domingo, 25 de marzo de 2012

Manifestación contra la UGT


Los sindicatos dicen que, es un derecho fundamental el de los ciudadanos para manifestarse… Como estamos totalmente de acuerdo, vamos a organizar una manifestación contra ellos… O todos en la cama, o todos en el suelo…
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MANIFESTACIÓN CONTRA UGT Y CCOO
QUE CORRA Y SE DIFUNDA. LES PODRÍA SALIR UN BUEN SABAÑÓN A MUCHOS...
Le facilitamos la convocatoria de una manifestación que estamos preparando en toda España contra los abusos de UGT y CCOO.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Nuestra amiga la muerte


Nuestra amiga la Muerte
Me encontraba estos días tomando el aperitivo con mis dos amigos Kiko y Juan, cuando me tocó asistir a una discusión interesante.
Juan estaba asombrado de que Kiko le dijera que, le habían llamado a comunicarle la muerte de su hermana y lo estaba celebrando.
- ¿Cómo se puede celebrar la muerte de un ser querido, -decía Juan asombrado- a menos que se sea un desalmado sin sentimientos ni entrañas?
- Es que los simples mortales, creéis que la muerte es algo terrible, como en las películas de miedo. Pero la realidad es, que es una parte de la vida, un proceso, como aprender a andar, a hablar, el crecimiento, la pubertad, la madurez, la vejez y luego la muerte, como una secuencia natural y absolutamente incontrolable. Lo que pasa es, que a algunos les llega la muerte en un momento inoportuno, o demasiado pronto en sus vidas, cuando todavía tenían mucho que hacer y mucho que dar a los otros y por tanto, la familia y los amigos lo llevan muy mal, porque sienten un vacío, una ausencia dolorosa. Pero en algunos casos, y es este precisamente el que estamos comentando, la muerte llega demasiado tarde, lo que produce un largo sufrimiento inútil, en la persona que va a morir y en todo su entorno. Por lo tanto, lo lógico y natural es, que cuando al fin llega, los que estamos más cercanos, nos alegremos. El protagonista, nunca sabremos si al fin se alegra o no.
- Pero eso es, -decía Juan- como promover la eutanasia. Si una persona está sufriendo y sabemos que de todas maneras se va a morir, aceleremos el final ¿No?
- Un momento. Eso es más complicado de lo que parece. En primer lugar, nadie sabe exactamente y con toda certeza, sin ninguna duda, que va a morir pronto, o cuándo. Casos se han dado de personas en coma durante meses o años y luego han despertado. En segundo lugar, hay que tener un temple especial para decidir eso, como hacía aquél médico de urgencias, donde se morían todos los pacientes mayores, aunque hubieran llegado con una dislocación de tobillo. Eso es igual o muy cercano al asesinato y no todos somos capaces de eso. Pero lo más importante es, preguntarle al interesado, porque la mayoría de las personas nos aferramos a la vida hasta el último minuto. En el caso de mi hermana, su cuerpo se fue degenerando atacado por múltiples enfermedades internas, en el riñón y otras varias que no es cuestión de enumerar, tenía temblor esencial y en el último mes, no podía caminar. No oía apenas y hablaba en forma ininteligible. Su masa muscular fue desapareciendo hasta quedar reducida a un esqueleto que pesaba menos de 30 kilos, y en la última semana no podía ni incorporarse en la cama. No obstante, nadie habló nunca de eutanasia ni se dejaron de hacer todas las cosas posibles por mantenerla con vida y lo menos incómoda posible, con dos enfermeras atendiéndola día y noche y médicos pendientes de ella hasta el final. Lo que no quita que, cuando al fin llegó la noticia de que había muerto, lo consideremos un descanso para ella y para todos nosotros.
- Esa es otra cuestión, terció Juan. ¿Se sabe con alguna certeza que es un descanso?, porque creo que hay versiones para todos los gustos. Hay una especie de leyenda urbana, de personas que dicen que han estado cercanas a la muerte pero han vuelto y cuentan aquello de una luz muy brillante, un ser espiritual y una gran paz… Pero por otra parte, hay muchas creencias de que las malas personas van a un infierno o algo parecido y lo pasan muy mal. Y en el caso más optimista, les quedaría pendiente una especie de juicio final, donde les pedirían cuentas de todo lo que han hecho durante su vida, bueno y malo.
- La realidad es, que nadie ha vuelto para contarnos lo que pasa después de la muerte, aunque hay mucha literatura al respecto, incluyendo la Divina Comedia de Dante que te explica todo muy detalladamente, pero eso son las creencias de la Iglesia Católica. Los que nos quedamos aquí, siempre decimos que nuestro pariente estará en el Cielo, como una cuestión de tranquilidad propia. Qué más quisiera yo, y muchos otros, que nos permitieran hacer un viaje turístico como el que describe Dante, para ver esos siete círculos que él describe con todo detalle. Los diversos castigos y hasta las recompensas de quienes se portaron bien. Por cierto, ¿Recordáis que Dante dice que hay un infierno de hielo, no solo de calderas y fuego perpetuo?
- Pero tienes también la teoría de la reencarnación que ya explicaban los griegos, terció Juan. Yo me divierto mucho con las amigas que hablan de amor platónico, sin saber lo que dicen y me gusta ver la cara que ponen cuando les explico que: Platón decía que cuando uno muere y ha sido un buen hombre, teniendo relaciones sexuales sólo con hombres, por ejemplo, reencarna en un ser superior, más sabio y más completo, pero si se ha portado mal, teniendo relaciones sexuales con mujeres, al morir reencarnará en un ser inferior, como un perro, una cabra… o una mujer.
- Vale, dijo Kiko un poco enfadado. Que estamos hablando de cosas serias. Esas frases de Platón, como todas las de épocas pasadas, hay que entenderlas en su contexto, y no tomarlas al pié de la letra con nuestra mentalidad actual. La verdad es, que podemos sintetizar que hay una teoría de la reencarnación, que habla de volver a nacer en un ser diferente, como los budistas y otros pueblos antiguos, y la teoría católica, que habla de reencarnar para la vida eterna…
Juan interrumpió diciendo: - Esa es otra cuestión. Porque hay un montón de teorías de si al morir podemos ver y oír lo que pasa en el lugar en que se abandona el cuerpo. Hay quien dice que puede verse toda la escena como desde arriba y ver el propio cuerpo y las personas que lo rodean, pero hay otros, que sólo hablan de oscuridad y el famoso final del túnel, con la luz muy brillante y todo lo demás que se repite una y otra vez. Pero como los que nos cuentan esto, volvieron inmediatamente, nos quedamos sin saber en realidad que hay al otro lado del túnel. Necesitamos que alguien haya pasado allí un mes más o menos y nos cuente todos los detalles, para saber si nos apuntamos a la excursión. Sería maravilloso, que nos encontráramos con la novia, u otro ser muy querido, como dice Dante, que nos condujera por los diversos ambientes, o encontrarnos con una reunión de sabios, para hablar con ellos directamente… Claro que también podríamos encontrarnos con la suegra, o esos amigos que eran insufribles en vida y supongo que seguirán siendo lo mismo...
- Menos cachondeo, decía Kiko. A esa excursión no puedes apuntarte o no. Cuando te llaman a filas, tienes que presentarte sin excusa ni pretexto alguno, como rezaba la citación para cumplir el servicio militar antiguamente. Alguien decía que, la muerte camina toda nuestra vida a nuestro lado y cuando le parece bien, te da un empujón con el hombro y… hasta ahí llegaste. Y parece que tampoco te dan opción de quedarte, volver o ir a otro “campamento” que te guste más, ni llamar por el móvil a los amigos a contarles cómo está el panorama. Recuerdo que Houdini estaba muy interesado en este tema y pagaba a cuanta pitonisa, vidente, adivinadora o como se llamen esas personas que dicen comunicarse con el más allá, pero siempre les descubrió los trucos, algunos muy ingeniosos, para que se movieran las mesas, se oyeran voces y toda la parafernalia acostumbrada. Al final, desencantado con los médiums, hizo un pacto con su hija, diciendo que si había forma de comunicarse, lo haría con ella. Creo que hasta el día de hoy, no hay noticias de que se haya comunicado por ningún medio…
- A mí, no me asusta la muerte –continuó Kiko- y de hecho, he firmado ya el compromiso de una Muerte Digna, para que no me alarguen la vida artificialmente y que dejen a la Naturaleza actuar, si me encuentro en un estado en que los médicos dictaminen que no hay recuperación posible. No quiero que me tengan meses o años enchufado a un montón de aparatos, con respiración artificial, oxígeno y todas esas cosas que dicen para mantener la vida. Eso ni es vida ni es nada. En cambio sí me repugna, o me atemoriza el dolor. Me parece hasta cruel, que a una persona le hagan una y otra operación que se sabe que no va a conducir a ningún lado… Dicen que Franco, en los últimos momentos, les dijo, con voz casi inaudible a los muchos médicos que le rodeaban: ¡Déjenme morir!...
- A ver si te va a pasar, -Continuó Juan con sus bromas- Como a ese individuo que le dijo a su madre que no le dejara estar dependiendo de un montón de aparatos enchufados a la corriente y de otro montón de líquidos. Así que su madre, inmediatamente le desenchufó el televisor, el ordenador, el celular, el Ipad y todos los chismes que tenía a su alrededor y le tiró por el fregadero todas las cervezas, el güisqui, la ginebra y demás…
- Es imposible mantener una conversación seria contigo. Siempre estás tomando el rábano por las hojas. La mayoría de los humanos tenemos miedo a la muerte y hasta a hablar de ella. Luego, cuando alguien cercano o simplemente conocido muere, ponernos cara de circunstancias y murmuramos frases idiotas como: No somos nada; Ya estará en el cielo; Lo siento mucho; te acompaño en el sentimiento. Y organizamos funerales, misas y un montón de ritos, además de hablar maravillas del muerto, aunque haya sido un desalmado delincuente.
Y seguía Juan en su línea: - Pero no olvides la parte lúdica de los funerales. Recuerda que la Plaza de Roma o Manuel Becerra, se llamó en un tiempo Plaza de la Alegría, porque dicen los viejos que estaba llena de tascas, y como toda la gente que venía a enterrar a alguien en el Cementerio del Este, llegaba hasta allí para despedirse, antes de tomar caminos distintos a sus respectivas casas, se reunían a tomar la última copa, que supongo sería a la salud del muerto, aunque a este la salud se le hubiera acabado ya definitivamente. Y al final, yo invito a esta ronda y yo a la otra, todo el mundo acababa cantando a coro y la suma de coros, más o menos destemplados, hacía que la tal plaza pareciera una fiesta todo el año.
- Bueno, fuera de bromas, yo creo que lo de los funerales es algo absolutamente irracional. Una costumbre que se va conservando a lo largo de los tiempos, pero llena de hipocresía y fuera de todo sentido común. Se dice que se organiza una misa o funeral, a veces con discursitos y todo, para pedirle a Dios por el alma del muerto, o de los muchos muertos, porque también se hacen funerales colectivos, pero esa gente que dice interceder ante Dios, no piensa ni lo que está diciendo ni en la incongruencia de todo ese paripé. Si partimos de la creencia generalizada de que Dios es absolutamente sabio y absolutamente justo, tendremos que llegar a la conclusión de que todas las acciones buenas y malas del o de los difuntos, las sabe perfectamente y si es absolutamente justo, les aplicará a cada uno el castigo o recompensa que se hayan ganado, sin que nosotros, por mucho que hablemos, gritemos, lloremos o recemos, podremos torcer ni un ápice la voluntad divina.
- Pero ten en cuenta que, también cuando hay una sentencia de los jueces terrícolas, hay gentes que se manifiestan ante el tribunal y piden a gritos que se cambie la sentencia, o se acuerdan de las madres de todos los jueces que en el mundo han sido, porque la sentencia no les gusta, sea porque han declarado inocente al imputado o porque le han condenado a poco…
- Exactamente eso es lo que digo, -interrumpió Kiko-, pretender que unos jueces cambien una sentencia organizando un tumulto, es una falta de respeto a los jueces y a todo el sistema judicial. Podríamos hasta admitir, en gracia de discusión, que los jueces humanos sean corruptos, estúpidos, malvados o ignorantes, pero hacer lo mismo con Dios, es por lo menos una blasfemia.
- No te olvides de la parte económica de todo el tinglado, -remachó Juan- Detrás de un funeral hay un montaje de una iglesia que cobra por los servicios, unos comercios que venden flores, unas imprentas que hacen recordatorios y una larga lista de gente que vive de los muertos. Empezando por las funerarias que te venden ataúdes como si fueran joyas de Nefertiti, además de otros servicios como sepulturas, perpetuas o temporales, incineración, si es que lo has elegido, etc. ¿Tú crees que cuando llevas a una persona a incinerar y unos empleados se llevan el ataúd con el muerto y cierran una cortina, ¿Van a quemar ese ataúd que vale un dineral?. Y luego, cuando te entregan una urna que vale otro dineral con unas cenizas dentro. ¿Crees que esas cenizas son de verdad de tu deudo?
- Pues la verdad es que no lo sé ni me importa mucho, decía Kiko. Lo que habíamos empezado a hablar es, que la muerte no es nada tan terrible como acostumbramos a pensar y que si hay vida después de la vida, como piensan muchos, sería muy interesante saber qué pasa. Hay quien dice que te encuentras con tus seres queridos, y otros dicen que las almas no reconocen ni a su madre. Que todas las otras son absolutamente desconocidas, ya que al no tener todavía el cuerpo que se supone que se reencarnará en el momento del juicio final, no hay forma de reconocerlas. He leído estos días un concepto interesante: Dice que al igual que una mariposa que ha sido una oruga más o menos fea, sale con cierto trabajo del capullo, despliega sus alas y se convierte en una preciosa mariposa. Así, la muerte sería un trance un tanto doloroso, pero necesario para convertirse en otra cosa mucho mejor de lo que somos ahora…
- De todas maneras –intervino Juan- Parece que hay estadísticas de gente que ha querido suicidarse y por uno u otro motivo no ha muerto y nadie o casi nadie ha repetido el intento. Es otra de las cosas que sería interesante averiguar: ¿Qué piensa una persona que, por ejemplo, se tira desde un edificio u otra gran altura, mientras está cayendo? Algunos se salvan porque caen en algo blando… o casi, como el que se tiró del viaducto y cayó en la cesta de pan de un panadero que la llevaba en la cabeza. El suicida no se mató, pero al panadero sí. Lo que creo que nunca se ha sabido es, lo que pensaba el suicida mientras caía.
En ese momento intervine en la conversación de los dos diciendo: Yo tuve una experiencia curiosa en mi adolescencia, que me ha hecho pensar mucho en si a veces no nos aferramos a algo de forma instintiva, como podría ser nuestro cuerpo carnal, para luego darnos cuenta de que no valía la pena: Estuve de vacaciones con mi hermana pequeña en Asturias, en una casa agrícola de unos amigos de mi familia paterna. Para nosotros, dos adolescentes citadinos, todo era maravilloso. Yo colaboraba llevando “les vaques” que dicen allí a pastar a un prado especial, donde tenía que cuidar de que no fueran a querer comerse una manzana, porque las vacas no pueden partirla y se ahogan. Colaboraba recolectando maíz, cortando las cañas con una foceta, o recogiendo castañas con una especie de pinzas hechas artesanalmente de madera, ya que el fruto de la castaña tiene unas púas muy puntiagudas. Mi tía amasaba pan de trigo y borona de maíz y lo cocía en un horno de leña que había fuera de la casa. En fin, un mundo absolutamente nuevo y deslumbrante. Tanto que cuando era la hora de volver a Madrid, le pusimos un telegrama a nuestro padre, pidiéndole permiso para quedarnos otros quince días… Pero, como no hay fecha que no se cumpla, llegó indefectiblemente el nuevo día del regreso, con gran tristeza para nosotros, (Que podría equivaler a la muerte, guardadas las proporciones).
Una vez en Madrid, reincorporados a la vida normal de nuestra edad y volviendo a encontrarse con los amigos y la actividad acostumbrada de la ciudad, recuerdo perfectamente haberme quedado pensando en algún momento y con gran extrañeza preguntarme a mí mismo: ¿Qué hacía yo allí? Es decir, me parecía inaudito el estar engolfado en aquella vida campesina, cuando mi sitio y el lugar en que yo me encontraba verdaderamente a gusto era en la ciudad.
A lo mejor, cuando uno muere se hace esa misma pregunta, extrañado del apego que tenemos a la vida terrenal, cuando nuestro sitio es ese al que se va después. Y quizá por eso es que nadie se acuerda de contarnos lo que hay allí a los que nos quedamos…
Bueno, pensemos que eso es así, para consolarnos, porque al fin y al cabo nos va a dar igual que nos guste o no. ¡A nadie le han dado a elegir, nunca! Remachó Juan.
Enrique Gutiérrez y Simón
Marzo 2012

jueves, 8 de marzo de 2012

En busca de la excelencia


EN BUSCA DE LA EXCELENCIA
Este título, es descaradamente copiado de un libro norteamericano publicado hace años, pero creo que refleja muy bien lo que sigue:
La discusión sobre la función de la universidad se pierde en la noche de los tiempos, pero probablemente fue Ortega y Gasset quien en su libro “La rebelión de las masas” expuso mas claramente, o quizá, mas actualmente el problema.
¿Debe la universidad ser un recinto elitista, cerrado, y reservado solo a unos pocos privilegiados, o debe, por el contrario, ser abierta, asequible para todos sin distinción de ninguna clase para dar oportunidades a todos por igual?
Por otra parte ¿Debe ser un centro de promoción y profundización de cultura o debe ser un centro de formación de profesionales que se incorporen después a la vida productiva de su entorno?
¿Debe enseñarse lo deseable, o debe enseñarse lo posible y aprendible? O lo que es lo mismo: ¿Debe el “pensum” de cada carrera incluir todo lo que debería saber un ingeniero, abogado, médico, etc. lo que nos llevaría a carreras de 10, 20, 30 años... o infinitas, o por el contrario, debe incluir solamente lo necesario para que, una vez egresado ese profesional, con la práctica y la experiencia posterior acabe de formarse y llegue hasta donde su capacidad real le permita?
Todas estas preguntas, o no tienen respuesta, o todas las respuestas son válidas. Actualmente, parece que hay un consenso mundial en el sentido de que la formación no termina nunca, por lo que se hacen programas de formación continua, de actualización en determinados campos, “máster” o maestrías, y como se dice ahora, de “reciclaje”.
Pero en realidad, por muchas vueltas que les demos, los problemas siguen ahí, tercos como mulas y permanentes, pues “arreglamos” una cosa y se nos “desarregla la otra”.
Antiguamente, solo podían aprender a leer y escribir los niños hijos de personas acomodadas o claramente ricas, y cuando San Juan Bautista de La Salle organizó escuelas gratuitas para todo el mundo sin distinción, lo metieron en la cárcel.
Luego, la enseñanza primaria se hizo más asequible, pero la universidad seguía siendo un recinto para personas pudientes, en dos sentidos, porque costaba dinero y a veces, mucho dinero y porque la dedicación al estudio impedía dedicarse a algo productivo, que para muchos era imprescindible en su familia.
En el agitado siglo XX, con nuestro afán de mostrarnos “demócratas”, hemos promovido ideas y movimientos sociales con enunciados magníficos, llenos de bondad y sentido social, pero que en muchos casos nos han llevado al esperpento.
En España, gozamos hoy de una educación primaria, no solamente gratuita sino OBLIGATORIA, y de hecho, hay padres que han sido condenados a cárcel por no mandar a sus hijos a la escuela. Los niños españoles van al colegio en autobuses pullman, con televisión, asientos reclinables, aire acondicionado y todas las comodidades modernas, pero... cada día hay más conflictos en los colegios, ya que, hay niños que simplemente no quieren estudiar, y mucho menos a la fuerza, porque no les gusta o no son capaces, así que, como no tienen nada que perder, se dedican a hacer la vida imposible a profesores y alumnos, llegando incluso a la violencia en clase y fuera de ella, pero... no se les puede expulsar, ni pueden perder el año y repetir, sino que se les hacen cursillos o exámenes de “recuperación”, y mas de un profesor ha sido agredido por un furioso “papá” que no puede permitir que se le pongan malas notas a “su niño”.
Todo esto, lleva a que el que puede pagar, meta a sus hijos en colegios privados, generalmente dirigidos por religiosos, donde hay que rogar para que le admitan a su hijo y a las primeras de cambio lo expulsan, pero donde se sabe que hay una formación seria y exigente, y que el alumno va a ser preparado perfectamente para afrontar estudios superiores y al final... para la vida. O sea, que estamos como al principio, por querer ser tan “demócratas”, nos pasamos. Los ricos estarán mejor preparados y los menos ricos, en lugar de aprovechar las oportunidades que se les brindan de igualarlos o incluso sobrepasarlos, se pasan el tiempo ocupadísimos en hacer huelgas y destrozar los muebles e inmuebles que les da el estado para su formación, pagados con el dinero de todos, en protesta por las injusticias mundiales, por el colonialismo yanki, o... porque llueve o no llueve.
En la universidad, se están haciendo reformas continuas. Primero, se buscaba que el costo de la matrícula no fuera un impedimento para las personas sin recursos y se hizo que ésta fuera acorde con la fortuna de cada cual, e incluso gratuita. Hay formas de conseguir becas para que, no solamente el Estado no cobre por los estudios sino que además pague al alumno por estudiar. Luego se discutía que los exámenes de admisión no fueran determinantes para el ingreso, porque los estudiantes “pobrecitos”, se ponían nerviosos y no “daban la talla”. Luego, se hizo un gran alboroto porque, a determinado estudiante sí le aprobaron el ingreso, pero le decían que la carrera que había elegido no la había en su ciudad, o en dicha universidad estaba completo el cupo con estudiantes que habían sacado más puntaje que él, así que sería admitido en otra ciudad, en fin. Se han ido rebajando los requisitos hasta que casi cualquiera puede estudiar lo que quiera y donde quiera, pero... ahora nos queda otro problema: La carrera elegida, muchas veces ha sido impuesta por la tradición familiar, por las posibilidades de ganar dinero con ella, o simplemente por capricho, pero: ¿Es esa su vocación?, ¿Es la carrera para la que realmente está más dotado? Hay muchos que descubren que no, cuando ya han terminado la carrera y empiezan a ejercer, pero ya es demasiado tarde para empezar otra...
Estamos llegando a un punto en que, a base de rebajar exigencias, y con nuestro afán de “titulitis”, vamos a pedir que entre los derechos fundamentales de cada ciudadano, esté el tener un título profesional en la carrera de nuestras preferencias, y que nos los den gratuitamente y al momento, como el D.N.I. de España, sin más requisito que haber nacido.
Comparando las carreras universitarias con las carreras de caballos, vemos que en estas, se pesa a cada jinete con su silla y en cada caso, se obliga o no, a que determinado jinete lleve un peso adicional, para que haya equidad con los otros más pesados, esto hace que, al momento de partir todos tengan la misma oportunidad y salgan desde el mismo sitio y al mismo tiempo, pero luego... llegará primero el que llegue, y algunos llegarán retrasados o no llegarán nunca. Lo justo y democrático es igualar a todos en la salida, pero no quiere decir garantizar a todos que van a ganar. El rebajar exigencias es como si, para ser “demócratas” obligáramos a los caballos de pura sangre a correr al ritmo de un burro cojo, “porque él también tiene derecho”.
Así pues, la universidad debe ser un centro de formación y cultura, donde no haya impedimentos para entrar por causas económicas, de clase social, raza, religión o cualquier otra característica, pero sí, definitivamente, debe haber unas exigencias estrictas para llegar a la meta, esto es, para graduarse. Y esas exigencias deben ser claramente de capacidad intelectual, el esfuerzo y trabajo continuado. Es decir, la excelencia, de la que unos tienen más y otros tenemos menos, y esto es así, indefectiblemente.
En otras palabras, la universidad debe ser elitista y aristocrática, pero no en el sentido de considerar la elite o la aristocracia como el grupo de los pudientes, económica, social o políticamente, sino la elite intelectual y la aristocracia como la define Aristóteles, “el gobierno de los mejores”. Hay papanatas que llaman “aristocracia” a la pléyade de gentes que tienen un título nobiliario, sin darse cuenta de que la mayoría de las veces, esto proviene de un remoto antepasado que destacó por matar más gente que los otros, en tal o cual batalla o circunstancia, como por ejemplo: “Sir Francis Drake”, a quien le dieron el título por ser buen pirata y robar más barcos que nadie...
Por otra parte, hay un montón de gente que tiene la capacidad intelectual, la habilidad y la inteligencia de ejercer una profesión con brillantez y lujo de competencia, pero, por lo que sea, no ha podido en su juventud estudiar en una universidad. En estos casos, sería lógico aplicar el mismo razonamiento que se ha hecho en otros países para los bachilleres: Si una persona, mediante unos estudios intensivos o mediante unos exámenes bien organizados, demuestra que es capaz, désele el título de médico, abogado, o lo que sea. ¿Cuantas personas, que llevan años trabajando en juzgados, bufetes de abogados, hospitales o fábricas, demostrarían por este sistema estar más capacitados que muchos “titulados” borricos que andan pululando por el mundo?
Entre otras cosas, en España hoy, la mejor manera de no tener trabajo es estudiar medicina, y la forma de ganar dinero y no parar de trabajar es, ser fontanero, albañil, electricista y en general lo que antes se llamaba Artes y Oficios, que se fue abandonando estúpidamente, por la manía de tener un título universitario. Ahora se demuestra que universitarios nos sobran y técnicos nos faltan…
Se ha vertido mucha tinta discutiendo si, el alcalde electo de una ciudad o tal o cual político tiene o no título universitario. Eso, mirado despacio parece una broma. La pregunta sería: ¿Es capaz? ¿Sería mejor alcalde si fuera veterinario o farmacéutico, por ejemplo? Y por esa manía, algunos políticos comenten el error de, al haber escalado puestos por amiguismo y sentirse menos por no haber podido estudiar una carrera o, una vez iniciada no haberla terminado, ponen en sus currículos “Tiene estudios de…” Alguna vez hace muchos años, se nombró Ministro de Marina a un señor que no era marino de profesión, lo que produzco un gran escándalo, sin que nadie se parara a considerar si era o no un buen administrador o ejecutivo, que es en últimas lo que debe ser un político de cualquier nivel. “Por sus obras los conoceréis”.
Por todo el mundo hay ejemplos de personas capaces, ejemplos para la Humanidad, que no han tenido estudios regulares, o han sido estudiantes mediocres, como se dice de Einstein y de tantos otros. El colombiano Marco Fidel Suárez, hijo “natural” de una lavandera, que llegó a Presidente de la República y era tan honrado, que tenía que empeñar anticipadamente el sueldo de Presidente a prestamistas sin escrúpulos, porque no le daba para vivir, pero lo importante es que llegó a ser un filólogo de tal categoría, que en España se le llamaba “El Cervantes de América”, y así podría decirse de Andrés Bello o Francisco de Miranda, que en su época destacaron a nivel mundial, grandes entre los grandes. Por no hablar de Miguel de Cervantes o de Harry S. Truman en USA. Personas excepcionales, que no destacaron por amasar fortunas, pero dejaron huellas imborrables. Aunque hay cosas que todos ellos tuvieron claras a los largo de su vida: Tesón, esfuerzo y trabajo duro… Las que precisamente se han querido eliminar de la llamada “educación moderna”.
En España también hemos entrado en la era de la “titulitis” y hay infinidad de academias que ofrecen, no unos estudios buenísimos, sino un diploma al terminar los estudios. (En USA son más avanzados y le ofrecen a uno el diploma, sin estudios y al momento, previo pago de una cantidad), Por contra, en la tan denostada época de Franco, estudié en la para mi inolvidable Escuela Nacional de Artes Gráficas, y en la clase de fotografía éramos 80 alumnos de los cuales, al que los profesores consideraban mejor le daban al final de año un diploma de Primer Premio y un delegado del Ministerio de Educación venía a entregarlo y con el le entregaba al alumno 600 pesetas (La matrícula costaba 14 pesetas), había otro diploma de Segundo Premio con 400 pesetas y un Accésit, sin dinero. ¿Y los otros 77 alumnos?. Pues nada. Así que cuando alguien le preguntó a uno de los profesores cuándo daban un título de haber terminado los estudios, la respuesta fue: -Nunca. Y cuando el alumno insistió en que cuándo se había aprendido suficiente para ejercer la profesión, la respuesta fue: -Nunca. Pero entonces el alumno preguntó: ¿Cuando puedo dejar de venir a clase? y la respuesta fue: -Cuando Ud. quiera. Y el alumno insistía: pero entonces... qué dan aquí, un certificado, algo... Y el profesor le dijo: -Aquí damos conocimientos y eso es lo que Ud. se llevará para toda la vida, cuántos conocimientos y hasta cuándo, es problema es suyo. Ud. decide.
Lógicamente, ese tipo de escuelas ya no existen, ni en España ni creo que ningún sitio, lo que me trae a la mente la pregunta: ¿De verdad estamos progresando? O como dice un amigo ingeniero: Estamos en la era de las comunicaciones, pero cada vez nos comunicamos menos... Cada vez tenemos más conocimientos sobre más cosas, pero cada vez somos menos cultos… Como cualquier cosa que necesitemos saber la tenemos en Internet, cada vez tenemos menos cosas en la cabeza. Y no es que se pretenda que aprendamos cosas de memoria, fechas, hechos históricos más o menos inventados, o como se hacía antes en España, la lista de los reyes godos. Pero sí es muy importante que la educación tienda a ejercitar el pensamiento. Esto es, no a aprender cosas, sino a aprender a pensar, par que ese cúmulo de información que ahora tenemos al alcance de una tecla, sepamos procesarla y convertirla en ideas útiles y coherentes.
En “El Emilio”, de Juan Jacobo Rousseau, aparece al principio del libro: “A los siete años, tuve que abandonar mi educación, para entrar en la escuela”
Enrique Gutiérrez y Simón
Feb 2012