SER
PERIODISTA
(Imágenes tomadas de Internet)
Si miramos el diccionario, ser
periodista es simplemente trabajar en un periódico, editarlo, dirigirlo o
escribir en él, pero si pensamos un poco, hay algo más, o mejor: DEBÍA HABER
ALGO MÁS.
Lo primero que debiera pensar un
periodista es, que con su trabajo contribuye a “formar opinión”, por eso se le
ha llamado el cuarto poder, y esta facultad de formar opinión, se puede, como
todas las cosas de la vida, emplear para bien o para mal, pero en todo caso es
una responsabilidad muy seria.
Empecemos por decir que, en muchos países
hay una larga tradición de excelentes periodistas, que son reconocidos
internacionalmente, y que hay otra larga lista que ha dado su vida simplemente
por hacer su trabajo. Muchos de ellos son premiados, copiados e imitados por
muchos otros, no tan brillantes, pero... en España y en cualquier rincón del
planeta hay miles de individuos que, habiendo conseguido el “estatus” de
periodista por cualquier circunstancia, usan esta posición con fines espurios.
Una gran parte, trabaja en esto como
podría haberlo hecho de albañil, de dentista, o de ingeniero: Por dinero. Y,
lógicamente, cada uno es muy libre de ganarse la vida como pueda, pero esta
profesión sin vocación es, como se ha dicho muchas veces, peor que ser
prostituta. Hay “periodistas” que aprovechan cualquier oportunidad de comer o
beber por cuenta del entrevistado, como los hay que reciben “sobres”. Otros
están simplemente en “nomina” de empresas de diverso tipo, y llenan su artículo
de ditirambos hacia el personaje de turno, esperando quien sabe qué
inconfesables compensaciones.
Luego los hay, que trabajan en esto
por el poder que conlleva y la sensación de superioridad que se siente al verse
invitado a actos, saludado, halagado y felicitado, aunque todas estas
manifestaciones sean más falsas que una moneda de plomo.
Pero en fin, dando por sentado que la
mayoría de los periodistas son personas honradas, trabajadoras y bien
intencionadas, empezaremos por distinguir, entre el autor de artículos de
opinión firmados y el reportero de sucesos. El primero es dueño y absoluto
responsable de lo que dice y el segundo, debe intentar contestar las típicas
preguntas de: ¿Qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué?, pero huyendo de
poner en su escrito adjetivos.
La técnica ha magnificado en forma
increíble la facultad de difusión de lo que se hace en los medios de
comunicación: Se pueden leer los periódicos de cualquier país en Internet, puede
verse la televisión de miles de emisoras de todo el mundo y oír la radio de
cualquier rincón del planeta, por lo que, la responsabilidad de lo que se diga
hoy en un medio, se ha ampliado en proporción geométrica.
Parece que los famosos tres poderes de
Montesquieu: Legislativo, ejecutivo y judicial, se han reducido a uno, que
llamamos “Gobierno”, especialmente en España. Pero han surgido otros dos, tan o
más poderosos que los gobiernos: El económico y el mediático. Con un poder
impensable hace unos años.
Esto nos lleva a hacer una serie de
reflexiones, que sería interesante analizar como tema de discusión para romper
con una serie de mitos y palabras mágicas que se usan todos los días, sin que
les prestemos atención. Por lo que son, si cabe, más peligrosas:
1º.- EN TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO HAY
CENSURA. En España, en la época de Franco había una censura PREVIA. Cualquier
cosa que se quisiera publicar por cualquier medio, había de pasar por las manos
de un CENSOR oficial, que tachaba, quitaba o añadía cosas. Ya la historia del
periodismo español está llena de anécdotas hilarantes sobre esa época y la
habilidad de los escritores para hacerle fintas de esgrima a la censura.
Como yo no aguantaba esto, me fui de
España a trabajar en un periódico liberal, en democracia, pero... un día fui a
poner una carta a Avianca y encontré una cola de usuarios en una sola
ventanilla y seis ventanillas cerradas, hice una foto que hablaba por sí sola
de la poca atención que Avianca ponía a sus clientes y el director me la
rechazó diciendo: Si publicamos esto, Avianca nos retira la publicidad...
Es famosa, para todos los que hemos
tenido algo que ver con el cine, la férrea censura que existe aún hoy en el
cine norteamericano, la mayor y más antigua democracia del mundo. Hay películas
europeas que no se puede ni soñar con proyectar en U.S.A. y películas
americanas que se hacen en dos versiones, la americana, mas modosita y la
europea donde los escotes y otras partes de las actrices (y de los actores) son
más generosamente mostradas, y luego, hay películas que una vez hechas, se
modifican de acuerdo con el parecer del público. Resumiendo: En las dictaduras
hay censura previa. En las democracias o similares, hay autocensura y en
algunos casos, censura posterior, pero en resumidas cuentas, eso de la libertad
de expresión y demás zarandajas, es un cuento chino.
Hay todavía muchos periódicos que
modifican los artículos de sus colaboradores para que sean “políticamente
correctos” y en otros casos “cuelgan”, archivan, artículos que “no son
convenientes en este momento”. Muy pocos periódicos tienen claro que la
política del periódico es su editorial y que sus colaboradores son responsables
de sus escritos, sin que dicho periódico comparta necesariamente esas
opiniones, pero lo que viene firmado es sagrado. En Madrid, seguía esa política
el periódico “ABC”, donde se publicaban colaboraciones libres y algunas opuestas
a la línea editorial, pero muchos otros periódicos lo consideran casi un
sacrilegio, y hay rumores de que ABC también ha cambiado.
2º.- NINGÚN PERIODISTA PUEDE SER
OBJETIVO. Todos los seres humanos, lo queramos o no, cuando transmitimos un
concepto, idea, escrito o imagen, está
indefectiblemente “teñida” de nuestra personalidad, de nuestra cultura o falta
de ella, de nuestros prejuicios y forma de pensar y por fin, de nuestra buena o
mala intención. Cuando hago una fotografía o filmo una secuencia, “encuadro” la
imagen, es decir la “encajono”, la selecciono y por tanto, la muestro como yo
pienso que debe ser, pero si muevo la cámara aunque sea un poco en cualquier
sentido, arriba o abajo, a la derecha o la izquierda, la imagen será
absolutamente otra, luego, esa imagen será “mi forma” de ver la realidad y,
obviamente, otra persona la verá de forma diferente. Cuando yo escribo,
selecciono, del ingente acerbo de palabras que tiene mi idioma, las que yo creo
adecuadas o las que conozco, pues hay una inmensa cantidad que no forman parte
de mi léxico y obviamente, otra persona, expresará esa idea con otras palabras
o en otro orden y por tanto, su escrito será sustancialmente diferente.
3º.- SER VERAZ, NO SIEMPRE SIGNIFICA
DECIR LA VERDAD. Se pueden decir palabras ciertas y transmitir una idea falsa,
como cuando se cita textualmente algo que dijo otro, pero fuera de contexto,
dándole un significado totalmente opuesto a lo que quiso decir el autor, por el
simple procedimiento de “guiar” al lector con un comentario anterior o
posterior a la frase citada. Se puede citar una parte de una frase, que sea
exactamente lo contrario a la frase entera. Y lo que es una variante y el mal
nuestro de cada día, poner un título a un artículo, que no tenga nada que ver
con el contenido o incluso, que sea lo opuesto al contenido. Muchísima gente
lee sólo los titulares y puede formarse una opinión errónea por este sistema y
el periodista aducir que publicó la verdad.
4º.- CONTRASTAR LA INFORMACIÓN NO ES
GARANTÍA ABSOLUTA. Si un periodista, o un científico, quieren llegar a una
conclusión y las pruebas demuestran que está equivocado, hay que tener una gran
dosis de honestidad para desechar nuestros prejuicios y: o publicar el
resultado real a que hemos llegado, o no publicar nada. Lo que casi todos los
humanos tendemos a hacer es retorcer los resultados de las pruebas para,
publicándolos, llegar a conclusiones que se acerquen lo más posible a lo que
queríamos decir desde el principio. Esto se ve muy claro en los políticos,
cuando después de unas elecciones y ante las tercas cifras de los resultados...
¡Todos han ganado!
5º.- DECIR QUE NO OPINAMOS, QUE SOLO
INFORMAMOS, ES UNA FALSEDAD. Lo correcto en un periodista honesto es expresar
claramente nuestro sentir en cuanto a posiciones políticas, sociales,
económicas o de cualquier género, y luego informar lo mas ecuánimemente que
seamos capaces, pero sin querer engañar al lector con un falsa neutralidad que
es absolutamente imposible. Procurando que sus preferencias no le nublen el
juicio. El periodista no debiera estar nunca a favor del Gobierno, pero tampoco
contra el Gobierno sino ENFRENTE del Gobierno. Expectante y escéptico.
6º.- La práctica más generalizada en
prensa y televisión, que dice “informar imparcialmente” es intercalar adjetivos
en la información, con lo que ya se está opinando en lo que debiera ser una
relación escueta de HECHOS. Al lector o espectador, se le marea mezclando las
dos clasificaciones anteriores, intercalando la información con opiniones. O en
el caso de artículos firmados, citando hechos pasados con nuestra visión
personal y actual. Y todas estas cosas, pasan desapercibidas para el menos
atento, pero forman opinión.
Veamos un ejemplo, con países inventados:
Norteño y Sureño, juegan un campeonato y gana Sureño. En el país perdedor, Norteño,
publican: Norteño subcampeón… Sureño penúltimo… Leedlo despacio otra vez y
veréis cómo diciendo verdad, se falseó el resultado…
En este momento, del primer cuarto de
siglo XXI, parece que el poder económico, se está adueñando de todos los medios
de comunicación, haciendo desaparecer a aquellos románticos periodistas que
fundaban un periódico y mantenían su prestigio de veracidad contra viento y
marea, por lo que los periodistas, parece que están acabando en simples
asalariados que, obviamente han de trabajar según los dictados de quien paga…
Afortunadamente, aún sobreviven en
muchos países, periodistas que se han forjado un prestigio a base de informar
pensar, y expresar esos pensamientos con honestidad e independencia, que
esperemos duren todavía muchos años, y aguanten la presión de las grandes
multinacionales, que engullen todo a su paso buscando sólo la audiencia a
cualquier costo, que traducen en beneficio económico a base de publicidad, sin
importar para nada la verdad, la justicia o la verdadera información. “Que la
realidad no nos estropee una bonita historia…
En fin, podríamos seguir hasta el
aburrimiento, pero será en otro momento que retomemos el tema sobre lo que el
periodista quiere y... lo que puede hacer. Lo que es y lo que debiera ser.
Enrique Gutiérrez y
Simón
Revisado en Madrid, mayo 2016
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