Intentaré contestar a Gloria primero: Leí este caso estando
en América, por lo que no sé cómo se titularía el libro de los periodistas,
(escribo de memoria), ni si el caso se publicó en España, aunque supongo que
sí, porque el asunto fue muy sonado. Pero como entonces existía la censura… ¡A
saber! Lo importante en realidad era, demostrar que todos los que se pusieron a
ensalzar a la “autora”, por su estilo, la “frescura” de su escritura y todo los
etc. que se quiera, estaban hablando basura, porque es evidente que ni el
léxico ni el estilo de los diferentes capítulos podían coincidir, aunque todos
fueran buenos.
¿Qué pasó después? Pues que todos esos “expertos”, se
apresurarían a decir: Yo ya había notado algo raro y sugerí que el estilo no
era uniforme, etc.
Y Antonio acierta en que al fin y al cabo, salió una obra
que tenía calidad, por lo menos comercial. No olvidemos que, los capítulos
estaban escritos por profesionales de diversas ramas de la actividad humana, y
cada uno conocía al dedillo el tema del que escribían, porque era su actividad
diaria. Si cualquier escritor tiene que situar a su personaje en un ambiente de
política internacional y luego en actividades deportivas, luego en moda, etc.
ha de hacer un trabajo de investigación exhaustivo y fatigoso. Mientras que
aquí todo eso estaba hecho. Por otra parte, las condiciones que puso el
promotor eran: Sexo y violencia, lo que despierta el morbo de los lectores en
cualquier tiempo y lugar. Así que el éxito comercial es normal y como dice
Antonio, digno de copiarse.
En Colombia, existe desde hace muchos años una empresa cuyo
título y actividad están muy claros: “Fábrica de discursos”. Con lo que
cualquier político o padre que va a llevar a su hija hasta el altar, etc. puede
encargar ahí lo que luego dirá con aspecto docto y engolado. Sin que nadie se
pregunte por el verdadero autor. Y en realidad, a nadie le importe… Esa
“fábrica” tiene varios socios o empleados, probablemente con diversas
especialidades y todo el mundo contento, aunque nadie pueda exclamar eso de:
“Eso lo escribí yo, ¡Carajo!, porque entonces los clientes pierden la
confianza…
Supongo
que todos vosotros conoceréis mejor que yo, la polémica permanente sobre si
Shakespeare escribió todas sus obras. Algunos se preguntan si en realidad
escribió alguna. Y hasta he leído en algún sitio, la duda de si realmente
existió…
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