La copa eterna.
Es una copa con forma de trébol de cuatro hojas, de un
finísimo cristal, con tonos irisados azules, que lleva en mi casa más de 70
años. Con ella, brindaba mi padre en las grandes ocasiones y, cuando volví de
mi largo exilio voluntario allende los mares, mi hermana pequeña me la trajo de
San Sebastián, donde la tenía guardada, en la caja en que siempre estuvo, entre
una especie de espuma de algodón.
Ahora la uso en las fiestas señaladas, para brindar por los
familiares y amigos. Una vez terminados los brindis, se lava cuidadosamente y
se guarda en su caja… hasta la próxima…
¿Qué pasaría, si todos cuidáramos nuestras relaciones de
pareja, de familia y sociales, con el mismo cuidado, y miedo a que se rompan?
En estos 70 años, ¿Cuántos cacharros de aluminio y otros materiales habremos
tirado a la basura, destrozados por el mal trato… porque ¡Como esos no se
rompen!...
En fin, la foto es el trabajo de una tarde, probando con
diferentes fondos, con cristal y sin cristal. Se hicieron unas cien pruebas y
se seleccionó esta, con un resultado más o menos aceptable, pero que no me ha
dejado totalmente satisfecho… Es posible que lo repita otro día, con alguna
rosa más fresca y energías renovadas…
(Espero que apreciéis la composición en diagonal, desde abajo
a la izquierda subiendo hacia la derecha…)
El montaje para realizar la foto, con las luces de bajo
consumo y frías, entubadas en cartulina negra, para que no iluminen el fondo y
los laterales.
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