miércoles, 1 de marzo de 2017

Hermano Alberto



Hermano Alberto

Alegría y optimismo personificados

El texto que sigue, lo escribí para el Boletín de ACOA, en agosto de 2014, admirado por la entereza y alegría que respiraba el Hno. Alberto, de La Salle, a pesar de que ya tenía un cáncer, desde hacía tiempo, pero que él llevaba como si eso fuera un catarro pasajero.

Hoy, me llaman para decirme que ha fallecido, lo cual, por esperado no es menos triste y aplastante, enfrentados a ese destino fatal, que representa la muerte, misteriosa e inevitable, pero siempre dolorosa para los que quedamos aquí.

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Dicen los ingleses que: Hablar de enfermedades es de mala educación. Y parece que el Hno. Alberto ha aprendido eso desde niño, porque no hay manera de que, cuando le saludamos y le preguntamos ¿Cómo está?, conteste otra cosa que: - ¡Muy bien!…

Pero todos en ACOA sabemos que no está bien. Entre otras cosas, porque ninguno estamos: ¡Muy bien!, ya que el que más y el que menos, tenemos ya unos cuantos calendarios. Normalmente, cuando hay que hacer algo de esfuerzo físico, como mover mesas, traer bebidas y demás, cada uno de nosotros aducimos una u otra dolencia, para escurrir el bulto, pero el Hno. Alberto, siempre está ahí. Colaborando en todo lo que se le pide y hasta lo que no se le pide. Basta que él vea a alguien llevando cualquier cosa de un lado para otro, para que inmediatamente se acerque a ayudar, sin decir nada. Como si estuviera ahí, esperando a ver quién lo necesita.

Algunos socios de ACOA, cuando se les habla de él, no lo conocen por el nombre, así que la forma de identificarlo es muy fácil: ¿Viste ayer a ese hermano que arreglaba un cable eléctrico subido en una escalera? ¿O, el que estaba atornillando una bisagra suelta en una puerta? ¿O, el que estaba podando y arreglando el jardín? ¿O, el que llevaba sillas de a dos, de un aula para otro? Pues ese es el Hno. Alberto.

En general, los HH. De La Salle, parece que hubieran aprendido muy bien aquella frase de: “El que no vive para servir, no sirve para vivir” Y aunque todos son colaboradores y desprendidos, el Hno. Alberto es un caso excepcional, entre los excepcionales. Esperemos que Dios lo conserve entre nosotros por muchos, muchos años…
Enrique Gutiérrez y Simón
Madrid 17 agosto 2014

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