lunes, 26 de diciembre de 2016

Belenes en la Puerta de Alcalá de Madrid.



Belenes en la Puerta de Alcalá de Madrid.


En estas fiestas, todos los años, el Ayuntamiento de Madrid, colocaba unas figuras que representaban el nacimiento de Jesús, con todo lo que suele rodearlo, en tamaño grande en el centro de la Puerta de Alcalá. Pero este año, los máximos dirigentes de ese Ayuntamiento, que pertenecen a un partido o tendencia política, que no les gusta esta costumbre, han resuelto no ponerlo, aduciendo que no todos los madrileños son católicos.

Algún comentarista, que no recuerdo ahora, ha dicho que la alcaldesa, pone a veces en el Ayuntamiento la bandera multicolor, que representa el movimiento gay, y sin embargo, no todos los madrileños somos maricones…

Pero conste que, eso no lo digo yo, que ni he visto esa bandera ni he oído a la alcaldesa decir esa cosa u otra. Simplemente, comento algo que está publicado, sin entrar en esas profundidades, que no me interesan en absoluto.

El hecho es, (Y esto sí es un hecho), que se vio en TV una noticia, de multitud de madrileños, acercándose a la Puerta de Alcalá, y depositando pequeños grupos de figuritas, representando el belén, o nacimiento, que es como solemos llamarlas. Ya que, si el Ayuntamiento no pone el belén, el pueblo de Madrid sí lo hace, por su cuenta y pagándolo de su bolsillo.

Vista la noticia, salí corriendo esta tarde, para deambular un poco por el Parque el El Retiro y de paso, ver cómo estaba la puerta de Alcalá, que vi iluminada con multitud de colores, aunque no se distingue bien, si son adornos de Navidad, o el anuncio luminoso de un puticlub de carretera. Pero, lo que me emocionó hasta las lágrimas, fue ver a la gente del pueblo de Madrid, acercarse a la puerta, a admirar los pequeños belenes que habían traído otros, o a aportar los suyos, a la verdadera alfombra de figuritas en que habían convertido el suelo. Lo que demuestra que, ese pueblo de Madrid, que se levantó en armas contra el ejército más poderoso del mundo, de Napoleón, o que rechazó también con las armas en la mano, le rebelión de los generales contra el gobierno de la República, esta vez, sin necesidad de armas de ningún tipo, aparte su determinación, sigue teniendo carácter y personalidad.


Aquí, nadie gritaba, ni levantaba el puño, ni hacían grandilocuentes declaraciones partidistas. Simplemente, disfrutaban de la alegría de la Navidad, compartiendo sus aficiones o creencias y admirando el trabajo de los otros, en un ambiente festivo, pacífico y solidario. Y como siempre, me puse a buscar los cuatro pies al gato, mirando a ver cuántos policías andaban por ahí, controlando el orden… ¡Ni uno! No había nada que controlar, porque los ciudadanos pacíficos no producen desórdenes, y sólo buscan disfrutar de la vida en paz y armonía.
Una vez detenido todo el tráfico, como es de rigor cuando yo salgo a hacer fotos, pude encuadrar con toda tranquilidad la puerta, y abajo a los ciudadanos que iban rotándose en el grupo tranquilamente. Quizá porque en estas fechas está de moda una frase: En la Tierra Paz a los hombres de buena voluntad.

sábado, 22 de octubre de 2016

¿Por qué hago fotos?



¿Por qué hago fotos?

Quizá la primera y obvia razón sería: Porque me gusta. O, porque siento un impulso interior, cuando veo una imagen a mi alrededor, y querría conservarla o compartirla con alguien, contando al mismo tiempo, la sensación que me dio al verla o el pensamiento que me produjo.
Pero no hago fotos para que otros me las alaben, ni para competir con alguien o intentar demostrar que soy mejor. Y, por supuesto, no me gusta ni un pelo, que me digan de qué tema ha de tratar la foto. Por lo tanto, me parece absurdo, salir corriendo a buscar un picaporte, para que la foto sea de “dorado” o un cielo con una nube, para que sea de “azul y blanco”, por ejemplo.
En las fotos urbanas, si lo que quiero fotografiar es un monumento o un edificio, procuro esperar al semáforo para que no se vean coches, que con sus variopintas formas y colores confunden, lo que para mí es, estropear la foto, lo mismo que las personas que, como poco distraen la mirada.
En algunas páginas de fotografía en las que estoy colaborando, he conocido personas interesantísimas, que hacen fotos asombrosas y a veces, las acompañan con comentarios o textos de magnífica calidad. Por lo que estoy muy satisfecho de participar y agradecido a las enseñanzas que recibo, y el ambiente jocoso que se respira. Porque además de hacer algo que me gusta, me divierto como un enano. Estas páginas son administradas por personas que dedican su tiempo y trabajo, en forma desinteresada, para hacerlas cada día mejores y más atractivas, para lo que a veces proponen retos o temas concretos para cada día, o periodos de tiempo más largos.
Como soy un poco… (o mucho), rebelde, con mi puntito de locura, natural en todo el que ha vivido ya muchas lunas, no participo en absoluto en esos retos, y de hecho, me he salido de alguna página, que tiene normas tan estrictas, que parece más bien un formulario del ministerio de hacienda. Aquél por el que encarcelaron a Al capone, por haberlo hecho mal.
Pero a veces, buscando en mi archivo, encuentro alguna foto que, creo que coincide con lo que esa página pide para ese día, y la publico ingenuamente, con la sorpresa de que los administradores, me llaman la atención, por tal o cual detalle, que no es adecuado. Así que corro a eliminarla. Pero me ha ocurrido ya, que esos administradores se sientan molestos, por interpretar mi gesto como un acto de soberbia o enfado.
Nada más lejos de mi intención, que es simplemente pasarlo bien y disfrutar de una actividad que me apasiona, pero al mismo tiempo, reconozco mis limitaciones y comprendo el esfuerzo de esos administradores, para revisar, clasificar y ponderar cada foto, haciendo todo lo mejor posible.
Considero que, si yo no publico hoy una foto en tal o cual página, o si no lo hago mañana… o si no lo hago nunca. ¿Qué pasará? ¡Absolutamente NADA! Las páginas seguirán teniendo excelentes fotos. Los que quieran competir, competirán. Los mejores serán premiados, mencionados o ensalzados. El Sol seguirá su ritmo de salir y desaparecer todos los días, a su hora exacta. La tierra seguirá girando a su espantosa velocidad. Y si yo no hago fotos, nadie se enterará. Incluso, si desaparezco de esta vida, sólo algunos… pocos, sentirán mi ausencia y por poco tiempo, porque este mundo ancho y ajeno, ha de seguir.
Pero todo este barullo que producimos los torpes, publicando fotos inadecuadas o fuera de tiempo, ¿Se podría solucionar? Creo que tendría una solución fácil y satisfactoria para todos: Bastaría con que en las páginas en que se ponen temas concretos, se avisara de que, las fotos que no se atengan a las normas exactamente, no se tendrán en cuenta, a la hora de calificarlas, premiarlas, mencionarlas, o lo que quiera que se haga en la página en cuestión. Sin necesidad de eliminarlas. Simplemente ignorándolas.
Y esto, podría hacerse, si cada vez que alguien como yo mete la pata, se le dijera que su foto quedó “fuera de concurso” o “fuera de tema o de tiempo”. O mejor aún, si se pusiera en esas páginas una norma que dijera, por ejemplo: Que las fotos que no coincidan con lo pedido, se considerarán “Tema libre”, y no entrarán en competición con ninguna otra. Así, aquellos que quieren competir y a veces reclaman porque no se les ha considerado con todos los honores que creen merecer, estarían advertidos y sin derecho a reclamación alguna, sin que ello representara más trabajo para los administradores, que ahora avisan de nuestro error, uno a uno.
Y creo que con esto, se aliviaría el trabajo, los malos entendidos y… todos contentos.
Al fin y al cabo, la vida es demasiado corta, como para tomársela en serio.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

La fotografía y el Yo

La fotografía y el Yo

¡Qué guapa estás! ¡Qué niño tan rico! ¡Precioso paisaje! ¡Imponente la cascada! ¡Qué animalito tan tierno! Y así sucesivamente, se lee a cada momento en las páginas de fotografía que se publican en Facebook.
¿Y de la guayaba qué?... ¡Perdón, se me ha ido la olla a una frase que se usaba mucho en Colombia hace años! ¿Y de la fotografía qué? Porque todas esas frases laudatorias, se refieren al “objeto” de la foto, no a la foto en sí misma.
El pulsar en “me gusta”, o “like” que dicen los modernos, es como darle una limosna a un mendigo, pero con guantes, no vaya a ser que se nos contagie algo. Otros, ponen algún comentario elogioso, pero general, y algunos hasta se extienden en alabanzas al autor, pero… ¿Y de la foto qué?
Lejos de mí, intentar decirle a alguien, lo que debe y no debe hacer. Aborrezco a esas personas que están continuamente queriendo imponer sus ideas por todos los medios, y queriendo indicar a los otros, hasta por qué lado de la cama deben bajarse.

Me parece perfecto, que cada uno se exprese como quiera y se refiera a las fotos que ve, en la forma que le plazca y haga los comentarios que le apetezca. Pero… mi sugerencia, que no imposición, va en el sentido de que, si somos fotógrafos, lo lógico es que hagamos algo más. Refiriéndonos a las fotos como tales fotos, y analizando sus características fotográficas, además del objeto fotografiado, al que, ¡No faltaba más!, podemos referirnos como queramos, dentro de nuestra absoluta libertad.
Se dice que: el perdón, tiene grandes beneficios. No para el perdonado, que quizá ni se entera ni le importa el asunto, sino para el que perdona, porque se quita un peso de encima y despeja el camino para ser más feliz. O sea que, si lo analizamos, debemos perdonar, pero no por bondad, sino por egoísmo.
También se dice que, “El que guarda un rencor, es como si se tomara un veneno, y esperara que se muriera el otro”. Así que, parece más sano, ocuparnos de nuestras cosas, y dejar vivir.
Por otra parte, también se dice que: La mejor manera de aprender algo, es intentar enseñarlo a otro. Porque si queremos explicarlo, hemos de analizarlo, razonar sobre ello y convertirlo en palabras. Lo que hará que se nos fije en nuestra memoria, y quizá, que nos demos cuenta de algunos errores que hayamos arrastrado sobre el asunto, hasta sin darnos cuenta.
Un principio elemental del periodismo es, que toda noticia ha de contestar las seis preguntas fundamentales: ¿Qué?, ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cómo?, ¿Por qué o para qué?
Mi opinión muy personal es que, podríamos organizarnos unas preguntas fotográficas, como: Objeto, Enfoque, Composición, Encuadre, Color, Riqueza tonal, Oportunidad, Iluminación, Contraste, y otras que se nos ocurran, y cuando vemos una foto, intentar analizar esos conceptos, donde muchas veces, el objeto en sí, es absolutamente irrelevante. Y como el que intenta enseñar a otro, convertir en palabras las sensaciones que hemos tenido al pensar en esos detalles.
Lógicamente, no tenemos por qué intentar agotar todo el catálogo de características de la foto en cuestión. Bastaría con que expresáramos aquellos detalles que nos han llamado la atención o que nos han gustado más, en cada caso. Pero el hecho es, que colaboraríamos con el autor, no para que cambie su foto o su forma de hacer, dentro de su absoluta libertad, sino para que reciba unos conceptos externos de la sensación que da su obra. Y lo más importante: Al hacer este ejercicio, y obligarnos a nosotros mismos a pensar en esas características, estaríamos aprendiendo también, a tener en cuenta esos detalles en nuestra fotos. Lo que creo, redundaría en beneficio de todos.
En mi muro, tengo un texto que reza: “Las buenas obras: Fotos, escritos, pinturas o hechos, no son para ser vistos, sino para ser realizados”. Y no es que no nos guste que lo vean y si es del caso lo alaben. Decía estos días mi amigo Antonio que, “al publicar las fotos, buscamos caricias”. Es que en el fondo, las opiniones de los demás, por placenteras que sean, no significan nada, comparadas con el inmenso placer, la pasión, la tensión, o inyección de adrenalina, que hemos disfrutado en el momento de hacer la foto, con todos los preparativos previos y trabajo posterior, de editarla y publicarla. Por lo que, suponiendo que nadie nos la mencione, o incluso, que las menciones nos sean adversas, podríamos decir la clásica frase de: “Que me quiten lo bailao”…
Hay algunos colegas que, cuentan cuantos “likes” les han puesto a sus fotos, y hasta alguno he visto cabreado por si lo han calificado mejor o peor. Y me parece muy bien. Allá cada cual con sus intereses o aficiones.
A otros muchos, lo que nos gusta es, hacer fotos. Y las exponemos por el simple placer de hacer todo eso. Luego, si alguien quiere hacernos caricias, alabando el paisaje o el objeto fotografiado, bien está. ¡Muchas gracias!, pero… mi opinión personalísima es que, estaría muy bien, que en las páginas de fotografía, además de las zalemas de amigos, habláramos más de fotografía, porque al fin y al cabo, por encima de amigos guapísimos y buenísimos, somos FOTÓGRAFOS.  

domingo, 18 de septiembre de 2016

La "PAZ" en Colombia



La “Paz” en Colombia

Los amigos colombianos, como buenos descendientes de españoles, están practicando el cainismo, que tanto nos gusta a ambos pueblos, dedicados a insultarse los unos a los otros, por si son partidarios del “Si” o del “No”, en el plebiscito que están a punto de votar.

Y lo más curioso es, que esa manía de ver al oponente como un enemigo, no les viene de la sangre que tengan de ancestros indígenas, porque las tribus colombianas, eran de las más pacíficas que encontraron los españoles, en comparación con los aztecas o los incas.

Tengo excelentes amigos colombianos, partidarios del No, y otros tantos partidarios del Sí, pero no suelen intercambiar razones, sino que los partidarios del No, dicen que Santos quiere entregar el país a las FARC, y los partidarios del Sí, dicen que eso significa la “Paz” y el cese definitivo de la “guerra”.

No tengo la nacionalidad colombiana, y por tanto, no podré votar en el plebiscito, pero sí tengo nexos muy cercanos con ese país y “me duele Colombia”, por lo que intento seguir sus acaeceres muy de cerca y me hago una serie de preguntas, a las que no encuentro respuestas, dentro de la acalorada discusión, con insultos entreverados, en que están inmersos mis amigos:

La primera y más importante: ¿Alguien de los que van a votar, ha leído con atención y comprensión, el mamotreto de 275 páginas, o algo así, que se ha publicado, sobre los acuerdos de La Habana?

Sinceramente, creo que no. Por la sencilla razón de que, me parece escrito, con indudable habilidad, para que resulte farragoso, confuso, nebuloso y lleno de intenciones o premisas que, luego se cumplirán o se “interpretarán” como cada interesado quiera… Algo así como, las profecías de Nostradamus.

Otra serie de preguntas serían: ¿Las FARC van a entregar las armas? ¿Van a liberar los niños enrolados en sus filas a la fuerza? ¿Van a declarar el dinero que tienen acumulado con el narcotráfico? ¿Van a cesar en ese narcotráfico y van a respetar la legislación colombiana e internacional? Etc.

Las noticias que publica la Fuerza Aérea Colombiana, dicen que, se siguen encontrando cargamentos de toneladas de cocaína y se siguen asesinando militares y policías… Probablemente, los cabecillas de las FARC, dirán que no son ellos, pero entonces llega la pregunta: ¿Cómo se va a parar eso cuando se haya aprobado el plebiscito? Porque, no hay duda de que el plebiscito se aprobará. Con todo el dinero que se está gastando en “mermelada” que dicen allí…

Y hay otra pregunta que me inquieta más que las anteriores, y que me vino a la mente, al encontrar en mi archivo, una foto que hice hace unos años del Palacio de Linares en Madrid, que el Gobierno compró para convertirlo en La Casa de América, en la Plaza de Cibeles.

En las ventanas, se pusieron unas fotos de diez secuestrados por las FARC, y un letrero abajo decía: “Son sólo 10 de las 3.000 vidas cautivas en Colombia”

Y la pregunta es: Esas 3.000 personas secuestradas, ¿han  sido liberadas ya, o se han evaporado, desparecido, abducidas por algún extraterrestre, o simplemente se han asesinado, como a los parlamentarios que secuestraron en la Asamblea de Cali?

Porque esa sí sería una noticia de alcance mundial, y no se ha publicado nada, que yo sepa… (Arriba a la derecha, creo que está Ingrid Betancurt, que sí se liberó y fue gran noticia. Mayor sería si se hubiera hecho lo mismo con todos los otros, digo yo).

Y, curiosamente, un hombre al que respeto mucho en todos los sentidos, y que está pendiente y conoce muy de cerca el devenir de Iberoamérica, como es Mario Vargas Llosa, ha publicado un artículo en que dice: Si fuera colombiano, votaría Sí. (Os incluyo el enlace, por si no lo habéis leído)¸ http://elpais.com/elpais/2016/09/15/opinion/1473947635_924358.html

Claro que, este artículo tiene un razonamiento que humildemente considero erróneo: “¿Funcionará el acuerdo de paz? La única manera de saberlo es poniéndolo en marcha”…

Eso, con todos mis respetos, es una estupidez. Es como si a alguien le dijeran que, la única forma de saber si el fuego quema, es poniéndole la mano… Los humanos, aprendemos de nuestras experiencias y de los que nos precedieron, de cómo actuaron antes las personas y de sus hechos. Y basándonos en esto, nos podemos hacer la pregunta fundamental:

¿Alguien, con sentido común, puede creerle hoy a las FARC?...