martes, 2 de enero de 2018

Ha muerto Juan Pablo Ortega Mateos



Ha muerto Juan Pablo Ortega Mateos

Esto, se dice muy fácil, pero otra cosa es vivirlo.

Dice la canción: “Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va”… Y si ese “se va”, es definitivo, no es sólo que algo se muera en el alma, sino que se queda uno como atontado, sin saber dónde está, ni qué día es, ni siquiera quién es uno mismo. Como supongo que les pasa a los boxeadores, cuando los dejan KO, de un puñetazo.

Jun Pablo, era mi amigo. Pero no un amigo del montón, sino alguien muy cercano, con el que he compartido entrañables horas, de colaboración literaria. Él como gran escritor, y yo, como un amanuense, que le colaboraba en editar sus artículos o libros, en el ordenador, para enviarlos a un periódico o editorial que se los habían solicitado.

Juan Pablo Ortega Materos en su casa de Madrid, con el suscrito
Y mientras tanto, arreglábamos el mundo, proponiendo soluciones drásticas, para acabar con los mangantes políticos que nos rodean y agobian con sus privilegios, y sus declaraciones, supuestamente doctas, pero la mayoría de las veces, desvelando una ignorancia y torpeza que hacían llorar, aunque nosotros lo convirtiéramos en sonrisas, o estruendosas carcajadas, según el calibre de la burrada de turno.

Era un hombre de amplia experiencia de la vida que, transcurrió en la España pobrísima de la postguerra, donde se desempeñaba como profesor de varias academias, que le pagaban su trabajo por horas, pero que estaba organizado en forma que, le obligaba a correr de una zona a otra de aquel Madrid, destrozado y con unos medios de transporte absolutamente primitivos.

Por sus profundos conocimientos de nuestro idioma, fue nombrado “Lector de Español” en una universidad francesa, donde estuvo varios años, pero fue reclamado por Inglaterra, para que se trasladara allí. Siempre dedicado a difundir el idioma español. Después a Estados Unidos, y finalmente volvió a España, donde a la hora de jubilarse, le negaban o discutían su derecho a recibir una pensión modesta. Nada que ver con esos privilegios que tienen nuestros “politiquillos”, sólo con que hayan figurado en nómina unos pocos años.

A pesar de que su padre, fue encañonado con un fusil, por parte de un miliciano de la República, que a punto estuvo de matarlo, por el terrible delito de haber salido al balcón, vestido con un pijama, al oír el tumulto que estaban armando abajo. El miliciano dedujo que si dormía con pijama, es porque era un burgués ricachón, al que había que eliminar. Cosa que no ocurrió al final, por la oportuna intervención de un oficial del Ejército. Aun así, Juan Pablo siempre estuvo militando activamente en el Partido Socialista, donde llegó a ser candidato en alguna de las elecciones.

Como yo soy mucho más escéptico, pragmático y un tanto coñón, me entretenía en hacerle ver, las barbaridades que decían algunos de su partido, que él comparaba con las otras barbaridades que decían algunos de los otros, lo que al final, terminaba en una especie de juego verbal, con permanentes carcajadas.

Pero, todo esto, es mi experiencia personal, que no tiene ninguna importancia. Lo importante de Juan Pablo, era su talento de escritor, reflejado en una buena colección de libros e infinidad de artículos de prensa, donde trataba temas muy serios, que además, sin que él se lo propusiera, según me decía firmemente, se traslucía un humor o ironía elegante, de ideas sugeridas que incitaban a la sonrisa permanente, como suelen hacer los escritores británicos, en lo que creo, son insuperables. O como hace nuestro insuperable Cervantes, a todo lo largo de El Quijote.

Su libro estrella, a nivel del público es, el titulado “Las dos muertes de un tirano”, porque obtuvo el Premio Planeta, de interés cinematográfico, y fue traducido y publicado en francés. Pero tiene una amplia bibliografía, como: “Los americanos en América”, “Olimpo siglo XX”, “El hombre que no oyó las campanas”, “Los Marrajos”, “El año en que vino Eva Perón”, etc. Y para mí, uno que destaca sobre los otros, porque dice Juan Pablo que, lo encontró escrito en el cajón de la mesilla de noche de un hotel. Como hace Cervantes en uno de los capítulos del Quijote, que dice que lo escribió un moro y se lo dio a él.

El libro, se titula “Los Terrícolas” y es un supuesto informe, que le encargaron a un extraterrestre, que hiciera en un viaje a la Tierra. Es para desternillarse de risa, el ver cómo nos vería alguien, que no tuviera nuestros prejuicios, y todas esas cosas que damos por tan “naturales”…

En fin. Aparte recordar al amigo, no me creo capaz de expresar con palabras lo que siento en estos momentos. Así que, voy a robarme lo que escribió mi hija Emmanuelle hoy en su blog. Para que si alguno de vosotros tenéis interés en leerlo, podáis acceder en el siguiente enlace:

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