaba mucho en Colombia hace años! ¿Y de la fotografía qué? Porque
todas esas frases laudatorias, se refieren al “objeto” de la foto, no a la foto
en sí misma.
El pulsar en “me gusta”, o “like” que dicen los modernos, es
como darle una limosna a un mendigo, pero con guantes, no vaya a ser que se nos
contagie algo. Otros, ponen algún comentario elogioso, pero general, y algunos
hasta se extienden en alabanzas al autor, pero… ¿Y de la foto qué?
Lejos de mí, intentar decirle a alguien, lo que debe y no
debe hacer. Aborrezco a esas personas que están continuamente queriendo imponer
sus ideas por todos los medios, y queriendo indicar a los otros, hasta por qué
lado de la cama deben bajarse.
Me parece perfecto, que cada uno se exprese como quiera y se
refiera a las fotos que ve, en la forma que le plazca y haga los comentarios
que le apetezca. Pero… mi sugerencia, que no imposición, va en el sentido de
que, si somos fotógrafos, lo lógico es que hagamos algo más. Refiriéndonos a
las fotos como tales fotos, y analizando sus características fotográficas,
además del objeto fotografiado, al que, ¡No faltaba más!, podemos referirnos
como queramos, dentro de nuestra absoluta libertad.
Se dice que: el perdón, tiene grandes beneficios. No para el
perdonado, que quizá ni se entera ni le importa el asunto, sino para el que
perdona, porque se quita un peso de encima y despeja el camino para ser más
feliz. O sea que, si lo analizamos, debemos perdonar, pero no por bondad, sino
por egoísmo.
También se dice que, “El que guarda un rencor, es como si se
tomara un veneno, y esperara que se muriera el otro”. Así que, parece más sano,
ocuparnos de nuestras cosas, y dejar vivir.
Por otra parte, también se dice que: La mejor manera de
aprender algo, es intentar enseñarlo a otro. Porque si queremos explicarlo,
hemos de analizarlo, razonar sobre ello y convertirlo en palabras. Lo que hará
que se nos fije en nuestra memoria, y quizá, que nos demos cuenta de algunos
errores que hayamos arrastrado sobre el asunto, hasta sin darnos cuenta.
Un principio elemental del periodismo es, que toda noticia ha
de contestar las seis preguntas fundamentales: ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cómo?,
¿Por qué o para qué?
Mi opinión muy personal es que, podríamos
organizarnos unas preguntas fotográficas, como: Objeto, Enfoque, Composición,
Encuadre, Color, Riqueza tonal, Oportunidad, Iluminación, Contraste, y otras
que se nos ocurran, y cuando vemos una foto, intentar analizar esos conceptos,
donde muchas veces, el objeto en sí, es absolutamente irrelevante. Y como el
que intenta enseñar a otro, convertir en palabras las sensaciones que hemos
tenido al pensar en esos detalles.
Lógicamente, no tenemos por qué intentar
agotar todo el catálogo de características de la foto en cuestión. Bastaría con
que expresáramos aquellos detalles que nos han llamado la atención o que nos
han gustado más, en cada caso. Pero el hecho es, que colaboraríamos con el
autor, no para que cambie su foto o su forma de hacer, dentro de su absoluta
libertad, sino para que reciba unos conceptos externos de la sensación que da
su obra. Y lo más importante: Al hacer este ejercicio, y obligarnos a nosotros
mismos a pensar en esas características, estaríamos aprendiendo también, a
tener en cuenta esos detalles en nuestra fotos. Lo que creo, redundaría en
beneficio de todos.
En mi muro, tengo un texto que reza: “Las
buenas obras: Fotos, escritos, pinturas o hechos, no son para ser vistos, sino
para ser realizados”. Y no es que no nos guste que lo vean y si es del caso lo
alaben. Decía estos días mi amigo Antonio que, “al publicar las fotos, buscamos
caricias”. Es que en el fondo, las opiniones de los demás, por placenteras que
sean, no significan nada, comparadas con el inmenso placer, la pasión, la
tensión, o inyección de adrenalina, que hemos disfrutado en el momento de hacer
la foto, con todos los preparativos previos y trabajo posterior, de editarla y
publicarla. Por lo que, suponiendo que nadie nos la mencione, o incluso, que
las menciones nos sean adversas, podríamos decir la clásica frase de: “Que me
quiten lo bailao”…
Hay algunos colegas que, cuentan cuantos “likes”
les han puesto a sus fotos, y hasta alguno he visto cabreado por si lo han
calificado mejor o peor. Y me parece muy bien. Allá cada cual con sus intereses
o aficiones.
A otros muchos, lo que nos gusta es, hacer
fotos. Y las exponemos por el simple placer de hacer todo eso. Luego, si
alguien quiere hacernos caricias, alabando el paisaje o el objeto fotografiado,
bien está. ¡Muchas gracias!, pero… mi opinión personalísima es que, estaría muy
bien, que en las páginas de fotografía, además de las zalemas de amigos,
habláramos más de fotografía, porque al fin y al cabo, por encima de amigos
guapísimos y buenísimos, somos FOTÓGRAFOS.