Sistemas de gobierno
Afortunadamente, en la España
actual tenemos el derecho a expresarnos como a bien tengamos, y por tanto, la
libertad de elegir libremente nuestras preferencias políticas religiosas o de
cualquier índole. Incluso, hay quien se pasa un poco, y propugna o alaba la
dictadura, cosa que no les permitirían en países como Francia o Alemania, que
no admiten lecciones de democracia de nadie.
Preferir el sistema de gobierno
republicano, o cualquier otro, me parece perfecto, pero como en toda discusión
inteligente, creo que se debe empezar por definir lo que queremos decir: Ricardo,
ha hecho una breve síntesis de lo que fue la II República española, que creo
muy ajustada a la realidad, y por tanto, yo no querría para mi país ese modelo,
otra vez. Pero me encantaría una república como la francesa, alemana,
norteamericana y muchas otras, que tienen sus defectos, como todo, pero llevan
a sus países hacia adelante.
También me gustaría una monarquía
como la inglesa o cualquiera de las del norte de Europa. Así que creo que el
sistema de gobierno es indiferente, siempre que esté compuesto por estadistas.
Personas que dediquen su vida al bien de su país, con la vista en el futuro y
en el bien común, no en el propio ni en lo que digan las encuestas de ayer. O
una ideología férrea y excluyente. (Hoy se está enterrando a uno de esos
estadistas, así que no tenemos que buscarlos por ahí. Aquí también se dan).
Existen montones de “repúblicas”
donde el gobierno es hereditario, así que ese posible “defecto” de las
monarquías, queda eclipsado por el eufemismo de unas “elecciones” que creo nada
tienen que envidiar las españolas actuales.
Y en cuanto al “cristal con que
se mira” de Calderón, me permito remitiros a mi artículo que publica hoy Alberto
Enguita en otra página, cuyo link os adjunto, y un extracto del cual os pongo a
continuación. Y perdonad el mal gusto de la autocita…
“NINGÚN PERIODISTA PUEDE SER
OBJETIVO. Todos los seres humanos, lo queramos o no, cuando transmitimos un
concepto, idea, escrito o imagen, está
indefectiblemente “teñida” de nuestra personalidad, de nuestra cultura o falta
de ella, de nuestros prejuicios y forma de pensar y por fin, de nuestra buena o
mala intención. Cuando hago una fotografía o filmo una secuencia, “encuadro” la
imagen, es decir la “encajono”, la selecciono y por tanto, la muestro como yo
pienso que debe ser, pero si muevo la cámara aunque sea un poco en cualquier
sentido, arriba o abajo, a la derecha o la izquierda, la imagen será
absolutamente otra, luego, esa imagen será “mi forma” de ver la realidad y,
obviamente, otra persona la verá de forma diferente. Cuando yo escribo,
selecciono, del ingente acerbo de palabras que tiene mi idioma, las que yo creo
adecuadas o las que conozco, pues hay una inmensa cantidad que no forman parte
de mi léxico y obviamente, otra persona, expresará esa idea con otras palabras
o en otro orden y por tanto, su escrito será sustancialmente diferente.”
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