La injusta justicia
Como sabréis
los que vivís fuera de España, aquí tenemos una llamada “justicia” que parece
tomada de las películas ce Cantinflas. Los jueces se clasifican ellos mismos de
“conservadores” y “progresistas”, con curiosos efectos: Son conservadores los
que son partidarios de cambios y evolución y progresistas los que no quieren
que progrese nada y dejar todo como ha sido siempre…
En general,
se puede decir que han hecho una carrera con el fin de dormir la siesta en sus
despachos, porque esto es una costumbre muy española, como es de público
conocimiento. Así se explica que, cuando los controladores aéreos paralizaron
el País y dejaron volando miles de aviones y en tierra a cientos de miles de
pasajeros, se haya determinado que se inicie un proceso con la investigación
correspondiente, porque aquello fue una sedición que atentaba contra la Nación
misma, pero… ¡Al cabo de cuatro años! Ahora, esperaremos el desarrollo de todo
este proceso y, si algún día se termina, esperemos que alguno de esos
controladores esté todavía vivo, para pedirles responsabilidades…
Por otra
parte, nuestros ex simios jueces, encabezados principalmente por un tal Garzón,
que ahora se ha ido a “Hacer las Américas”, han tomado la costumbre de activar
algunos casos, si eso les da publicidad en los medios, o guardarlos en el cajón
indefinidamente si ahora no toca salir en los titulares. Este individuo
consideraba que los crímenes de estado llamados GAL, no eran importantes si el
partido que gobernaba y los había cometido le nombraba ministro, pero que eran
importantísimos, cuando ese nombramiento se le negó.
Y en esa
línea de pensamiento siguen sus discípulos: Si una multitud enfurecida se pone
a gritar a las puertas de una casa particular, cortando el tráfico de la calle
y amedrentando a sus habitantes, niños pequeños incluidos, el juez
correspondiente pregunta primero: ¿De qué partido son sus habitantes?. Porque
si son de su mismo partido, eso es una asonada y unas amenazas intolerables, pero
si son del partido contrario, eso, no es más que la libertad de expresión de la
turba.
Algún otro,
determina que a una mujer no la violaron, porque llevaba unos pantalones
vaqueros muy ajustados, que tuvo que quitárselos ella misma necesariamente, luego,
el sexo fue consentido… El que el violador le tuviera puesto un cuchillo en la
garganta, parece que era un tema sin importancia, que no elimina el hecho de
que ella se quitó los pantalones… Todavía no hemos llegado a decir que el pago
de un rescate para un secuestrado, es una donación voluntaria, pero no os
preocupéis, que todo se andará…
A
continuación la carta que una mujer le envía a uno de estos ex simios jueces…
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Carta de una zorra
Semántica interpretada
Como algunos de vosotros sabréis a estas
alturas, el que fue juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo ha dictado una
sentencia en la que afirma: Que llamar "zorra" a una mujer no es
delito, ni falta, ni nada, porque quien usa ese adjetivo en realidad lo que
quiere decir es que dicha mujer es astuta y sagaz. En base a ello, he aquí el
escrito que le ha remitido una ciudadana…
"Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la
presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de
alerta como es habitual en Su Señoría.
El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle
amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela
Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos: Esta
mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con
un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la
comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha
hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas,
y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi
querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial
"que te den, cabrito".
Se ha puesto como un energúmeno, oiga. De poco me ha servido
explicarle que la buena de mi tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus
grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a
espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de
buena voluntad.
El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos
vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál
de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más
cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los
suyos de usted, y a los de mi tía abuela, que le despedía señalando hacia
arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de
saber hacia dónde soplaba el viento.
Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está
intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa
fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente
mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de
destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que
las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera
mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una
mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.
Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable. Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies), enviándole mis más respetuosos saludos a las zorras de su esposa y madre
Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable. Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies), enviándole mis más respetuosos saludos a las zorras de su esposa y madre
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