viernes, 28 de marzo de 2014

Corrupción



Corrupción

Cuando leemos la palabra “corrupción”, se nos viene a la mente un grupo de personas que, los unos consiguen contratos multimillonarios para hacer una obra o suministrar un producto y otros, generalmente funcionarios, o politiquillos en un puesto clave, facilitan el que el primer grupo consiga esos contratos, mediante un precio por su “gestión” o intermediación. (Ají, Serrucho, Coima, etc.)
Pero esta palabra tiene muchas otras acepciones, aunque la originaria es: la descomposición de un cuerpo u organismo muerto. Y en ese sentido se debe y de hecho se aplica, al cuerpo social de un país, en el que han muerto los valores éticos o sociales.
La corrupción no sólo afecta a los grandes contratos. Si lo miramos bien, está inmersa en las costumbres de cada día de todos nosotros e impregna a los países como una mancha de aceite: Corrupción es “colarse” en el puesto de una fila; conseguir agilizar trámites, por pequeños que sean, por medio de un amigo y en general, disponer de las cosas ajenas, abusando de nuestra posición de dominio, en las cosas pequeñas o grandes: Corrupción de menores, sexual y de mil formas que no son tema de este escrito.
Sería interesante pensar, en cuantas veces hemos recibido un bolígrafo, marcador o cualquier otra cosa, nimia y sin mayor importancia, de una persona que nos la obsequia porque ella la consigue gratis en la institución en que trabaja. O cuantas personas se llevan a la casa los útiles de oficina: Papel, bolígrafos, lápices, etc., de su lugar de trabajo, para que sus hijos hagan las tareas del colegio, sin darle la mayor importancia… Pero eso también es corrupción.
Un alto funcionario alemán, recibió una visita de trabajo y le ofreció agua al visitante, pero uno de los vasos cayó al suelo. Inmediatamente el funcionario se arrodilló a recoger los pedazos y meterlos en un sobre.
El visitante “latino” le preguntó con curiosidad por su actitud y el funcionario le explicó: - Tengo que entregar los pedazos, para que me den otro vaso… ¿Cuándo llegaremos a eso?
Como un pequeño consuelo, nos basta verificar las estadísticas que se publican anualmente, para comprobar que la corrupción o falta de transparencia en la gestión pública, existe en todo el mundo, pero con grandísimas diferencias entre unos países y otros. Siendo los menos corruptos los del Norte de Europa, con Singapur, al otro lado del mundo y los de Norteamérica, con la excepción de Chile, que es menos corrupto que USA, por ejemplo. Luego, siguen en corrupción todos los de África sub sahariana y terminan la lista, como los más corruptos de todo el mundo, los que curiosamente presumen de “moral socialista”. Rusia, Venezuela, Argentina y Corea del Norte, como el más corrupto entre los corruptos.
La corrupción, se mide por la transparencia de las administraciones, en un puntaje que va de 100, como más transparente y por tanto menos corrupto, a 0, que sería totalmente corrupto o falto de transparencia.
En esa escala, España está en la posición 30, a años luz del 59 de Italia o el 67 de Grecia, (Sus países hermanos meridionales) Colombia está en la posición 80, con un modesto 3,6; pero muy superior a la 100 de Argentina con un 3,3; y a siglos de la 172 de Venezuela, con un 2,1. Si hablamos de Iberoamérica. Rusia está un poco mejor, en la posición 143 con un 2,8; Paraguay en la 154 con un 2,5 y como campeón mundial de los corruptos entre los corruptos, cierra la lista Corea del Norte, en la posición 182, con un 1,3.
Naturalmente, esta escala se refiere sólo a la corrupción administrativa y se mide por encuestas entre los industriales y comerciantes del mismo país analizado, pero la corrupción general, a pequeña escala e infectando a toda la sociedad en su devenir diario, está mucho más extendida, pero no sería raro que siguiera a la administrativa en las mismas proporciones, solo que más generalizada.
En España, no tenemos los casos de corrupción galopante y generalmente admitida por todos, como si fuera una maldición divina, que sí ocurre en algunos países de África e Iberoamérica, donde los políticos manejan la cosa pública en beneficio propio, como si el país fuera una finca particular, aunque sí tenemos políticos con esa tendencia y se han dado casos verdaderamente escandalosos, pero aquí, todavía nos indignamos por ello, mientras que en los países citados se admite como algo natural, con una resignación fatalista.
Sí tenemos los españoles demasiados “políticos” inútiles, sobrantes e incapaces, a los que se les nota un sentimiento de supuesta superioridad, como si fueran “hijos de mejor mama”, que dicen en Sudamérica. Se pasean en coches oficiales, con conductores y varios escoltas, cuyos gastos totales son pagados por nosotros, sin ninguna utilidad real. Hasta llegar al extremo de que sus hijos, matriculados en colegios privados carísimos, tengan conversaciones tan estrambóticas como, quién tiene más escoltas y en cuantos automóviles los tienen que llevar al colegio…
Eso también es corrupción, aunque lo tengamos ya asumido. Y lo peor es, que se va creando una casta especial desde la niñez, como aquellos cortesanos de antaño, que se distinguían con títulos de “nobleza”, regalados gentilmente por el rey de turno y que ninguno tuviera nobleza verdadera, aparte de distinguirse porque ellos sí podían permitirse comer carne y para el pueblo estuviera restringido, por su precaria economía.
Aparte el elefantiásico gasto en retribuciones millonarias, fuera de lo normal en la economía del país, con prebendas de todo tipo, como los viajes internacionales en primera clase, alojamientos en hoteles de lujo y otra serie de privilegios difíciles de justificar, se llega al extremo de pagarles plus de alojamiento en Madrid, a los parlamentarios de otras provincias que a su vez, son propietarios de varias casas y apartamentos en el mismo Madrid. Eso también sería corrupción, si fuéramos de verdad serios.
Por otro lado, se le suministra a cada parlamentario al principio de la legislatura, una serie de elementos de “trabajo”, como teléfonos celulares de última generación, Ipad, ordenadores portátiles y de torre, conexiones a Internet en su despacho y en su casa, por cuenta del Estado, etc. A los pocos meses de la legislatura actual, ya 30 de los 300 parlamentarios. Es decir, el 10% de ellos, han llegado a la oficina correspondiente a decir que su Ipad se les ha “perdido” o se lo han “robado”.
Por un lado, sabemos que todos o la mayoría de ellos, los estarán usando los hijos o sobrinos de ese parlamentario, porque como son “gratis”… Lo malo es, que como España está en crisis, se han llevado la gran sorpresa de que les han dicho que no se los reponen… Que si los han perdido, que compren otro de su bolsillo…
Por eso se dice que las crisis tienen su lado bueno, como oportunidades de mejora en las costumbres y apertura de nuevos horizontes.
Pero en realidad, el verdadero problema de la corrupción lo tienen que arreglar los mismos corruptos o parte de ellos, que son los que forman el poder del Estado. Y como cada uno ve la corrupción sólo en el partido oponente, mientras tolera paternalmente la del propio, no hay forma de “ponerle el cascabel al gato”, ya que hay corruptos en el sistema legislativo, que deberían aprobar leyes contundentes y radicales contra los corruptos, pero también se mira de diferente manera la forma de aplicar esas leyes en el poder judicial, porque hay jueces agrupados en denominaciones “conservadoras” o “progresistas”, lo que es una verdadera aberración jurídica. Si fuéramos serios, cualquier juez que salga en los medios de comunicación haciendo declaraciones en cualquier sentido, debería ser destituido fulminantemente. Los jueces deberían estar para juzgar, con equidad y diligencia, que es el verdadero sentido de la justicia, y sus opiniones, para su fuero interno, (que también tienen derecho, ¡No faltaba más!, pero calladitos.
Y luego, en el sistema ejecutivo, que es quizá donde más se practica la corrupción a dos manos y donde se mira con lupa lo que hace o ha hecho cada gobierno, pero del partido oponente. Nunca del propio, que para ellos es puro y limpio como una doncella.
Ahora bien, los verdaderos culpables de todo esto, somos los propios ciudadanos, que nos dejamos engatusar con pueriles discusiones partidistas de aldehuela, preocupados sólo de si los señalados como corruptos son “de los nuestros” o de “los otros”, para saber si debemos indignarnos o no, según nos indique el partido o medio de comunicación de nuestras simpatías…
Quizá debiéramos llenar nuestras ciudades de monolitos de piedra, en que estuvieran grabadas las palabras de Ortega y Gasset: "Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la Hemiplejía moral". “No hay que tener ideologías. Hay que tener ideas”.
Mientras los ciudadanos normales nos dejemos manejar como borregos, los corruptos y sinvergüenzas de todo tipo, sonreirán y se frotarán las manos complacidos.
Enrique Gutiérrez y Simón

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