jueves, 26 de febrero de 2009

Obama el salvador

Parece que, los españoles, con nuestra afición a jugar sólo por los extremos, hemos pasado, o mejor dicho el "gran timonel" que ostenta el gobierno de España, ha pasado de abominar de todo lo que suene a "americano", a adorar a los USA, así sin transición...

Cuando se posesionó del gobierno, ordenó retirar nuestras tropas de Iraq, con gran vergüenza para nuestros militares, contraviniendo todos los tratados internacionales, la resoluciones de la ONU y lo que él mismo había prometido antes de ser presidente, porque Bush y por extensión "América", eran como el demonio, y había que distanciarse de ellos... Aunque luego, en cualquier reunión internacional en que estuviera Bush, ponía sonrisita de conejo y se acercaba disimuladamente a ver si el odiado "americano", se dignaba saludarle o hablarle algo, aunque, como es natural, el no se enterara de nada...

Una vez posesionado Obama, lo primero que nos ha dicho a los españoles, es que, "hay que ayudarlo"... Supongo que Obama no dormirá, pensando en cual será la invaluable ayuda española...

Y ahora, cuando Obama sale con la patochada de que los "amigos" reciban presos de Guantánamo, sus verdaderos amigos: Canadá, Gran Bretaña, etc. le han dicho cortésmente que no, pero el lacayuno Zapatero, ha enviado a su ministro de Exteriores, "Desatinos", para que diga que si a todo lo que le proponga el jefe...

Mientras los españoles lloramos de vergüenza y de rabia, por ser tan imbéciles que le hemos reelegido...

Anexo: Un artículo de Ignacio Camacho de hoy, y la viñeta que publicó ABC el martes...

 

Recibid un fuerte abrazo

Que paséis un buen día

Have a nice day

Enrique Gutiérrez y Simón

 

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Lo que diga mister Barack

IGNACIO CAMACHO - ABC.es - Opinión - Firmas - Jueves, 26-02-09

EN Sevilla hay, o había, una peña del Betis que para subrayar su vasallaje personalista al dueño del club fue bautizada con el incondicional nombre de «Lo que diga Don Manué» (Ruiz de Lopera); resulta innecesario decir que los tales peñistas se autoerigieron en entusiasta fuerza de choque al servicio feudatario e incondicional del liderazgo loperista. El Gobierno español, imbuido de similar arrebato de encandilado éxtasis por el nuevo presidente norteamericano, está a punto de fundar el club internacional «Lo que diga Míster Obama», tal es su obsequioso sometimiento a los deseos apenas esbozados por la flamante Administración de la Casa Blanca. En su afán de obtener el pronto beneplácito de Washington y ser recibido cuanto antes el Despacho Oval, Zapatero ha ordenado a Moratinos y todo su staff diplomático que se despliegue a todo lo largo del Potomac repartiendo reverencias a cuanto funcionario le salga al paso; por el Departamento de Estado aún se oyen los crujidos del espinazo del ministro ante Hillary Clinton, quien antes de despegar los labios ya ha obtenido la rendida aprobación a su simple sugerencia de acoger en España los presos de Guantánamo que cualquier gobernador estadounidense tenga a bien rechazar en su juridiscción. Eso a modo de aperitivo, cortesía de la casa; verán lo que ocurre en cuanto el Pentágono pida por esa boquita más tropas en Afganistán para echarles una mano.

Sobra decir lo que hubiese sucedido de habérsele ocurrido a Bush desmantelar por las bravas la ominosa cárcel cubana que él mismo se inventó malaconsejado por sus «halcones» y repartir a sus torturados reclusos entre naciones aliadas; los cortes de manga habrían resonado en los pasillos del Tribunal de la Haya. Ha bastado que Obama bosqueje un plan para sacudirse el marrón a costa de cargárselo a los amigos europeos para que España se apresure a ofrecer su generosa colaboración de acogida. Sin esperar a ver cómo encaja tan espinoso asunto en nuestro ordenamiento jurídico, en el que a simple vista no parece que quepa aceptar reos extranjeros sobre los que ni siquiera pesa una acusación clara. Usted mándelos, doña Hillary, mándelos, faltaría más, que ya les encontraremos posada.

Contrasta tan lacayuna sumisión -el querido Juan Manuel de Prada me permitirá que le robe un estilema- y tanta cerviz inclinada con la digna negativa de otros socios tradicionales y preferentes de la Administración USA, como Canadá y Gran Bretaña. Muy elegantemente le han dicho a Obama que nones, que verdes las han segado y que ese asunto huele que apesta. Son naciones acostumbradas a no mercadear con su soberanía, que cumplieron su compromiso en Irak y no tienen que perfumarse de acatamiento y subordinación para hacerse perdonar nada. A Zapatero, en cambio, le pesa el pecado original de su mandato, y para lavarlo está dispuesto a convertir en Tablas de la Ley lo que diga míster Barack.

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