lunes, 16 de enero de 2012

En la muerte de Manuel Fraga
Hoy en la madrugada ha fallecido D. Manuel Fraga Iribarne. Uno de los políticos españoles de alta categoría que dio el siglo XX y que cada día escasean más.
Su vida política es extensa y diversa y hoy, cuando todos los periódicos se dedican a hacer semblanzas y contar anécdotas o hechos de su vida pública y privada, como la de que rechazó tomar unas copas con la que consideraban el "animal más bello del mundo" llamada Ava Gadner, o que se bañó en un invierno de hace más de 50 años en una playa de Almería, donde había caído una bomba nuclear que transportaba un bombardero norteamericano, (cayeron cuatro pero se recuperaron inmediatamente tres y una cuarta que cayó en el mar, no se encontraba, por lo que Fraga, como Ministro de Turismo, se bañó en la playa con el Embajador de USA, para demostrar que no había peligro radiactivo). Parece oportuno hacer algunas consideraciones diferentes.
Quién esto escribe, no ha tenido oportunidad de conocer personalmente ni acercarse ni de lejos al exclusivo círculo de personajes de esa importancia, pero desde muy joven, sigue con interés y admiración la trayectoria política y personal de este hombre que, en muchos aspectos podría servir de modelo a generaciones enteras.
Cuando el susodicho autor de estas líneas era un adolescente, su máxima aspiración era ser periodista y al tener una sólida formación en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Madrid, se consideraba capacitado para desempeñar ese puesto. Pero cuando solicitó su ingreso en la Escuela Oficial de Periodismo, (Único medio en aquellos tiempos, para obtener el necesario carnet de periodista), fue rechazado por “No ser adicto al Régimen, al ser hijo de rojo”… Para las generaciones actuales, esa palabra “adicto” suele llevar el sobreentendido de drogadicto, pero en aquellos tiempos, era una especie de certificado de “pureza de sangre”.
En todo caso y dados estos antecedentes, queda claramente descartada cualquier simpatía de este autor, por Franco, su Régimen o la madre que lo parió. Pero otra cosa es, analizar que también dentro de ese régimen había personas valiosas, que trabajaban honradamente por su país, con lealtad a éste, más que al “caudillo” y poniendo toda su imaginación, inteligencia y esfuerzo en hacer que España se recuperara de la terrible miseria en que la había hundido la guerra fratricida.
En aquellas fechas, la España que gobernaba Franco estaba sometida a una férrea censura, no sólo en lo que se escribía o se transmitía por cualquier medio, sino hasta en la vida personal de los ciudadanos, con el sistema “celular” que usan todas las dictaduras y todos los grupos terroristas del mundo. En cada edificio había un “jefe de casa” y estos eran agrupados por zonas y dirigidos por un “jefe de barrio”, de manera que se tuviera controlada la vida de todas las personas.
Cualquier publicación de libro periódico o emisión de radio, había de pasar previamente por una censura, muchas veces formada por semi analfabetos que ni siquiera entendían lo que leían, pero tachaban diligentemente cualquier frase o palabra que, en su obtusa mente pudiera interpretarse como lo que ahora se llama “políticamente incorrecta”. Muchas veces, lo que quedaba sin tachar era ininteligible y el autor, o se ponía a reescribirlo siguiendo las pautas marcadas por el censor o, como ocurría la mayoría de las veces, renunciaba a su publicación.
Hay toda una historia, por demás fascinante, de cómo los periodistas expertos se arreglaban para burlar la censura, escribiendo en un léxico medio críptico, donde el lector también avezado a las circunstancias, leía entre líneas el sentido del escrito, aparentemente inocente.
Cuando Manuel Fraga fue nombrado Ministro de Información y Turismo, consiguió, probablemente en contra de la opinión y presiones del corrillo de cortesanos que rodeaban a Franco, que se promulgara una Ley de Prensa, en la que en síntesis se eliminaba de un plumazo la censura previa, y se establecía que si cualquiera publicaba algo que iba contra la Ley, sería responsable de ello ante los tribunales. Esto parece muy sencillo y lógico, pero en aquellas fechas y en aquel ambiente, fue una verdadera revolución y es ni más ni menos lo que ocurre en cualquier país civilizado, (Aunque en la España moderna, y según nuestra costumbre, nos hayamos ido al otro extremo del péndulo, y se publiquen mentiras, difamaciones y fábulas, sin que nadie responda de nada).
Las personas valientes y valiosas, cuando ven su país sumido en la pobreza y con un gobierno totalitario, luchan con las armas que pueden para buscarle soluciones y el progreso de todos, como hacía Fraga. Pero, como siempre, ahora tenemos una pléyade de “héroes” inventados que, cuando Franco vivía le hacían genuflexiones y buscaban su favor, y una vez muerto, se han adjudicado una autobiografía llena de gestos heroicos de luchadores por la libertad.
España está ahora, gracias a una manada de autollamados políticos, de variado pelaje y color, sumida en una gran crisis de la que todos nos quejamos y miramos hacia arriba, como esperando que alguien nos saque de ella. Para unos será Dios. Para otros el gobierno nuevo y para otros la señora Merkel desde Alemania. Pero siempre esperamos que sean “otros” los que nos saquen del atolladero, mientras hablamos con siglas como: I+D+I, muy al estilo norteamericano, pero sin aplicar las normas de aquél país, de trabajar duro para salir del agujero.
En la época en que Fraga era Ministro, España estaba en una crisis mucho peor y en una pobreza extrema, por lo que cada cual se las arreglaba como podía para sobrevivir, trabajando muchas horas, a veces en varios trabajos al mismo tiempo, o “inventándose” actividades lucrativas al nivel de cada cual. No existían ordenadores y las máquinas de escribir eran un lujo carísimo, así que muchas mujeres se dedicaban a escribir a mano direcciones de una lista, que les suministraban las empresas junto con los sobres en blanco, para en ellos enviar publicidad. Otras, familias enteras se dedicaban a hacer cadenetas, gorritos y demás adornos para las fiestas de cumpleaños, bodas o Año Viejo, con papel de colores y pegamento, y así, cada uno hacía lo que podía o sabía, dentro de sus posibilidades. Era I+D+I, pero no lo sabían…
Manuel Fraga, se “inventó” el turismo. Cosa que por supuesto existía desde la noche de los tiempos en muchos países, pero no en aquella España pobre y destruida. Así que se empezó por fomentar las construcción de hoteles, mejora en las vías de comunicación en carreteras y ferrocarriles, guías turísticas impresas y personales, carteles de promoción para exhibir en el extranjero y más adelante, la genial conversión de los castillos y palacios que había por toda España semi abandonados, en Paradores Nacionales, como hoteles de lujo. Aunque todo esto no sería suficiente, si España no hubiera tenido miles de kilómetros de costas de excelente calidad, un sol esplendoroso y sobre todo, un pueblo acogedor y amable, con una gastronomía, que era de gran calidad mucho antes de que surgieran los chefs estrella.
La genialidad y el patriotismo de este hombre, no era haber descubierto el agua tibia, sino haber sabido aprovechar los recursos que ya se tenían y que, de no tener mayor utilidad para nadie se ha convertido en la primera industria nacional y España en uno de los primeros países del mundo en este ramo. I+D+I, antes de que se pusieran de moda las siglas.
Ni los mayores y cerriles enemigos políticos de Fraga, se atreven a negarle su rectitud y la primacía de sus principios éticos y morales durante toda su vida, además de una dedicación total a su trabajo, prescindiendo de cosas como esa obligante invitación de Ava Gadner, con la excusa de que “tengo muchas cosas que hacer”, ni esa cantidad de “comidas de trabajo” que se inventan todos los politiquillos de medio pelo, de que España está plagada, como si un enjambre de insectos dañinos la hubiera invadido. Cuando era Presidente de Galicia, le criticaron mucho que hubiera viajado hasta la Habana, para entrevistarse con Castro, el otro gallego que maneja ese País, para interceder por los gallegos que lo habitan o que están presos, obviando que entre ambos no hay ningún punto de similitud política.
En la misma época de su presidencia de Galicia, establecía desde allí reuniones con los ministros que en Madrid, deberían resolver cualquier asunto concerniente a su autonomía y llegaba a cada ministerio a la hora exactamente señalada, despachaba el asunto que fuera con el ministro correspondiente y salía inmediatamente hacia el otro ministerio, con el tiempo medido para llegar a la hora de la cita, atendiendo a cada asunto que le interesaba, con las palabras exactas y justas para no perder ni un minuto. Hasta que terminaba todas sus gestiones y salía de nuevo para su sede en Galicia. Sin comidas de cortesía, mariscadas extravagantes ni adornos de ninguna clase.
Cuando en alguna ocasión llegó a su trabajo a la hora habitual e hizo llamar a alguno de los consejeros de la Comunidad, le dijeron que aún no habían llegado. Ordenó que cerraran sus despachos y le trajeran la llave, con la orden de que cuando el consejero correspondiente llegara, le dijeran que pasara por el despacho de él a recoger esa llave. Una vez que el consejero correspondiente llegó, le dijo más o menos: A usted lo han nombrado para trabajar. La hora de entrar al trabajo es las 8 de la mañana, Si usted no puede atender su trabajo o no puede llegar a tiempo, dígamelo para sustituirle…
Algunos comentarios de estos días, dicen que tenía un trato un tanto brusco, o que no era simpático… A los ciudadanos nos interesan gobernantes de este calibre, con estos valores, iniciativa y entrega para lo que han sido nombrados… La simpatía dejémosela a los actores de cine.
Enrique Gutiérrez y Simón
16 enero 2012

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