sábado, 16 de abril de 2016

El A... de la fotografía



El A… de la fotografía
Cuando se quiere decir el principio de algo, se suele poner el A, B, C de ese algo… Pero esto es sólo el A…
Se trata de la cámara oscura, que todos hemos visto desde niños, y a la que la humanidad lleva dando vueltas desde el siglo X más o menos, pasando por Leonardo da Vinci y cuanto científico ha vivido en estos 11 siglos siguientes, hasta que Nicéforo Niépce en Francia, hace ahora 200 años, y varios otros inventores, lo hicieron verdaderamente funcional. Pero, aunque todos nosotros hemos visto dibujos, o habremos estudiado el funcionamiento, y manejamos modernísimas cámaras fotográficas… Hay una pregunta curiosa:
¿Habéis estado dentro de una cámara oscura, alguna vez?

Cámara oscura primitiva
 Me vino a la mente esta idea, porque alguna lectora, viendo una foto de un objeto de cristal que reflejaba lo que había detrás, se asombró de que la imagen se viera al revés. Y me quedé pensando que, parece que algunas personas no se acuerdan de que, todas las imágenes de todas las cámaras del mundo, incluyendo las de cine y TV. E incluso nuestros ojos, forman las imágenes que tenemos delante, al revés. Que luego, nuestro cerebro, o los equipos que manejamos, las enderezan. Pero en realidad, lo que llamamos “arriba” y “abajo” es una convención, porque lo que realmente vemos, está invertido.
Pero el tema de hoy, no iba de eso. Iba de la impresionante experiencia que significa, estar dentro de una cámara oscura. Que quiero animaros a todos a experimentar, porque es una sensación única, y que, probablemente se os hará inolvidable.
Podéis hacerlo fácilmente y totalmente gratis.
Basta con que tengáis en vuestra casa, una habitación que se pueda cerrar a la luz. Que tenga una ventana y enfrente una pared, preferiblemente blanca. Como muestra el dibujo.
Se trata de tapar la ventana de cualquier forma, si tiene una persiana o contraventanas de madera, y si no, taparla con papel negro, cartones o lo que tengáis a mano, pegándolos con cinta adhesiva y practicar un pequeñísimo agujero, por donde pueda entrar la luz de la ventana.
El agujero, puede ser del tamaño que queráis, con la sola advertencia de que si es muy pequeño, como hecho con un alfiler, entrará poca luz, pero los objetos se verán muy nítidos, y si es algo más grande, se verán con más luz, pero algo borrosos, o desenfocados.
Lo mejor es que, en lo que hayáis usado para tapar la ventana, hagáis un agujero grande, como una moneda, y luego lo tapéis con un pedazo de cartulina negra, y en ella sí, hagáis el agujero pequeño, porque es importante que el agujero no esté hecho en algo grueso, que le hará perder nitidez.
Cuando tengáis todo preparado, podéis sentaros de espaldas a la ventana y mirando la pared de enfrente. Si el agujero es muy pequeño, tardaréis algo en que el iris de vuestros ojos se abra al máximo, para que podáis apreciar la poca luz que entra, pero al cabo de un momento, veréis lo que haya frente a la ventana, proyectado en la pared, en posición invertida y en colores. Si frente a la ventana, tenéis una calle o el lugar tiene movimiento de personas o vehículos, tendréis una imagen cinematográfica, real y “en vivo” que dicen en la TV… Y todo esto, sin ningún costo, pero con una sensación inolvidable.
Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid, abril de 2016

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