sábado, 8 de febrero de 2014



Comercio Justo
Se encuentra uno de cuando en cuando, establecimientos que se anuncian con el rótulo del título. Y cuando se entra en ellos, se ve que venden productos alimenticios o de otra índole, artesanales y supuestamente hechos en países en desarrollo, pero suelen presentarse con apariencia más modesta y a precios mucho más caros, que los productos comerciales normales.
¿Por qué ocurre esto? Se supone que la idea de este tipo de comercio es, suprimir toda la cadena de intermediarios de variado tamaño y pelaje, que encarecen en forma exagerada el precio del producto, de lo que recibe el que lo fabricó o cultivó, hasta el consumidor final.
Si esto es así, los precios de esos productos debían ser muy inferiores a los normales, y aun así, el productor recibiría por su trabajo, cantidades muchísimo mayores de lo acostumbrado. Con lo que se fomentaría la venta masiva de esos productos, con beneficios para todos los intervinientes. Además, nos enteraríamos de que, gracias a este sistema, en las remotas aldeas donde se producen esos bienes, hay un progreso en todos los órdenes, pero… ¡Nada!
Parece que la explicación es, que compramos esos productos para favorecer a los más débiles, aunque sean más caros. Por benevolencia o caridad…
Pero las personas no debiéramos recibir caridad, que envilece y denigra, quitándole dignidad al receptor. Las personas necesitamos… ¡Todos necesitamos, en una u otra medida!, que nos proporcionen el punto de apoyo que decía Arquímedes, para nosotros mover el mundo por sí mismos.
No vamos a arreglar nada facilitando dinero a las personas con necesidades, en aquellos países ni en el nuestro. Necesitamos fomentar el trabajo, para que esas personas, sientan que con su esfuerzo ¡Se han ganado lo que reciben! No tanto subsidio de paro, como fomento de la industria y el I+D+I.
Los que no estén capacitados, capacitarlos. Darles herramientas y tecnología, para que ellos mismos construyan su casa, en lugar de regalarles la casa ya construida. Facilitarles la forma de aprovechar los recursos y posibilidades de su tierra, para que ellos produzcan lo mejor de que sean capaces… Enseñarles a pescar, en lugar de darles peces. Como se viene repitiendo desde hace siglos, sin que nunca lo pongamos en práctica: Cooperación, en lugar de caridad.
Había una España, de la que todos (Yo el primero), denostábamos porque tenía un gobierno dictatorial. Pero se construían escuelas y universidades laborales, se facilitaban microcréditos (5.000 pesetas, en aquella época), sin otra garantía que la presentación de un proyecto de autogestión. Se fomentaba el trabajo y se premiaba la excelencia y el esfuerzo… (Con los habituales casos de abusos y amiguismo, propios de nuestro carácter).
Esa España, pasó de un país agrícola y pobrísimo, a tener una gran clase media que, ahora se está destruyendo o regalando sus mejores ejemplares a nuestros vecinos más ricos… ¿Qué nos ha pasado? ¿Qué estamos haciendo?

No hay comentarios: