martes, 16 de septiembre de 2008

¡Envidia! de Australia


Acabo de recibir este mensaje que os reenvío, con una gran envidia de los australianos, que tienen un dirigente que habla claro.

Nosotros en España, tenemos un "presidente" que, dice que hay que quitar los crucifijos de todo ámbito público y suprimir la religión de las escuelas, pero que hay que enseñar el Corán, y pagar con el dinero de todos, profesores de islamismo. Que hay que multar a los comercios cuyos rótulos no estén en catalán. Que tolera que a una niña disminuida mental, en Baleares, no le permitan ir al baño en el colegio, porque lo pidió en castellano. Que hay que tolerar las costumbres de los inmigrantes musulmanes y permitir que organicen "mezquitas" en los garajes, sin importar lo que se diga o haga allí, donde se reúnen periódicamente individuos que, ni siquiera están legalmente en España, ni se sabe quienes son ni cómo se llaman, y un largo etcétera que es mejor no recordar, para no ponerse a llorar…

Todos los humanos, debiéramos ser tolerantes, solidarios y comprensivos, pero todas estas actitudes deben ser de dos vías. No tiene sentido que se nos pida tolerancia a los españoles para acoger a los que vienen, y se permita a éstos ser intolerantes con nosotros y imponernos sus creencias y costumbres a la fuerza…

Nuestro ex simio presidente y su partido, han organizado una gran polémica, porque se hizo un funeral en la Catedral de la Almudena, con asistencia de los Reyes, por las víctimas del avión de Spanair en Barajas, pero ese mismo "tolerante estadista", va a asistir en Estambul, a la cena de celebración del final de Ramadán…

Y, lógicamente, él puede hacer lo que le dé la gana, pero no tiene sentido que nos quiera imponer a todos los españoles, su "tolerancia"…


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El primer ministro australiano, John Howard, dijo el miércoles a los musulmanes que quieran vivir bajo la Sharia islámica que se marchen de Australia; en unos momentos en que el gobierno se encuentra aislando a posibles grupos radicales que podrían en un futuro lanzar ataques terroristas contra el pueblo de esa isla-continente.

Asimismo, Howard despertó la furia de algunos musulmanes australianos cuando dijo que ha dado todo su apoyo a las agencias de contrainteligencia australianas para que espíen en las mezquitas que hay en la nación.

'Los que tienen que adaptarse al llegar a un nuevo país son los inmigrantes, no los australianos', expresó con firmeza el mandatario. 'Y si no les gusta, que se vayan. Estoy harto de que esta nación siempre se esté preocupando de no ofender a otras culturas o a otros individuos. Desde el ataque terrorista en Bali, hemos experimentado un incremento de patriotismo entre los australianos'.

'Nuestra cultura se ha desarrollado sobre siglos de luchas, pruebas y victorias de millones de hombres y mujeres que vinieron aquí en busca de libertad', agregó Howard.

'Aquí hablamos inglés fundamentalmente', dijo el primer ministro en un momento de su enérgico discurso. 'No hablamos árabe, chino, español, ruso, japonés ni ninguna otra lengua. Por lo tanto, si los inmigrantes quieren convertirse en parte de esta sociedad, ¡que aprendan nuestro idioma!'

El mandatario continuó diciendo que la mayoría de los australianos son cristianos. 'Esto no es un ala política ni un juego político. Se trata de una realidad. Se trata de hombres y mujeres de ascendencia cristiana que fundaron esta nación basándose en principios cristianos, lo cual está bien documentado en todos nuestros libros. Por lo tanto, es completamente adecuado demostrar nuestra creencia en las paredes de nuestras escuelas. Si Cristo les ofende, entonces les sugiero que busquen otra parte del mundo para vivir, porque Dios y Jesucristo son parte de nuestra cultura'.

'Toleraremos vuestras creencias, pero tenéis que aceptar las nuestras para poder vivir en armonía y paz junto a nosotros', advirtió Howard. 'Este es nuestro país, nuestra patria, y estas son nuestras costumbres y estilo de vida. Permitiremos a todos que disfrutéis de lo nuestro, pero cuando dejéis de quejaros, de lloriquear y de protestar contra nuestra bandera, nuestra lengua, nuestro compromiso nacionalista, nuestras creencias cristianas o nuestro modo de vida. Os recomiendo encarecidamente que aprovechéis la gran oportunidad de libertad que tenéis en Australia. ¡Aquí tenéis el derecho de iros a donde más os convenga!'

'A quienes no les guste cómo vivimos los australianos', prosiguió Howard. 'Tienen la libertad de marcharse. Nosotros no los obligamos a venir. Ustedes pidieron emigrar aquí, así que ya es hora de que acepten al país que los acogió'.

Si estás de acuerdo con el primer ministro australiano, hazlo circular por el mundo. Las ideas de los grandes hombres deben divulgarse.

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