martes, 20 de octubre de 2009

Moratinos en Cuba

El Ministro de Asuntos Exteriores de España, visita nuevamente Cuba, en su política de acercamiento a los Castro, y olvido del pueblo cubano.

Tres artículos relacionados, publicados ayer en el diario ABC.

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Infalible en la vileza

GABRIEL ALBIAC  ABC.es - Opinión - Firmas - Lunes, 19-10-09

 

NADA hay de ilógico en que quien fuera el más incondicional promotor de Yassir Arafat en Europa esté rindiendo pleitesía ahora a Fidel Castro. No es fácil precisar cuál de ambos déspotas carga con mayor tasa de asesinatos: si el cubano o el palestino. Miguel Ángel Moratinos corta por lo sano: ama a ambos. Y yo estoy seguro de que ese amor es, por igual, sincero. Y estoy seguro también de que ese amor nos envilece a todos los que pagamos el fantástico sueldo de su incompetencia y de su aún más terrible indiferencia moral.

Nada hay de extraño. Arafat fue el gran patrón mundial del terrorismo, a lo largo de cuatro décadas. No sólo el asesino de indiferenciados ciudadanos israelíes, no sólo el cerebro final de criminales atentados contra aviones de pasajeros que, en el final de los años sesenta, hicieron gala de una crueldad inimaginablemente arbitraria, no sólo la mente de la cual partió la masacre de atletas en la Olimpiada de Munich, no sólo el patrocinador de ETA o de la RAF alemana, no sólo el animal de presa que sólo sabía matar y hacer matar... Fue también el inmenso ladrón que se apropió, en cuentas suizas bajo su control personal exclusivo, de la fundamental tajada que salía de las ayudas internacionales con destino a Palestina: esas ayudas suponen el fondo humanitario más importantes desde el fin de la segunda guerra mundial; ninguna riqueza económica se ha derivado de ellas para la población de Cisjordania y Gaza; pero Arafat murió siendo uno de los hombres más ricos del mundo. Exactamente igual que morirá ese Fidel Castro por cuyos servicios de inteligencia pasa buena parte del negocio de la cocaína en la zona; el mismo que impone su locura sobre una isla que era rica y culta cuando él tomó el poder y que es hoy sólo un inhabitable pozo de abyección y miseria. Miguel Ángel Moratinos sabe elegir muy bien a sus amigos.

Con pocas gentes como con los cubanos está en deuda España. Por la perseverante canallada contra ellos cometida durante más ya de medio siglo. De ningún sitio -si exceptuamos la URSS de la guerra fría- le ha llegado al demente dictador una ayuda material más continua y más sin límites. Franco estuvo entre los poquísimos gobernantes que no aceptaron el bloqueo estadounidense de la isla, y del comercio hispano-cubano hicieron gala mayor siempre los más inequívocamente fascizantes de sus ministros. Murió Franco. Llegó la democracia. No hubo, desde el inicio, un solo presidente que no se derritiera al contacto del dictador barbudo. Las fotos de Felipe González junto al Tirano Banderas caribeño y un par de fastuosas mulatas, en el típico estupendo antro sólo para turistas de la Habana, figuran entre lo más obsceno de la España contemporánea. Las proclamas de amor al déspota de Fraga Iribarne no le quedan muy lejos. Sólo Aznar rompió esa inercia. Con la básica lucidez de llamar asesino a un asesino. Duró poco.

España tiene una deuda con los cubanos: la de que tanto sinvergüenza se enriqueciera, bajo Franco, con el comercio castrista; la de que aún hoy tanto negocio sexo-turístico engrose las arcas de honradísimos empresarios españoles. Una deuda que el presidente Rodríguez Zapatero y su ministro Moratinos no están haciendo sino aumentar vertiginosamente. Y es hora de decir que sobre los amigos de los asesinos cae una equitativa cuota de la sangre que los asesinos vierten. Aunque habiten, esos amigos, en el empíreo madrileño, hasta la cual las salpicaduras de la sangre parece que no alcanzan. Y es hora de decir que nada, absolutamente nada, lavará moralmente la infamia acumulada por los amigos de Arafat y Fidel Castro.

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«Me entristece que Moratinos venga a Cuba a bendecir la opresión»

(El disidente cubano Oswaldo Payá,)

 

CARMEN MUÑOZ | MADRID - ABC.es - España - Noticias de Política - Lunes, 19-10-09

 

Poco antes de que el ministro de Exteriores español emprendiese un nuevo viaje a La Habana, el opositor cubano, Premio Sajarov 2002 del Parlamento Europeo, denunció a este periódico la nueva oleada represiva contra su movimiento. En concreto, las amenazas y detenciones que en los últimos dos o tres meses sufren los promotores del Proyecto Varela, que propone un referéndum previo a una apertura democrática.

-¿Qué esperanzas tiene en este viaje del ministro a la Isla?

-Si miro las visitas anteriores no puedo hablar de esperanza, porque hay un esquema atrasado de que el objetivo son las mejores relaciones con el Gobierno cubano por parte del español. Eso no incluye ningún beneficio para el pueblo, son a costa de silenciar la exigencia de liberar a los presos políticos y el respeto a los derechos humanos.

-¿Le decepcionó saber que la reunión con los disidentes no está en su agenda?

-La agenda del Gobierno socialista respecto a Cuba incluye la exclusión del pueblo, la condición que pone La Habana para una buena relación.

-¿Estaría dispuesto a reunirse con otro alto cargo de Exteriores, si así se lo propusieran, como ocurrió en 2007?

-No es digno que hablemos de ello porque nadie nos ha hablado de eso.

-¿Qué espera de la próxima presidencia española de la Unión Europea?

-Si van a continuar en esta línea de hacer todo lo que prefiere el Gobierno de La Habana, nos preocupa porque no van a contribuir al cambio pacífico que quieren los cubanos, sino a que el régimen se aferre a su inmovilismo.

-¿Cree que el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero logrará levantar la posición común europea vigente desde 1996, sin que la dictadura haya dado un paso hacia la apertura?

-Si el Gobierno español quiere una alianza con el Gobierno cubano, que lo acabe de decir, que no lo encubra en una supuesta intención de buscar algo bueno para el pueblo. La Unión Europea debe escuchar a los que defendemos los derechos en la Isla y no sólo al Gobierno socialista español.

-¿Observa un cambio de actitud del régimen de los Castro respecto a EE.UU., después del anuncio del fin de las restricciones a viajes y remesas?

-Hay un interés de ambas partes en mantener un estatus de equilibrio y buenas relaciones. Mientras el Gobierno cubano sigue desplegando la propaganda que presenta a EE.UU. como el enemigo y causante de todos los males.

-¿Pueden ser un signo el comienzo de conversaciones para reanudar el servicio de correos directo, la autorización a una alta funcionaria a visitar a presos cubanoamericanos en la Isla...?

-No queremos malas relaciones con ningún país. Pero nuestro primer interés es que el Gobierno respete los derechos de los cubanos. Ni la visita de Moratinos ni la mejor relación con Estados Unidos ha significado ninguna mejora.

-¿Ni tampoco el desfile de presidentes de la región durante todo este año?

-Ni la procesión de presidentes de América Latina y África para consagrar un régimen sin derechos para el pueblo. Nos entristece que el representante español sea parte de esta procesión de líderes que vienen a dar la bendición a la opresión.

-¿Estuvo en el reciente almuerzo ofrecido a los opositores en la Oficina de Intereses de EE.UU. en La Habana, con motivo de la visita de la subsecretaria de Estado adjunta, Bisa Williams?

-Fui invitado pero preferí no estar.

-La cooperación española con la Isla se ha duplicado desde 2007. ¿Cree que realmente llega al pueblo cubano?

-No tengo ningún elemento para opinar. Pero la mayor cooperación a la que está obligado el Gobierno español es a contribuir al cambio pacífico, y eso no lo está haciendo. Sería la verdadera solidaridad.

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Moratinos y la democracia en Cuba

ABC.es - Opinión - Editorial - Lunes, 19-10-09

EL ministro de Asuntos Exteriores realiza una nueva visita oficial a Cuba con la intención de reforzar las relaciones con la dictadura y en la que, de nuevo, tampoco verá a los disidentes de la isla. No resulta muy convincente rasgarse las vestiduras apelando a los principios democráticos y retirar ruidosamente al embajador en Honduras cuando, al mismo tiempo, se sonríe de forma entusiasta a un régimen que hace medio siglo que no ha convocado una elección ni ha tolerado la menor crítica. En su día, el Gobierno socialista adujo que la política de contactos con los disidentes democráticos no había producido ningún resultado, lo cual es falso: para el castrismo representaba una amenaza colosal porque esos disidentes son la prueba incontestable de que en Cuba hay una dictadura. Ningún gobierno debería avergonzarse de reconocer con un apretón de manos en público el esfuerzo de los que trabajan pacíficamente por la democracia. La recepción del 12 de octubre de 2003 en la Embajada de España en La Habana -a la que fueron invitados con honores aquellos que defienden la libertad y los Derechos Humanos- fue uno de los desafíos políticos más peligrosos que ha vivido la dictadura, y el cambio promovido por el Gobierno socialista en la Unión Europea representó por ello un bálsamo salvador para los Castro. Es más, Moratinos no puede negar que esa política de sonrisas que ha mantenido el Gobierno socialista en los últimos cinco años no ha hecho cambiar ni un centímetro al régimen cubano o, si acaso, ha contribuido a consolidar a una dictadura agonizante.

Moralmente se trata de una opción que no se corresponde con las aspiraciones de la mayoría de la sociedad española, que hace tiempo que se dio cuenta de que detrás del rancio discurso «revolucionario» y «antiimperialista» de los Castro no hay nada más que miseria y opresión para los cubanos. En estos años de complacencia española, la dictadura ha defenestrado a aquellos personajes del régimen por los que apostaba el Gobierno como una posible válvula de apertura. La forma en la que fueron destituidos Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, copiada de los manuales estalinistas, debiera haber servido para aclarar las ideas del ministro acerca de los verdaderos planes del régimen con el que quiere tener buenas relaciones: resistirse a los cambios y permanecer en el poder a toda costa, ahora con la inestimable ayuda de Hugo Chávez.

La dictadura ha logrado durante décadas mantener aislados a los disidentes, acusándolos de ser agentes de Estados Unidos para confundir la represión con una política basada en la confrontación permanente. Pero hoy no hay duda de quiénes son y qué quieren los que se enfrentan al régimen: se las arreglan para expresarse a través de internet, reciben premios internacionales incluso en el Parlamento Europeo y han suscitado un sentimiento de merecido respeto en todo el mundo. Si Moratinos quiere defender de verdad los intereses de España, tendría que darse cuenta de que un día no muy lejano serán los disidentes que él evita los que estarán al frente de una Cuba democrática, y que aquellos que hoy le estrechan la mano pasarán al ostracismo y el olvido.

 

 

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