domingo, 19 de enero de 2014



Autores y mecenas
Silvio Girón Gaviria, era un hombre con gran sensibilidad social, a quien “le dolía la vida”, de su Colombia nativa.
Había heredado de su padre la profesión de joyero-relojero, y tenía una tiendita de ese ramo, en uno de los barrios más modestos de la ciudad de Cali, pero se mantenía cerrada la mayoría del tiempo, mientras él vegetaba en algún bar cercano, mugroso y servido por prostitutas de ínfima categoría, porque él en realidad lo que tenía era vocación de escritor y periodista, muy inclinado al tema social y de ese inframundo que tan bien conocía.
Los vecinos y amigos, lo buscaban por esos bares para encargarle la reparación de alguna joya o reloj y él, los atendía con cierta pereza, y hacía los trabajos imprescindibles para ganar algún dinero para sobrevivir, pero mientras tanto, escribía y escribía…
No recuerdo ahora por qué circunstancias nos conocimos, ya que nuestras vidas, viviendas y círculos sociales, estaban en las antípodas del uno y del otro, pero lo que sí recuerdo es, que era un hombre interesante, con una conversación enriquecedora, aunque reflejaba su visión amarga de la vida. El hecho es, que me habló de unos manuscritos que tenía y le pedí que me los prestara para leerlos.
Eran unas hojas un tanto amarillentas, escritas a máquina torpemente, con muchos tachones y apuntes manuscritos en el margen, pero con contenido impactante, de cuentos de vidas lacerantes, pero narrados con una fluidez y poder de síntesis asombrosas, hasta el extremo de narrar un cuento completo en una sola página.
El libro se tituló “Las Órbitas vacías”, porque su cuento central era de un ciego. Quedé tan impresionado que le dije que había que publicar ese libro de cualquier manera. Pero aunque la empresa que yo dirigía se titulaba “Editorial ABC”, la realidad es que era una simple imprenta, sin ningún poder de distribución ni promoción, normales en una verdadera editorial.
Como en esa empresa, y en la mayoría, siempre hay tiempos muertos, en que los encargos de los clientes flojean, le hice un presupuesto de lo que le costaría una edición muy modesta de 100 ejemplares, y le propuse que le iríamos componiendo, (En esa época se componía con tipos móviles de plomo, letra a letra), su libro, en los tiempos libres que les quedaran a los cajistas, sin fecha fija para la impresión.
A su vez, él iría retrayendo pequeñas cantidades del dinero de que pudiera disponer y depositándolo en una cuenta que le abriríamos en la imprenta, hasta completar el valor total del presupuesto.
La consecuencia de este plan fue, que Silvio se olvidó completamente de los bares y sus “meseras” y se dedicó febrilmente a atender su tienda y a completar con rapidez cuanto trabajo le encargaban o a vender relojes y renovar las existencias con nuevos modelos, por lo que empezó a traer a la imprenta cantidades de dinero, mucho mayores de lo que se había pensado.
Empezamos a componer su libro, no ya en tiempos muertos, sino como un cliente normal, que quiere recibir su trabajo a la mayor brevedad. Se imprimió y encuadernó su libro y se le entregaron sus ejemplares al autor y propietario de la edición.
Este, se dedicó a vender su libro directamente, en su tienda y a cuanto conocido se encontraba, por la calle o en cualquier sitio. Viajó a su ciudad natal, Pereira y siguió con la venta de su libro, que terminó en poco tiempo, recuperando el costo invertido y con una buena ganancia.
De ahí se sigue toda una carrera literaria, con otro libro realizado en mi misma empresa: “Que griten las paredes” y muchos otros, entre cuentos y novelas, ya realizados en editoriales de verdad y alguno de ellos cuya edición está dedicada a mí.
Le nombraron Director de la Biblioteca Departamental de Pereira, director de una emisora de radio y columnista en varios periódicos de Cali, Pereira y otras ciudades.
Y ahora viene la pregunta de respuesta imposible: ¿Qué habría pasado si Silvio no me hubiera dado esos originales, o si yo no les hubiera hecho caso? ¿Los habría visto otra persona que se interesara por ellos? ¿Habría seguido Silvio su oscura y aburrida vida de ínfima bohemia?...
Muchos decimos que no creemos en la suerte, pero es indudable que todos hemos tenido momentos o hechos, aparentemente fortuitos que han cambiado o redirigido nuestras vidas… Y lo más curioso es, que a veces esos hechos u ocasiones que buscamos, no ocurren. Y de pronto, nos tropezamos con otros que no esperábamos…
Los lectores que quieran más información sobre este caso, podéis teclear en Google: Silvio Girón Gaviria y tendréis unas cuantas entradas sobre este hombre excepcional.

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