lunes, 24 de octubre de 2011

La "Paz" de ETA


La “Paz” de ETA
Afortunadamente, tenemos todavía en España unos pocos, poquísimos políticos con sentido de Estado y que hablan alto y claro…
Mariano Rajoy, como presidente del PP y según las encuestas futuro presidente del Gobierno, tiene muy claro el inmenso problema en que han metido a España los llamados “progresistas”. (Que en lugar de hacer progresar al País, tienen su mente en la lucha de clases de Marx, de hace casi 200 años, pero sí son muy hábiles para progresar en sus respectivas fortunas personales). Y para resolver ese problema, en la frágil y balbuciente democracia española, el único camino va a ser conseguir pactos con la mayoría de los diputados, muchos de los cuales pertenecen a ese partido “progresista”. Por lo tanto, Rajoy ha de pensar muy bien lo que dice, pero no puede decir todo lo que piensa… (De ahí su muy prudente y medida declaración, después del espantajo último de ETA).
Otros políticos, del partido de Rajoy como José María Aznar, Esperanza Aguirre y muy especialmente Mayor Oreja, no están en activo en la política nacional y probablemente no estarán tampoco en el futuro gobierno de Rajoy, por lo tanto pueden tranquilamente hablar alto y claro, y decirnos cuál es realmente la situación en que nos encontramos.
Mayor Oreja, como ex ministro del Interior y vasco de nacimiento, conoce perfectamente a ETA y todas sus ramificaciones, por lo que lleva años diciendo a todo el que quiere escucharle, que Zapatero está negociando con ETA desde antes de ser presidente y que tiene permanentes contactos con ellos y un pacto secreto, que se parece mucho al que firmaron Stalin con Hitler, prometiéndose ambos una paz idílica, pero sin ninguna intención de cumplir nada, ninguno de los dos. Con la única intención de que sus respectivos pueblos vieran lo buenísimos que eran ambos…
Y en esas estamos: ETA promete no matarnos si le damos todo lo que quiere, y ZP les promete que va a darles todo lo que pidan, sabiendo perfectamente que no puede ser y además es imposible, como decía el torero… Y luego: El que venga atrás, que arree…
Y para terminar el sainete. Aparecen por todas partes sesudos “comentaristas políticos” y “líderes internacionales”, diciendo chorradas a borbotones y hablando del “fin del terrorismo”, cuando la realidad es, que el problema del terrorismo no hace sino agravarse, gracias a ese portento de “estadista” que tenemos, que de tan gilipollas que es, sólo aspira a formar parte de ese club de retardados mentales Nobel de la Paz, como Rigoberta Menchú, Hebe Bonifaci, Pérez Esquivel y una larga ristra de payasos, que parecen ser los preferidos de los ancianitos decrépitos que conceden esos premios…
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La “paz” de ETA
La Razón – 23 oct. 2011
«Tiene la mente un poco perturbada», dijo de él Felipe González. De «miserable e indecente» lo tildó Patxi López. «Miente», zanjó Zapatero. ¿Qué había dicho el destinatario de tanto improperio? Dos cosas: que el Gobierno mantenía un proceso de diálogo con ETA que facilitaría el regreso de su gente a los ayuntamientos y que los socialistas necesitaban a ETA tanto como la banda a los socialistas para escenificar el final del terrorismo que le permitiera a los primeros un rédito electoral y a los segundos, abrir un proceso político con la autodeterminación como objetivo. ¿Y qué ha pasado? Lo anunciado por Mayor Oreja: los proetarras gobiernan un centenar de municipios y ETA ha entrado en campaña con un comunicado recibido por el PSOE con alborozo, pero que nos coloca ante un futuro endiablado. Los terroristas han dado el empujón a su brazo político para imponerse en la lucha por el poder en el País Vasco y abocar a España a «un desafío nacionalista en el que ETA hará de todo menos su final definitivo». El ministro de Aznar tenía razón entonces. Y la tiene ahora. La «paz» de ETA es el colofón a un proceso pactado en el que no renuncia a sus objetivos totalitarios enmascarados. Simplemente ha llegado a la convicción de que ahora puede alcanzarlos sin disparar un tiro. Y para que así sea, se queda como gendarme del «nuevo tiempo político». Con la pistola en el bolsillo. Por si acaso.

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