Hermano Alberto
Alegría y optimismo personificados
El texto que sigue, lo escribí para el Boletín de ACOA, en
agosto de 2014, admirado por la entereza y alegría que respiraba el Hno.
Alberto, de La Salle, a pesar de que ya tenía un cáncer, desde hacía tiempo,
pero que él llevaba como si eso fuera un catarro pasajero.
Hoy, me llaman para decirme que ha fallecido, lo cual, por
esperado no es menos triste y aplastante, enfrentados a ese destino fatal, que
representa la muerte, misteriosa e inevitable, pero siempre dolorosa para los
que quedamos aquí.
-----------
Dicen los ingleses que: Hablar de enfermedades es de mala
educación. Y parece que el Hno. Alberto ha aprendido eso desde niño, porque no
hay manera de que, cuando le saludamos y le preguntamos ¿Cómo está?, conteste
otra cosa que: - ¡Muy bien!…
Pero todos en ACOA sabemos que no está bien. Entre otras
cosas, porque ninguno estamos: ¡Muy bien!, ya que el que más y el que menos,
tenemos ya unos cuantos calendarios. Normalmente, cuando hay que hacer algo de
esfuerzo físico, como mover mesas, traer bebidas y demás, cada uno de nosotros
aducimos una u otra dolencia, para escurrir el bulto, pero el Hno. Alberto,
siempre está ahí. Colaborando en todo lo que se le pide y hasta lo que no se le
pide. Basta que él vea a alguien llevando cualquier cosa de un lado para otro,
para que inmediatamente se acerque a ayudar, sin decir nada. Como si estuviera
ahí, esperando a ver quién lo necesita.
Algunos socios de ACOA, cuando se les habla de él, no lo
conocen por el nombre, así que la forma de identificarlo es muy fácil: ¿Viste
ayer a ese hermano que arreglaba un cable eléctrico subido en una escalera? ¿O,
el que estaba atornillando una bisagra suelta en una puerta? ¿O, el que estaba
podando y arreglando el jardín? ¿O, el que llevaba sillas de a dos, de un aula
para otro? Pues ese es el Hno. Alberto.
En general, los HH. De La Salle, parece que hubieran
aprendido muy bien aquella frase de: “El que no vive para servir, no sirve para
vivir” Y aunque todos son colaboradores y desprendidos, el Hno. Alberto es un
caso excepcional, entre los excepcionales. Esperemos que Dios lo conserve entre
nosotros por muchos, muchos años…
Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid 17 agosto 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario