El
A… de la fotografía
Cuando se quiere decir el principio de algo, se
suele poner el A, B, C de ese algo… Pero esto es sólo el A…
Se trata de la cámara oscura, que todos hemos visto
desde niños, y a la que la humanidad lleva dando vueltas desde el siglo X más o
menos, pasando por Leonardo da Vinci y cuanto científico ha vivido en estos 11
siglos siguientes, hasta que Nicéforo Niépce en Francia, hace ahora 200 años, y
varios otros inventores, lo hicieron verdaderamente funcional. Pero, aunque
todos nosotros hemos visto dibujos, o habremos estudiado el funcionamiento, y
manejamos modernísimas cámaras fotográficas… Hay una pregunta curiosa:
¿Habéis estado dentro de una cámara oscura, alguna vez?
Cámara oscura primitiva |
Me vino a la mente esta idea, porque alguna lectora, viendo
una foto de un objeto de cristal que reflejaba lo que había detrás, se asombró
de que la imagen se viera al revés. Y me quedé pensando que, parece que algunas
personas no se acuerdan de que, todas las imágenes de todas las cámaras del
mundo, incluyendo las de cine y TV. E incluso nuestros ojos, forman las
imágenes que tenemos delante, al revés. Que luego, nuestro cerebro, o los
equipos que manejamos, las enderezan. Pero en realidad, lo que llamamos “arriba”
y “abajo” es una convención, porque lo que realmente vemos, está invertido.
Pero el tema de hoy, no iba de eso. Iba de la impresionante
experiencia que significa, estar dentro de una cámara oscura. Que quiero
animaros a todos a experimentar, porque es una sensación única, y que,
probablemente se os hará inolvidable.
Podéis hacerlo fácilmente y totalmente gratis.
Basta con que tengáis en vuestra casa, una habitación que se
pueda cerrar a la luz. Que tenga una ventana y enfrente una pared,
preferiblemente blanca. Como muestra el dibujo.
Se trata de tapar la ventana de cualquier forma, si tiene una
persiana o contraventanas de madera, y si no, taparla con papel negro, cartones
o lo que tengáis a mano, pegándolos con cinta adhesiva y practicar un
pequeñísimo agujero, por donde pueda entrar la luz de la ventana.
El agujero, puede ser del tamaño que queráis, con la sola
advertencia de que si es muy pequeño, como hecho con un alfiler, entrará poca
luz, pero los objetos se verán muy nítidos, y si es algo más grande, se verán
con más luz, pero algo borrosos, o desenfocados.
Lo mejor es que, en lo que hayáis usado para tapar la
ventana, hagáis un agujero grande, como una moneda, y luego lo tapéis con un
pedazo de cartulina negra, y en ella sí, hagáis el agujero pequeño, porque es
importante que el agujero no esté hecho en algo grueso, que le hará perder
nitidez.
Cuando tengáis todo preparado, podéis sentaros de espaldas a
la ventana y mirando la pared de enfrente. Si el agujero es muy pequeño,
tardaréis algo en que el iris de vuestros ojos se abra al máximo, para que
podáis apreciar la poca luz que entra, pero al cabo de un momento, veréis lo
que haya frente a la ventana, proyectado en la pared, en posición invertida y
en colores. Si frente a la ventana, tenéis una calle o el lugar tiene
movimiento de personas o vehículos, tendréis una imagen cinematográfica, real y
“en vivo” que dicen en la TV… Y todo esto, sin ningún costo, pero con una
sensación inolvidable.
Enrique
Gutiérrez y Simón
Madrid,
abril de 2016
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