Gabo lector
Todo el mundo sabe que
Gabriel García Márquez era un gran escritor, pero quizá no todo el mundo se ha
dado cuenta de que era un gran lector. En realidad no puede ser de otra forma,
porque no se puede llegar a ser escritor, del nivel a que se llegue, sin ser un
buen lector. O como se dice: No hay ascensor para el éxito. Tienes que tomar
las escaleras.
Gabo leyó sin parar
durante toda su vida, desde los clásicos griegos a los grandes maestros
europeos, (Kafka, Virginia Wolf) norteamericanos (Faulkner Hemingway) e
iberoamericanos. (Borges, Rulfo, Vargas Llosa y el montón de compatriotas,
escritores ilustres que tenía ahí a la mano) Pero además tuvo el privilegio de
vivir sus primeros años en casa de sus abuelos, que eran grandes narradores de
cuentos, fábulas o historietas diversas, con lo que también fue un gran “lector
oral”, si es que se puede decir así. Todos pudimos ver en vivo y en directo,
cómo ensalzaba a “su maestro Faulkner” en el mismo momento de recibir el Nobel
de Literatura.
Dijo alguna vez: “Describe
bien tu aldea y serás universal”. Y tomando la palabra por obra, no sólo
describió bien su aldea, Aracataca, sino que la creó dándole un nombre nuevo:
“Macondo”, que hoy indiscutiblemente es universal.
Además tuvo la suerte de
vivir unos años en París, siendo aún joven, con lo que sus horizontes
literarios se ampliaron aún más, en lo que en esos años era la Capital de la
Cultura. Aunque no tuviera en ese tiempo ni la fama ni el dinero que alcanzó
después. Pero eso a los artistas nunca les ha representado un obstáculo
insalvable. Se cuenta incluso que, su obra “El coronel no tiene quién le
escriba”, refleja en realidad sus paseos a la oficina de correos, a ver si ya
le había llegado la carta con la remesa del pago de su trabajo como corresponsal
de El Espectador en Europa.
Algunos dicen: Para
escribir bien, no es necesario leer antes El Quijote, porque Cervantes no lo
había leído cuando lo escribió… Pero la realidad es, que Cervantes no sólo
había leído todo lo que se podía leer en su época, (Cita libros sin parar en el
mismo Quijote), sino que vivió en Madrid en lo que hoy llamamos “El Barrio de
las Letras”, a pocos pasos de donde vivían contemporáneos como Quevedo,
Góngora, Lope de Vega y una larga lista de españoles que, se leían unos a otros
diariamente y se zaherían en versos y artículos entre ellos, como es costumbre
inveterada entre nosotros, hasta el extremo de que, Quevedo, para decir que
Góngora era judío, (que en esa época era un gran pecado), le amenazó con untar
sus propias obras con tocino, para que no pudiera tocarlas. Y tampoco un hombre
de la talla de Lope, que además era clérigo, se recató de tomarle el pelo a
Cervantes, al considerarlo un poeta de baja calidad…
Todos estos personajes,
que representan el “Siglo de Oro” español, compartieron además la Universidad
Complutense, en la actual Alcalá de Henares, que junto con la de Salamanca eran
dos de los faros del saber europeo, que en esos años, era como decir mundial…
También Gabo tuvo sus
diferencias con sus colegas iberoamericanos y no se libró de alguna puya de
Borges y algunos otros, lo que no es más que la grandeza y miseria de la
estirpe española. Pero en general, tuvo la fortuna de gozar de la amistad de
personajes de talla universal, como Obregón, Botero, Álvaro Mutis o Fidel
Castro, que aparte su vida política, no es precisamente un iletrado. Y todo
esto es otra forma de leer oral… De leer la vida.
Ahora, según algunos
agoreros, los jóvenes no leen y cuando lo hacen es en los modernos teléfonos
multiuso, donde se comunican en un idioma críptico sin vocales y como
jeroglíficos egipcios. Pero otros como el suscrito, no estamos de acuerdo.
Basta salir a la calle o viajar en transportes públicos, para ver muchos
jóvenes enfrascados en libros impresos o digitales. Lo que nos alimenta la
esperanza de que, de esos lectores, podrán sin duda salir más y mejores
escritores.
Enrique
Gutiérrez y Simón
orbepress2000@gmail.com
Madrid,
abril 2014