Educación I
Para combatir la violencia, la educación es el medio y la
honestidad generalizada a todos los niveles sería el fin. Pero quizá es una
meta demasiado elevada en este momento, dado el nivel de degradación moral a
que hemos llegado, donde la palabra "honesto" se entiende generalmente
como sinónimo de "tonto".
Luego, tenemos el tema de acotar o definir exactamente la
palabra "educación". Porque hasta hace unas décadas, se educaba en la
escuela y, por supuesto y lo más importante, en la familia. Pero hemos llegado
a un grado de parcelación de las cosas que, ahora parece que se entiende que la
escuela, e incluso la universidad, son para instruir. Para meter en la cabeza
de los estudiantes una serie de datos, fechas y fórmulas logarítmicas y
químicas, con el único fin de darles un diploma, que dice que "ya saben lo
suficiente"...
Se supone o se acostumbra, aunque sin decirlo expresamente
que, la educación, entendida como ese cúmulo de normas y costumbres que nos
hace humanos, es problema exclusivo de la familia… Casos se han dado de un
padre iracundo, reclamando a un profesor de instituto, porque se ha permitido
el “atrevimiento” de corregir el comportamiento de su hijo. Padres que a su
vez, “educan” a su hijo diciéndole: Este domingo debes asistir conmigo a misa,
para darle gracias a Dios, por el contrato que he conseguido dándole
participación al político que lo adjudica. (Por ejemplo).
Y como la honestidad ya no está de moda, ni siquiera en las
mujeres que tanto se cuidaban de su fama inguinal, quizá debiéramos empezar por
metas más modestas. Insistiendo en frases milenarias de la cultura universal
como: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan; No existe nada gratis;
Siendo honrado, en todo y a todas horas, se duerme mucho mejor; El que nada
debe, nada teme… etc. Y en esa labor, ya que los responsables de la Educación
no parecen estar interesados, sino en peleas de gallera, sería importante que
nos involucráramos todos. Empezando por afearles su conducta a todos los medios
de comunicación, que ensalzan a oscuros personajes que hacen insultante
ostentación de dinero, a sabiendas de que ese dinero tiene un origen
inconfesable.
A ver si, ya que no lo hacen motu propio, buscando ensalzar a
los verdaderos héroes, que existen a pesar de todo, y en su lugar se refocilan
en el cieno de los personajillos “de éxito” crematístico. Con la presión
ciudadana y el seguimiento o falta de seguimiento de ciertos programas y
publicaciones, conseguimos ir cambiando la tendencia…
Ahora, releo lo escrito y me doy cuenta de que, decía que la utopía
de llegar a la honestidad era demasiado alta, y quizá me he puesto a hablar de
metas tan difíciles como la honestidad que mencionada… ¡Perdonad! Al final, no
sé si esto tiene arreglo, o quién será el “arreglador”…
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