Autores y
mecenas
Silvio Girón
Gaviria, era un hombre con gran sensibilidad social, a quien “le dolía la vida”,
de su Colombia nativa.
Había heredado
de su padre la profesión de joyero-relojero, y tenía una tiendita de ese ramo,
en uno de los barrios más modestos de la ciudad de Cali, pero se mantenía
cerrada la mayoría del tiempo, mientras él vegetaba en algún bar cercano,
mugroso y servido por prostitutas de ínfima categoría, porque él en realidad lo
que tenía era vocación de escritor y periodista, muy inclinado al tema social y
de ese inframundo que tan bien conocía.
Los vecinos y
amigos, lo buscaban por esos bares para encargarle la reparación de alguna joya
o reloj y él, los atendía con cierta pereza, y hacía los trabajos
imprescindibles para ganar algún dinero para sobrevivir, pero mientras tanto,
escribía y escribía…
No recuerdo
ahora por qué circunstancias nos conocimos, ya que nuestras vidas, viviendas y
círculos sociales, estaban en las antípodas del uno y del otro, pero lo que sí
recuerdo es, que era un hombre interesante, con una conversación enriquecedora,
aunque reflejaba su visión amarga de la vida. El hecho es, que me habló de unos
manuscritos que tenía y le pedí que me los prestara para leerlos.
Eran unas hojas
un tanto amarillentas, escritas a máquina torpemente, con muchos tachones y
apuntes manuscritos en el margen, pero con contenido impactante, de cuentos de
vidas lacerantes, pero narrados con una fluidez y poder de síntesis asombrosas,
hasta el extremo de narrar un cuento completo en una sola página.
El libro se
tituló “Las Órbitas vacías”, porque su cuento central era de un ciego. Quedé
tan impresionado que le dije que había que publicar ese libro de cualquier
manera. Pero aunque la empresa que yo dirigía se titulaba “Editorial ABC”, la
realidad es que era una simple imprenta, sin ningún poder de distribución ni
promoción, normales en una verdadera editorial.
Como en esa
empresa, y en la mayoría, siempre hay tiempos muertos, en que los encargos de
los clientes flojean, le hice un presupuesto de lo que le costaría una edición
muy modesta de 100 ejemplares, y le propuse que le iríamos componiendo, (En esa
época se componía con tipos móviles de plomo, letra a letra), su libro, en los
tiempos libres que les quedaran a los cajistas, sin fecha fija para la
impresión.
A su vez, él iría
retrayendo pequeñas cantidades del dinero de que pudiera disponer y
depositándolo en una cuenta que le abriríamos en la imprenta, hasta completar
el valor total del presupuesto.
La consecuencia
de este plan fue, que Silvio se olvidó completamente de los bares y sus “meseras”
y se dedicó febrilmente a atender su tienda y a completar con rapidez cuanto
trabajo le encargaban o a vender relojes y renovar las existencias con nuevos
modelos, por lo que empezó a traer a la imprenta cantidades de dinero, mucho
mayores de lo que se había pensado.
Empezamos a
componer su libro, no ya en tiempos muertos, sino como un cliente normal, que
quiere recibir su trabajo a la mayor brevedad. Se imprimió y encuadernó su
libro y se le entregaron sus ejemplares al autor y propietario de la edición.
Este, se dedicó
a vender su libro directamente, en su tienda y a cuanto conocido se encontraba,
por la calle o en cualquier sitio. Viajó a su ciudad natal, Pereira y siguió
con la venta de su libro, que terminó en poco tiempo, recuperando el costo
invertido y con una buena ganancia.
De ahí se sigue
toda una carrera literaria, con otro libro realizado en mi misma empresa: “Que
griten las paredes” y muchos otros, entre cuentos y novelas, ya realizados en
editoriales de verdad y alguno de ellos cuya edición está dedicada a mí.
Le nombraron
Director de la Biblioteca Departamental de Pereira, director de una emisora de
radio y columnista en varios periódicos de Cali, Pereira y otras ciudades.
Y ahora viene
la pregunta de respuesta imposible: ¿Qué habría pasado si Silvio no me hubiera
dado esos originales, o si yo no les hubiera hecho caso? ¿Los habría visto otra
persona que se interesara por ellos? ¿Habría seguido Silvio su oscura y
aburrida vida de ínfima bohemia?...
Muchos decimos
que no creemos en la suerte, pero es indudable que todos hemos tenido momentos
o hechos, aparentemente fortuitos que han cambiado o redirigido nuestras vidas…
Y lo más curioso es, que a veces esos hechos u ocasiones que buscamos, no
ocurren. Y de pronto, nos tropezamos con otros que no esperábamos…
Los lectores
que quieran más información sobre este caso, podéis teclear en Google: Silvio
Girón Gaviria y tendréis unas cuantas entradas sobre este hombre excepcional.
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