lunes, 1 de septiembre de 2008

Suspenso en futuro


Os envío. un artículo de José María Carrascal publicado hoy en ABC.

Como sabréis, España tiene el peor gobierno de la democracia, que ha conseguido eliminar el país del ámbito internacional y llevarlo por un tobogán de despropósitos hacia su propia destrucción. La economía está en crisis, pero se considera que todavía empeorará en los próximos meses o años. La justicia, no es que sea un chachondeo, como dijo alguien, sino que es un desastre y motivo de chistes y desesperación de los ciudadanos, pero todo esto pasará y se arreglará de alguna manera, tarde o temprano, en cuanto llegue un gobierno responsable. Lo peor de todo es la educación, de donde se ha eliminado todo espíritu de superación y búsqueda de la excelencia o mérito, para nivelarla por lo bajo, para que los menos aptos, no se sientan "discriminados"… Y se ha llegado al despropósito de que, se pueda pasar de curso con tres materias suspendidas, aparte de que, por sistema, no se supende a nadie, porque de lo contrario, el padre de la "criaturita", denuncia al profesor por "acoso"…

Alguna vez, coincidí en un aeropuerto con la que era Ministra de Educación de Colombia, Dra. Doris Eder de Zambrano, quien me distinguía con su amistad, y le dije: "En sus manos está el futuro de Colombia, porque todos los problemas del país, (y de cualquier otro, añado ahora), se resuelven con una sola palabra: "Educación".

Si la educación en España, está a los niveles que nos muestra este artículo, no es que estemos mal por la economía o la justicia hoy, es que estamos destrozando el futuro y eliminando cualquier esperanza de solución de sus problemas…

Recibid un fuerte abrazo

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SUSPENSO EN FUTURO

JOSÉ MARÍA CARRASCAL ABC – Opinión - Lunes, 01-09-08

DENTRO de la cascada de malas noticias que recibimos, una de las peores es el suspenso general que los bachilleres madrileños han recibido en matemáticas. Se consuelan los regidores con el aprobado alto en lengua, pero voy a los detalles y compruebo una raquítica realidad. Que sólo el 64 por ciento de los alumnos consiga cometer menos de 5 faltas de ortografía en un texto de 225 palabras no demasiado difícil no es para echar las campanas al vuelo. Hubo tiempos en que una sola falta ortográfica significaba el suspenso. Por no hablar de que menos de la mitad no supieron explicar el significado de la palabra «remoto» o conocer el presente de indicativo del verbo «coger».

Pero donde se notó más que los últimos planes educativos se han cargado prácticamente el bachillerato, dejando a los alumnos a un nivel de enseñanza primaria, es en matemáticas. Siete de cada diez las suspendieron, siendo incapaces de calcular un simple porcentaje o de averiguar el ángulo de un triángulo conociendo los otros dos. Por no hablar de raíces cuadradas o ecuaciones, que la inmensa mayoría ni las olieron. Como si con las calculadoras, los jóvenes no se hubieran preocupado de aprender las cuatro reglas.

Lo malo es que las calculadoras sólo pueden construirlas quienes sepan calcular mejor que ellas. El mundo del conocimiento se basa en las matemáticas, sin las que no se va ya a ninguna parte. Del Instituto Tecnológico de Massachussets han salido 4.000 empresas punta con 1.200.000 empleados, que juntas constituirían la 24 economía mundial. Mientras los niños de la India, una de las potencias emergentes, son capaces de multiplicar mentalmente con cifras de dos dígitos. Temo que los españoles, ni siquiera, con una. Pero, amigo, las matemáticas exigen dedicación, motivación, esfuerzo, una cultura que se va perdiendo entre nosotros. Un maestro que sometiese a sus alumnos a media hora de cálculo mental, como se hacía antes, sería denunciado por crueldad psicológica. Preferimos la «enseñanza creativa», que no es creadora sino camelística. La máxima creación se da en las matemáticas, un lenguaje para describir la realidad con cifras, siempre más exactas de las palabras, fáciles de manipular, pero que se nos dan bastante mejor. ¿Es que no oyen a nuestros políticos ocultar las cifras tras palabras, con la anuencia del personal? Los problemas exigen pensar, averiguar las causas, buscar las soluciones. Pero esta España que celebra como hazañas los éxitos de los equipos locales repletos de jugadores extranjeros, prefiere olvidar los problemas, y lo único que inventa son pasados legendarios, afrentas gratuitas y complacencias aldeanas. El resto, que lo inventen los demás.

Ahora que ya me dirán ustedes cómo se afronta el futuro sin saber lo que significa una inflación del 4 por ciento, como ha ocurrido con el 90 por ciento de los bachilleres madrileños. Aunque explica que hayamos reelegido al gobierno que la ha causado.

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