miércoles, 28 de septiembre de 2016

La fotografía y el Yo

La fotografía y el Yo

¡Qué guapa estás! ¡Qué niño tan rico! ¡Precioso paisaje! ¡Imponente la cascada! ¡Qué animalito tan tierno! Y así sucesivamente, se lee a cada momento en las páginas de fotografía que se publican en Facebook.
¿Y de la guayaba qué?... ¡Perdón, se me ha ido la olla a una frase que se usaba mucho en Colombia hace años! ¿Y de la fotografía qué? Porque todas esas frases laudatorias, se refieren al “objeto” de la foto, no a la foto en sí misma.
El pulsar en “me gusta”, o “like” que dicen los modernos, es como darle una limosna a un mendigo, pero con guantes, no vaya a ser que se nos contagie algo. Otros, ponen algún comentario elogioso, pero general, y algunos hasta se extienden en alabanzas al autor, pero… ¿Y de la foto qué?
Lejos de mí, intentar decirle a alguien, lo que debe y no debe hacer. Aborrezco a esas personas que están continuamente queriendo imponer sus ideas por todos los medios, y queriendo indicar a los otros, hasta por qué lado de la cama deben bajarse.

Me parece perfecto, que cada uno se exprese como quiera y se refiera a las fotos que ve, en la forma que le plazca y haga los comentarios que le apetezca. Pero… mi sugerencia, que no imposición, va en el sentido de que, si somos fotógrafos, lo lógico es que hagamos algo más. Refiriéndonos a las fotos como tales fotos, y analizando sus características fotográficas, además del objeto fotografiado, al que, ¡No faltaba más!, podemos referirnos como queramos, dentro de nuestra absoluta libertad.
Se dice que: el perdón, tiene grandes beneficios. No para el perdonado, que quizá ni se entera ni le importa el asunto, sino para el que perdona, porque se quita un peso de encima y despeja el camino para ser más feliz. O sea que, si lo analizamos, debemos perdonar, pero no por bondad, sino por egoísmo.
También se dice que, “El que guarda un rencor, es como si se tomara un veneno, y esperara que se muriera el otro”. Así que, parece más sano, ocuparnos de nuestras cosas, y dejar vivir.
Por otra parte, también se dice que: La mejor manera de aprender algo, es intentar enseñarlo a otro. Porque si queremos explicarlo, hemos de analizarlo, razonar sobre ello y convertirlo en palabras. Lo que hará que se nos fije en nuestra memoria, y quizá, que nos demos cuenta de algunos errores que hayamos arrastrado sobre el asunto, hasta sin darnos cuenta.
Un principio elemental del periodismo es, que toda noticia ha de contestar las seis preguntas fundamentales: ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cómo?, ¿Por qué o para qué?
Mi opinión muy personal es que, podríamos organizarnos unas preguntas fotográficas, como: Objeto, Enfoque, Composición, Encuadre, Color, Riqueza tonal, Oportunidad, Iluminación, Contraste, y otras que se nos ocurran, y cuando vemos una foto, intentar analizar esos conceptos, donde muchas veces, el objeto en sí, es absolutamente irrelevante. Y como el que intenta enseñar a otro, convertir en palabras las sensaciones que hemos tenido al pensar en esos detalles.
Lógicamente, no tenemos por qué intentar agotar todo el catálogo de características de la foto en cuestión. Bastaría con que expresáramos aquellos detalles que nos han llamado la atención o que nos han gustado más, en cada caso. Pero el hecho es, que colaboraríamos con el autor, no para que cambie su foto o su forma de hacer, dentro de su absoluta libertad, sino para que reciba unos conceptos externos de la sensación que da su obra. Y lo más importante: Al hacer este ejercicio, y obligarnos a nosotros mismos a pensar en esas características, estaríamos aprendiendo también, a tener en cuenta esos detalles en nuestra fotos. Lo que creo, redundaría en beneficio de todos.
En mi muro, tengo un texto que reza: “Las buenas obras: Fotos, escritos, pinturas o hechos, no son para ser vistos, sino para ser realizados”. Y no es que no nos guste que lo vean y si es del caso lo alaben. Decía estos días mi amigo Antonio que, “al publicar las fotos, buscamos caricias”. Es que en el fondo, las opiniones de los demás, por placenteras que sean, no significan nada, comparadas con el inmenso placer, la pasión, la tensión, o inyección de adrenalina, que hemos disfrutado en el momento de hacer la foto, con todos los preparativos previos y trabajo posterior, de editarla y publicarla. Por lo que, suponiendo que nadie nos la mencione, o incluso, que las menciones nos sean adversas, podríamos decir la clásica frase de: “Que me quiten lo bailao”…
Hay algunos colegas que, cuentan cuantos “likes” les han puesto a sus fotos, y hasta alguno he visto cabreado por si lo han calificado mejor o peor. Y me parece muy bien. Allá cada cual con sus intereses o aficiones.
A otros muchos, lo que nos gusta es, hacer fotos. Y las exponemos por el simple placer de hacer todo eso. Luego, si alguien quiere hacernos caricias, alabando el paisaje o el objeto fotografiado, bien está. ¡Muchas gracias!, pero… mi opinión personalísima es que, estaría muy bien, que en las páginas de fotografía, además de las zalemas de amigos, habláramos más de fotografía, porque al fin y al cabo, por encima de amigos guapísimos y buenísimos, somos FOTÓGRAFOS.  

domingo, 18 de septiembre de 2016

La "PAZ" en Colombia



La “Paz” en Colombia

Los amigos colombianos, como buenos descendientes de españoles, están practicando el cainismo, que tanto nos gusta a ambos pueblos, dedicados a insultarse los unos a los otros, por si son partidarios del “Si” o del “No”, en el plebiscito que están a punto de votar.

Y lo más curioso es, que esa manía de ver al oponente como un enemigo, no les viene de la sangre que tengan de ancestros indígenas, porque las tribus colombianas, eran de las más pacíficas que encontraron los españoles, en comparación con los aztecas o los incas.

Tengo excelentes amigos colombianos, partidarios del No, y otros tantos partidarios del Sí, pero no suelen intercambiar razones, sino que los partidarios del No, dicen que Santos quiere entregar el país a las FARC, y los partidarios del Sí, dicen que eso significa la “Paz” y el cese definitivo de la “guerra”.

No tengo la nacionalidad colombiana, y por tanto, no podré votar en el plebiscito, pero sí tengo nexos muy cercanos con ese país y “me duele Colombia”, por lo que intento seguir sus acaeceres muy de cerca y me hago una serie de preguntas, a las que no encuentro respuestas, dentro de la acalorada discusión, con insultos entreverados, en que están inmersos mis amigos:

La primera y más importante: ¿Alguien de los que van a votar, ha leído con atención y comprensión, el mamotreto de 275 páginas, o algo así, que se ha publicado, sobre los acuerdos de La Habana?

Sinceramente, creo que no. Por la sencilla razón de que, me parece escrito, con indudable habilidad, para que resulte farragoso, confuso, nebuloso y lleno de intenciones o premisas que, luego se cumplirán o se “interpretarán” como cada interesado quiera… Algo así como, las profecías de Nostradamus.

Otra serie de preguntas serían: ¿Las FARC van a entregar las armas? ¿Van a liberar los niños enrolados en sus filas a la fuerza? ¿Van a declarar el dinero que tienen acumulado con el narcotráfico? ¿Van a cesar en ese narcotráfico y van a respetar la legislación colombiana e internacional? Etc.

Las noticias que publica la Fuerza Aérea Colombiana, dicen que, se siguen encontrando cargamentos de toneladas de cocaína y se siguen asesinando militares y policías… Probablemente, los cabecillas de las FARC, dirán que no son ellos, pero entonces llega la pregunta: ¿Cómo se va a parar eso cuando se haya aprobado el plebiscito? Porque, no hay duda de que el plebiscito se aprobará. Con todo el dinero que se está gastando en “mermelada” que dicen allí…

Y hay otra pregunta que me inquieta más que las anteriores, y que me vino a la mente, al encontrar en mi archivo, una foto que hice hace unos años del Palacio de Linares en Madrid, que el Gobierno compró para convertirlo en La Casa de América, en la Plaza de Cibeles.

En las ventanas, se pusieron unas fotos de diez secuestrados por las FARC, y un letrero abajo decía: “Son sólo 10 de las 3.000 vidas cautivas en Colombia”

Y la pregunta es: Esas 3.000 personas secuestradas, ¿han  sido liberadas ya, o se han evaporado, desparecido, abducidas por algún extraterrestre, o simplemente se han asesinado, como a los parlamentarios que secuestraron en la Asamblea de Cali?

Porque esa sí sería una noticia de alcance mundial, y no se ha publicado nada, que yo sepa… (Arriba a la derecha, creo que está Ingrid Betancurt, que sí se liberó y fue gran noticia. Mayor sería si se hubiera hecho lo mismo con todos los otros, digo yo).

Y, curiosamente, un hombre al que respeto mucho en todos los sentidos, y que está pendiente y conoce muy de cerca el devenir de Iberoamérica, como es Mario Vargas Llosa, ha publicado un artículo en que dice: Si fuera colombiano, votaría Sí. (Os incluyo el enlace, por si no lo habéis leído)¸ http://elpais.com/elpais/2016/09/15/opinion/1473947635_924358.html

Claro que, este artículo tiene un razonamiento que humildemente considero erróneo: “¿Funcionará el acuerdo de paz? La única manera de saberlo es poniéndolo en marcha”…

Eso, con todos mis respetos, es una estupidez. Es como si a alguien le dijeran que, la única forma de saber si el fuego quema, es poniéndole la mano… Los humanos, aprendemos de nuestras experiencias y de los que nos precedieron, de cómo actuaron antes las personas y de sus hechos. Y basándonos en esto, nos podemos hacer la pregunta fundamental:

¿Alguien, con sentido común, puede creerle hoy a las FARC?...


La "PAZ" en Colombia



La “Paz” en Colombia

Los amigos colombianos, como buenos descendientes de españoles, están practicando el cainismo, que tanto nos gusta a ambos pueblos, dedicados a insultarse los unos a los otros, por si son partidarios del “Si” o del “No”, en el plebiscito que están a punto de votar.

Y lo más curioso es, que esa manía de ver al oponente como un enemigo, no les viene de la sangre que tengan de ancestros indígenas, porque las tribus colombianas, eran de las más pacíficas que encontraron los españoles, en comparación con los aztecas o los incas.

Tengo excelentes amigos colombianos, partidarios del No, y otros tantos partidarios del Sí, pero no suelen intercambiar razones, sino que los partidarios del No, dicen que Santos quiere entregar el país a las FARC, y los partidarios del Sí, dicen que eso significa la “Paz” y el cese definitivo de la “guerra”.

No tengo la nacionalidad colombiana, y por tanto, no podré votar en el plebiscito, pero sí tengo nexos muy cercanos con ese país y “me duele Colombia”, por lo que intento seguir sus acaeceres muy de cerca y me hago una serie de preguntas, a las que no encuentro respuestas, dentro de la acalorada discusión, con insultos entreverados, en que están inmersos mis amigos:

La primera y más importante: ¿Alguien de los que van a votar, ha leído con atención y comprensión, el mamotreto de 275 páginas, o algo así, que se ha publicado, sobre los acuerdos de La Habana?

Sinceramente, creo que no. Por la sencilla razón de que, me parece escrito, con indudable habilidad, para que resulte farragoso, confuso, nebuloso y lleno de intenciones o premisas que, luego se cumplirán o se “interpretarán” como cada interesado quiera… Algo así como, las profecías de Nostradamus.

Otra serie de preguntas serían: ¿Las FARC van a entregar las armas? ¿Van a liberar los niños enrolados en sus filas a la fuerza? ¿Van a declarar el dinero que tienen acumulado con el narcotráfico? ¿Van a cesar en ese narcotráfico y van a respetar la legislación colombiana e internacional? Etc.

Las noticias que publica la Fuerza Aérea Colombiana, dicen que, se siguen encontrando cargamentos de toneladas de cocaína y se siguen asesinando militares y policías… Probablemente, los cabecillas de las FARC, dirán que no son ellos, pero entonces llega la pregunta: ¿Cómo se va a parar eso cuando se haya aprobado el plebiscito? Porque, no hay duda de que el plebiscito se aprobará. Con todo el dinero que se está gastando en “mermelada” que dicen allí…

Y hay otra pregunta que me inquieta más que las anteriores, y que me vino a la mente, al encontrar en mi archivo, una foto que hice hace unos años del Palacio de Linares en Madrid, que el Gobierno compró para convertirlo en La Casa de América, en la Plaza de Cibeles.

En las ventanas, se pusieron unas fotos de diez secuestrados por las FARC, y un letrero abajo decía: “Son sólo 10 de las 3.000 vidas cautivas en Colombia”

Y la pregunta es: Esas 3.000 personas secuestradas, ¿han  sido liberadas ya, o se han evaporado, desparecido, abducidas por algún extraterrestre, o simplemente se han asesinado, como a los parlamentarios que secuestraron en la Asamblea de Cali?

Porque esa sí sería una noticia de alcance mundial, y no se ha publicado nada, que yo sepa… (Arriba a la derecha, creo que está Ingrid Betancurt, que sí se liberó y fue gran noticia. Mayor sería si se hubiera hecho lo mismo con todos los otros, digo yo).

Y, curiosamente, un hombre al que respeto mucho en todos los sentidos, y que está pendiente y conoce muy de cerca el devenir de Iberoamérica, como es Mario Vargas Llosa, ha publicado un artículo en que dice: Si fuera colombiano, votaría Sí. (Os incluyo el enlace, por si no lo habéis leído)¸ http://elpais.com/elpais/2016/09/15/opinion/1473947635_924358.html

Claro que, este artículo tiene un razonamiento que humildemente considero erróneo: “¿Funcionará el acuerdo de paz? La única manera de saberlo es poniéndolo en marcha”…

Eso, con todos mis respetos, es una estupidez. Es como si a alguien le dijeran que, la única forma de saber si el fuego quema, es poniéndole la mano… Los humanos, aprendemos de nuestras experiencias y de los que nos precedieron, de cómo actuaron antes las personas y de sus hechos. Y basándonos en esto, nos podemos hacer la pregunta fundamental:

¿Alguien, con sentido común, puede creerle hoy a las FARC?...