lunes, 27 de abril de 2009

Sería maravilloso, poder decir que España está en la senda del progreso y que va a salir de la crisis actual, rápidamente, pero... Infortunadamente, todos los datos que tenemos son lo contrario...

Dos artículos aparecidos ayer, sin más comentarios..

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El mal gobierno

IGNACIO CAMACHO - ABC.es - Opinión (domingo 26 de abril de 2009)

 ESTE Gobierno no sabe gobernar. Es experto en trucos de prestidigitación política, tácticas de desviación, pirotecnia ideológica, pero carece de respuestas para los problemas reales mientras se da una maña especial para crear otros ficticios. Su gestión responde con precisión a una doctrina marxista, pero de Groucho: domina el arte de buscar dificultades, encontrarlas, formular un diagnóstico falso y aplicar remedios equivocados. Es un desastre sin paliativos, un fracaso absoluto frente a la crisis social más grave de la democracia.

España está a merced de la recesión, que la golpea con una violencia salvaje en su estructura productiva y laboral sin que el Gobierno haga otra cosa que agazaparse. Frente a una tormenta económica de proporciones catastróficas, Zapatero sólo tiene un paraguas averiado: el de los subsidios, que carga al déficit con una frivolidad irresponsable. A la velocidad que está creciendo el desempleo por falta de medidas que le hagan frente, el Estado puede quedar bien pronto comprometido en su propia capacidad financiera. Pero al presidente sólo le preocupan las consecuencias políticas de la crisis, el impacto que pueda tener en su respaldo electoral, y ha descartado cualquier decisión que comprometa a corto plazo esas expectativas de poder. Considera que el problema responde a factores externos que quedan fuera de su alcance y se ha empeñado en resistir a base de asistencias paliativas, temeroso del coste político de una agenda de reformas por la que claman todos los sectores sociales. Simplemente, ha dimitido de su responsabilidad esencial, que es la de hacer frente a la destructiva espiral de empobrecimiento del país. Rechaza pactos, consejos y manos tendidas. Y su único empeño consiste en repartir dinero a los virreinatos autonómicos para asegurarse costaleros parlamentarios que le ayuden a mantener el equilibrio de una precaria mayoría.

Estamos ante una emergencia nacional. La magnitud de las cifras del paro exige una determinación política firme y clara, un liderazgo capaz de echarse el país a la espalda para encabezar el combate contra una epidemia social. La situación es de tal gravedad que ya no importan tanto los aciertos como la voluntad de sobreponerse a las adversidades. La nación está al borde del colapso y necesita una inyección de audacia. Pero el Gobierno está catatónico, bloqueado, exánime. No tiene ideas ni fuerza ni coraje. Proclama un optimismo patético en medio de la calamidad, y busca en la propaganda el modo de diluir responsabilidades. Carece de credibilidad y se halla ensimismado en una burbuja de indolencia. Paralizado, inerte, desbordado como un náufrago sacudido por el oleaje, Zapatero no tiene ya más que dos salidas: olvidar sus recelos y convocar un pacto nacional para emprender reformas de consenso o admitir su fracaso y disolver la legislatura. Solo no puede con esto, y lo que es peor, no sabe.

 

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Fin de era

JOSÉ MARÍA CARRASCAL - ABC.es - Opinión (domingo 26 de abril de 2009)

QUE los socialistas españoles tomen como eslogan para las elecciones europeas las imágenes de la victoria de Obama indica hasta qué punto se han quedado sin ideas, sin aliento y sin vergüenza. Ellos, tan progres, tan imaginativos, tan antinorteamericanos, copiando a los yanquis, esperemos que pagando derechos de autor. Estamos ante el capítulo final de una era de improvisación, frivolidad y resentimiento, con olvido de la política de Estado y de la economía real. Todo ello se ha venido abajo ante el avance de una crisis que siguen sin reconocer, a tenor del «Hay margen fiscal. No puede no haberlo», de la nueva ministra de Hacienda. Esto es, que puede seguir gastándose indefinidamente. Doña Elena Salgado hablaba no como ingeniera, esto es, ateniéndose a los hechos, sino como política, negando puerilmente la realidad, como su jefe. «Los datos manifiestan ya una clara inflexión a partir del mes de abril», añadió. Cuando los datos muestran un deterioro galopante de la economía española. Y si se refería a la inyección prevista de dinero público a través de ayuntamientos y autonomías, peor, ya que en vez de ayudar a las ramas más dinámicas de nuestra economía, ayuda a las menos productivas. Puede que ralenticen el paro un mes o dos, pero volverá enseguida la destrucción de empleo. Como las transfusiones de sangre sólo alivian la leucemia si no van apoyadas por quimioterapia y trasplantes de médula, las medidas del Ejecutivo español ignoran los orígenes de nuestra crisis -la falta de productividad, la escasa flexibilidad, la baja calidad laboral, el despilfarro a todos los niveles- para orientar unos recursos públicos cada vez más escasos hacia las instituciones más derrochadoras del Estado: los ayuntamientos y las autonomías. Algo así como querer curar la drogadicción con metadona.

Pero está visto que la principal preocupación del Gobierno no es la crisis económica. Si le preocupara, se hubiera encarado con ella desde el principio, en vez de negarla, y hubiese aplicado las medidas que le indicaban los expertos, en vez de ignorarlos. Lo que le preocupa es la crisis política, la posibilidad de perder el poder. De ahí que cuanto hace esté orientado a evitarlo, con medidas electoralistas, clientelistas, de corto alcance y poca profundidad. Más que de ministra de Hacienda, doña Elena Salgado ejerce de ministra del Reparto de Dádivas, con Chaves como mensajero. Todo el mundo va a pasar por caja y nadie va a quedar descontento. Bueno, los parados. Pero también habrá «margen fiscal» para ellos. «No puede no haberlo» es la divisa irracional del nuevo gobierno. Basta ver la cara desencajada del presidente para comprobar lo desesperados que están. No es una huida hacia delante. Es una huida hacia el vacío, en el que siempre estuvo.

 

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