La “Paz” en Colombia
Los amigos colombianos, como buenos descendientes de
españoles, están practicando el cainismo, que tanto nos gusta a ambos pueblos,
dedicados a insultarse los unos a los otros, por si son partidarios del “Si” o
del “No”, en el plebiscito que están a punto de votar.
Y lo más curioso es, que esa manía de ver al oponente como un
enemigo, no les viene de la sangre que tengan de ancestros indígenas, porque
las tribus colombianas, eran de las más pacíficas que encontraron los
españoles, en comparación con los aztecas o los incas.
Tengo excelentes amigos colombianos, partidarios del No, y
otros tantos partidarios del Sí, pero no suelen intercambiar razones, sino que
los partidarios del No, dicen que Santos quiere entregar el país a las FARC, y
los partidarios del Sí, dicen que eso significa la “Paz” y el cese definitivo
de la “guerra”.
No tengo la nacionalidad colombiana, y por tanto, no podré
votar en el plebiscito, pero sí tengo nexos muy cercanos con ese país y “me
duele Colombia”, por lo que intento seguir sus acaeceres muy de cerca y me hago
una serie de preguntas, a las que no encuentro respuestas, dentro de la
acalorada discusión, con insultos entreverados, en que están inmersos mis
amigos:
La primera y más importante: ¿Alguien de los que van a votar,
ha leído con atención y comprensión, el mamotreto de 275 páginas, o algo así, que
se ha publicado, sobre los acuerdos de La Habana?
Sinceramente, creo que no. Por la sencilla razón de que, me
parece escrito, con indudable habilidad, para que resulte farragoso, confuso,
nebuloso y lleno de intenciones o premisas que, luego se cumplirán o se “interpretarán”
como cada interesado quiera… Algo así como, las profecías de Nostradamus.
Otra serie de preguntas serían: ¿Las FARC van a entregar las
armas? ¿Van a liberar los niños enrolados en sus filas a la fuerza? ¿Van a
declarar el dinero que tienen acumulado con el narcotráfico? ¿Van a cesar en
ese narcotráfico y van a respetar la legislación colombiana e internacional? Etc.
Las noticias que publica la Fuerza Aérea Colombiana, dicen
que, se siguen encontrando cargamentos de toneladas de cocaína y se siguen
asesinando militares y policías… Probablemente, los cabecillas de las FARC,
dirán que no son ellos, pero entonces llega la pregunta: ¿Cómo se va a parar
eso cuando se haya aprobado el plebiscito? Porque, no hay duda de que el
plebiscito se aprobará. Con todo el dinero que se está gastando en “mermelada”
que dicen allí…
Y hay otra pregunta que me inquieta más que las anteriores, y
que me vino a la mente, al encontrar en mi archivo, una foto que hice hace unos
años del Palacio de Linares en Madrid, que el Gobierno compró para convertirlo
en La Casa de América, en la Plaza de Cibeles.
En las ventanas, se pusieron unas fotos de diez secuestrados
por las FARC, y un letrero abajo decía: “Son sólo 10 de las 3.000 vidas
cautivas en Colombia”
Y la pregunta es: Esas 3.000 personas secuestradas, ¿han sido liberadas ya, o se han evaporado,
desparecido, abducidas por algún extraterrestre, o simplemente se han
asesinado, como a los parlamentarios que secuestraron en la Asamblea de Cali?
Porque esa sí sería una noticia de alcance mundial, y no se
ha publicado nada, que yo sepa… (Arriba a la derecha, creo que está Ingrid
Betancurt, que sí se liberó y fue gran noticia. Mayor sería si se hubiera hecho
lo mismo con todos los otros, digo yo).
Y, curiosamente, un hombre al que respeto mucho en todos los
sentidos, y que está pendiente y conoce muy de cerca el devenir de
Iberoamérica, como es Mario Vargas Llosa, ha publicado un artículo en que dice:
Si fuera colombiano, votaría Sí. (Os incluyo el enlace, por si no lo habéis
leído)¸ http://elpais.com/elpais/2016/09/15/opinion/1473947635_924358.html
Claro que, este artículo tiene un razonamiento que
humildemente considero erróneo: “¿Funcionará el acuerdo de paz? La única manera de saberlo es
poniéndolo en marcha”…
Eso,
con todos mis respetos, es una estupidez. Es como si a alguien le dijeran que,
la única forma de saber si el fuego quema, es poniéndole la mano… Los humanos,
aprendemos de nuestras experiencias y de los que nos precedieron, de cómo
actuaron antes las personas y de sus hechos. Y basándonos en esto, nos podemos
hacer la pregunta fundamental:
¿Alguien,
con sentido común, puede creerle hoy a las FARC?...
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