Belenes en la Puerta de Alcalá de Madrid.
En estas fiestas, todos los años, el Ayuntamiento de Madrid,
colocaba unas figuras que representaban el nacimiento de Jesús, con todo lo que
suele rodearlo, en tamaño grande en el centro de la Puerta de Alcalá. Pero este
año, los máximos dirigentes de ese Ayuntamiento, que pertenecen a un partido o
tendencia política, que no les gusta esta costumbre, han resuelto no ponerlo,
aduciendo que no todos los madrileños son católicos.
Algún comentarista, que no recuerdo ahora, ha dicho que la
alcaldesa, pone a veces en el Ayuntamiento la bandera multicolor, que
representa el movimiento gay, y sin embargo, no todos los madrileños somos
maricones…
Pero conste que, eso no lo digo yo, que ni he visto esa
bandera ni he oído a la alcaldesa decir esa cosa u otra. Simplemente, comento
algo que está publicado, sin entrar en esas profundidades, que no me interesan
en absoluto.
El hecho es, (Y esto sí es un hecho), que se vio en TV una
noticia, de multitud de madrileños, acercándose a la Puerta de Alcalá, y
depositando pequeños grupos de figuritas, representando el belén, o nacimiento,
que es como solemos llamarlas. Ya que, si el Ayuntamiento no pone el belén, el
pueblo de Madrid sí lo hace, por su cuenta y pagándolo de su bolsillo.
Vista la noticia, salí corriendo esta tarde, para deambular
un poco por el Parque el El Retiro y de paso, ver cómo estaba la puerta de
Alcalá, que vi iluminada con multitud de colores, aunque no se distingue bien,
si son adornos de Navidad, o el anuncio luminoso de un puticlub de carretera. Pero,
lo que me emocionó hasta las lágrimas, fue ver a la gente del pueblo de Madrid,
acercarse a la puerta, a admirar los pequeños belenes que habían traído otros,
o a aportar los suyos, a la verdadera alfombra de figuritas en que habían
convertido el suelo. Lo que demuestra que, ese pueblo de Madrid, que se levantó
en armas contra el ejército más poderoso del mundo, de Napoleón, o que rechazó
también con las armas en la mano, le rebelión de los generales contra el
gobierno de la República, esta vez, sin necesidad de armas de ningún tipo,
aparte su determinación, sigue teniendo carácter y personalidad.
Aquí, nadie gritaba, ni levantaba el puño, ni hacían
grandilocuentes declaraciones partidistas. Simplemente, disfrutaban de la
alegría de la Navidad, compartiendo sus aficiones o creencias y admirando el
trabajo de los otros, en un ambiente festivo, pacífico y solidario. Y como
siempre, me puse a buscar los cuatro pies al gato, mirando a ver cuántos
policías andaban por ahí, controlando el orden… ¡Ni uno! No había nada que
controlar, porque los ciudadanos pacíficos no producen desórdenes, y sólo
buscan disfrutar de la vida en paz y armonía.
Una vez detenido todo el
tráfico, como es de rigor cuando yo salgo a hacer fotos, pude encuadrar con
toda tranquilidad la puerta, y abajo a los ciudadanos que iban rotándose en el
grupo tranquilamente. Quizá porque en estas fechas está de moda una frase: En
la Tierra Paz a los hombres de buena voluntad.